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Paciencia. Thiago Alcántara cocina a fuego lento. Es un centrocampista de clase, dominador del tiempo y la llave del Liverpool de Jurgen Klopp que sueña con ganarlo todo. Siete títulos, algo que nadie jamás ha alcanzado.
Shining under the Anfield lights again 😍
— Liverpool FC (@LFC) April 27, 2022
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Alcántara dicta el ritmo del ilusionado equipo. Hace mucho era un jugador de espectáculo. Surgió en el mejor Barcelona de la historia, el de Pep Guardiola, en medio de regates, filigranas, tacos y jugadas de fantasía.
Lo lleva en la sangre. Su papá, Iomar do Nascimento, mejor conocido como Mazinho, fue un futbolista brasileño de pura cepa, de Santa Rita, Paraíba, campeón del mundo en Estados Unidos 94. Llegó a España y allí triunfó en el Celta de Vigo, y dejó dos hijos Thiago y Rafael, ambos jugadores como su padre.
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Los dos se formaron en la Masía, la escuela de Barcelona. Y a la magia brasileña le añadieron el tacto español. Su toque, su precisión. El choque de dos mundos. Dos sentidos para entender el fútbol. Quedó un distinto.
Genio @Thiago6... 🔮🔙 pic.twitter.com/H9hDfbFAOp
— LaLiga (@LaLiga) August 24, 2020
Thiago siempre fue él más aventajado. En casa y en la cantera. Debutó en Barcelona cargando la presión de ser el sucesor de Xavi Hernández. Y entre críticas, muchas veces despiadadas, y lesiones, el mayor de los Alcántara se fue a Alemania para jugar en Bayern Múnich. Un movimiento sorpresivo, una tortuga al ecosistema frenético de los teutones.
Y allá estalló. Le costó consolidarse, pero luego llegó Guardiola, el genio. Y después, Hansi Flick, el que dio con la tecla para revolucionar su juego.
Dicen de Thiago que es lento, que le falta físico. No obstante, Alcántara se volvió el líder del mediocampo de dos de los equipos más frenéticos del fútbol actual, el Bayern de Flick y el Liverpool de Klopp. Y parece una pieza que no encaja. Un mágico brasileño, lento como los españoles, dictando el tiempo en las trombas de las escuadras alemanas. ¿Cómo? Fácil. El fútbol, lo dijo Xavi, es un juego de tiempo y espacio. Y Thiago Alcántara domina ambos aspectos como pocos en el panorama global.
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Es rápido, de la cabeza, preciso e increíblemente bueno con los pies. Combinación letal. Un artista.
No necesita más. No es un tanque ni un atleta, es un jugador que entiende cuando su equipo debe cambiar la revolución. Es el que mejor ve el espacio, en un fútbol sin huecos como el que rige la modernidad. Cerebral.
Sorprende. Así son los aventajados. Y lo increíble, porque así es el tiempo, es que ya tiene 31 años. ¿Cuándo pasó todo eso?
En Bayern ya fue jefe. Esa máquina que conmocionó el mundo en 2019 estaba comandada por sus pies. Era la llave, el maestro del reloj de Flick. Y en la cima del mundo dejó el barco. Se fue a Liverpool. Lo llamó el reto, estaba cansado de Alemania.
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Mala fortuna, la que siempre lo acompañó, se lesionó. La rodilla, primero, la pantorrilla y la cadera, después. Decía, siempre hay algunos, que Thiago Alcántara estaba sobrevalorado y que era un jugador de características distintas al Heavy Metal que identifica el fútbol de Jurgen Klopp.
Silencio. Ahí está Thiago Alcántara, vigente y más artístico que siempre. Confianza, ritmo y otra vez es el líder del equipo que domina el mundo. Así, sencillo, en cuatro años, navegando entre lesiones y destellos, Thiago como corazón de dos de los mejores equipos que hemos visto en el siglo XXI.
Y lo mejor es que estamos ante su mejor versión. La madurez le llegó tarde, pero si sigue por esa ruta va en camino de entrar a los verdaderamente grandes, sendero que solo le han truncado las lesiones.
Thiago Alcántara, arte. pic.twitter.com/XPHSmo6nrn
— Sudanalytics (@sudanalytics_) April 27, 2022
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