Tony Bloom: el Brighton y una flor imperial
Tony Bloom, dueño del Brighton, rival del Everton de James y Mina, es reconocido también por su experiencia en el Póker. Esta es su historia.
Andrés Osorio Guillott
Los hinchas del fútbol aprendemos a tener sentido de pertenencia y lealtad por las lógicas del deporte. Añoramos que todos sientan como sentimos nosotros, que todos caminen para el mismo lado y entreguemos todo como lo haríamos nosotros si tuviéramos la oportunidad de jugar o dirigir el equipo que seguimos.
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Los hinchas del fútbol aprendemos a tener sentido de pertenencia y lealtad por las lógicas del deporte. Añoramos que todos sientan como sentimos nosotros, que todos caminen para el mismo lado y entreguemos todo como lo haríamos nosotros si tuviéramos la oportunidad de jugar o dirigir el equipo que seguimos.
No tiene que ser una regla, pero pareciera que da más tranquilidad que el equipo al que seguimos esté en las manos de personas que han vestido esa camiseta como jugadores o hinchas, pues entender la identidad impulsa el compromiso de hacer historia. Y ese es el caso de Tony Bloom, dueño del Brighton & Hove Albion.
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El destino de Bloom estaba anclado al Brighton. No había escapatoria y tampoco hubo resistencia. Desde pequeño se hizo hincha y con el paso de los años entendió que su relación con el cuadro gaviota no era solo por una pasión innata, sino también por un asunto que trascendía a su otra pasión: los negocios.
Su abuelo Harry Bloom fue vicepresidente del club en la década de 1970, casi por la misma época en que se había visto por última vez al Brighton en la primera división del fútbol inglés. Su tío Ray, que también influyó en la unión de pasiones en Tony, es dirigente de la institución desde los años 80. Así las cosas, el cuadro gaviota no solamente representó el amor al fútbol sino la unión de su entorno, visión relevante para el cuidado y la prosperidad del club en el sentido de que no solo se trata de un asunto de responsabilidad como directivo, sino también de un asunto de lealtad y cuidado por lo que es para él su familia.
Desde 2009 Tony Bloom se convirtió en el dueño del Brighton. Bajo su dirección se dio la construcción del estadio del equipo, llamado primero Falmer Stadium, después