Todos con Chapecoense: sentido tributo a las víctimas de la tragedia
En Medellín nació una nueva familia. La recibieron con honores en el estadio Atanasio Girardot con miles de flores, camisetas blancas, pañuelos, bombas, banderas, afiches y 71 palomas. Todo blanco. Poco verde.
Walter Arias Hidalgo
El estadio, donde se había programado una fiesta del fútbol, fue el lugar para recibir a la familia chapecoense. Antes de las 6:45 de la noche, hora de inicio de la ceremonia, estallaron canticos “¡Ehh, vamos vamos Chapecó! ¡Ehh vamos vamos Chapecó! ¡Ehh, oé, oé oé, Chapecó!”. (Lea: Así fue la transmisión previa al despegue del avión de Chapecoense que se vino a tierra)
Los cánticos, en un principio, parecieron alegres, pero se diluían en una nostalgia colectiva, tristeza que se potenció por el escenario: un estadio lleno y con miles de velas encendidas. “Esto nunca se había visto en el estadio”, dijo una asistente. (Lea también: Avión de Chapecoense siniestrado incumplió plan de vuelo, dice compañía)
Desde una hora antes de comenzar el homenaje, el locutor oficial anunció que ya estaba lleno. Quienes no pudieron ingresar debieron ir a las pantallas gigantes del Obelisco (alrededores del estadio) y al parque de Banderas.
Así, los cerca de 40 mil asistentes le dijeron a los 300 brasileños que estuvieron allí, a los 220 mil habitantes del pueblo de Chapecó, a todo el mundo chapecoense: “¡Estamos con ustedes!”.
Esa frase, precisamente, se volvió popular en los alrededores del estadio, donde se disputó la venta de afiches y camisetas con un producto poco común en este lugar: las flores.
Las flores fueron el adorno principal. Adentro, cada espectador tenía un ramo, en la cancha no había porterías. En cambio, dos rectángulos de flores y en el centro un enorme círculo de rosas que abarcaba un símbolo de luto. A los lados los escudos, en negro, de Atlético Nacional y Asociación Chapecoense de Fútbol.
En ese marco se hizo el homenaje. José Serra, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, al escuchar y ver los mensajes de los miles de asistentes dijo con voz entrecortada: “Nos ofrecen un gran consuelo, (es) una luz en la oscuridad, una forma de entender lo incomprensible”. Reinaldo Rueda, director técnico del Atlético Nacional, recordó a todos los futbolistas fallecidos. Los mencionó a uno por uno. “¡Van a quedar siempre en nuestros corazones!“, exclamó. Y Juan Carlos de la Cuesta, presidente del Atlético Nacional, dijo que seguirían defendiendo los colores verde y blanco, los que distinguen a ambos equipos.
El conmovedor homenaje, que además incluyó flores lanzadas desde un helicóptero de la Fuerza Aérea, no fue suficiente. Federico Gutiérrez, alcalde de la ciudad, quien destacó la solidaridad de los antioqueños, pidió a lo largo del día consideración para los visitantes, entre ellos el alcalde de Chapecó, Luciano Buligon. Sugirió no celebrar con pólvora, como es costumbre en Medellín. Cada año esta práctica convierte la primera noche de diciembre en una de las más tristes de este mes con decenas de personas quemadas.
Este 30 de noviembre también se encendía el alumbrado navideño en Medellín, el de más impacto en Colombia. Sin embargo, se aplazó para el sábado 3 de diciembre (también se izarán las banderas a media asta). En la historia reciente de la ciudad, la fiesta decembrina se había opacado sólo en la Navidad de 2010, cuando un deslizamiento -el 5 de diciembre-, en el barrio La Gabriela del municipio de Bello, cobró la vida de 81 personas.
Esta vez tampoco hay motivos para celebrar. Sí para honrar a los familiares de las 71 personas que perdieron la vida el pasado lunes a eso de las 9:50 de la noche. A esa hora el piloto del avión LaMia RJ85, en un grito desesperado, le pidió pista a la controladora del aeropuerto José María Córdova de Rionegro porque se había quedado sin combustible.
Los gritos, o mejor los cánticos de los miles de hinchas, no se unieron para celebrar. Se unieron por el dolor de unos hermanos brasileños, bolivianos, paraguayos y venezolanos. Se unieron para exclamar: “Uma nova família nasce” (…) “que lo escuche todo el continente, siempre recordaremos campeón a Chapecoense”.
El estadio, donde se había programado una fiesta del fútbol, fue el lugar para recibir a la familia chapecoense. Antes de las 6:45 de la noche, hora de inicio de la ceremonia, estallaron canticos “¡Ehh, vamos vamos Chapecó! ¡Ehh vamos vamos Chapecó! ¡Ehh, oé, oé oé, Chapecó!”. (Lea: Así fue la transmisión previa al despegue del avión de Chapecoense que se vino a tierra)
Los cánticos, en un principio, parecieron alegres, pero se diluían en una nostalgia colectiva, tristeza que se potenció por el escenario: un estadio lleno y con miles de velas encendidas. “Esto nunca se había visto en el estadio”, dijo una asistente. (Lea también: Avión de Chapecoense siniestrado incumplió plan de vuelo, dice compañía)
Desde una hora antes de comenzar el homenaje, el locutor oficial anunció que ya estaba lleno. Quienes no pudieron ingresar debieron ir a las pantallas gigantes del Obelisco (alrededores del estadio) y al parque de Banderas.
Así, los cerca de 40 mil asistentes le dijeron a los 300 brasileños que estuvieron allí, a los 220 mil habitantes del pueblo de Chapecó, a todo el mundo chapecoense: “¡Estamos con ustedes!”.
Esa frase, precisamente, se volvió popular en los alrededores del estadio, donde se disputó la venta de afiches y camisetas con un producto poco común en este lugar: las flores.
Las flores fueron el adorno principal. Adentro, cada espectador tenía un ramo, en la cancha no había porterías. En cambio, dos rectángulos de flores y en el centro un enorme círculo de rosas que abarcaba un símbolo de luto. A los lados los escudos, en negro, de Atlético Nacional y Asociación Chapecoense de Fútbol.
En ese marco se hizo el homenaje. José Serra, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, al escuchar y ver los mensajes de los miles de asistentes dijo con voz entrecortada: “Nos ofrecen un gran consuelo, (es) una luz en la oscuridad, una forma de entender lo incomprensible”. Reinaldo Rueda, director técnico del Atlético Nacional, recordó a todos los futbolistas fallecidos. Los mencionó a uno por uno. “¡Van a quedar siempre en nuestros corazones!“, exclamó. Y Juan Carlos de la Cuesta, presidente del Atlético Nacional, dijo que seguirían defendiendo los colores verde y blanco, los que distinguen a ambos equipos.
El conmovedor homenaje, que además incluyó flores lanzadas desde un helicóptero de la Fuerza Aérea, no fue suficiente. Federico Gutiérrez, alcalde de la ciudad, quien destacó la solidaridad de los antioqueños, pidió a lo largo del día consideración para los visitantes, entre ellos el alcalde de Chapecó, Luciano Buligon. Sugirió no celebrar con pólvora, como es costumbre en Medellín. Cada año esta práctica convierte la primera noche de diciembre en una de las más tristes de este mes con decenas de personas quemadas.
Este 30 de noviembre también se encendía el alumbrado navideño en Medellín, el de más impacto en Colombia. Sin embargo, se aplazó para el sábado 3 de diciembre (también se izarán las banderas a media asta). En la historia reciente de la ciudad, la fiesta decembrina se había opacado sólo en la Navidad de 2010, cuando un deslizamiento -el 5 de diciembre-, en el barrio La Gabriela del municipio de Bello, cobró la vida de 81 personas.
Esta vez tampoco hay motivos para celebrar. Sí para honrar a los familiares de las 71 personas que perdieron la vida el pasado lunes a eso de las 9:50 de la noche. A esa hora el piloto del avión LaMia RJ85, en un grito desesperado, le pidió pista a la controladora del aeropuerto José María Córdova de Rionegro porque se había quedado sin combustible.
Los gritos, o mejor los cánticos de los miles de hinchas, no se unieron para celebrar. Se unieron por el dolor de unos hermanos brasileños, bolivianos, paraguayos y venezolanos. Se unieron para exclamar: “Uma nova família nasce” (…) “que lo escuche todo el continente, siempre recordaremos campeón a Chapecoense”.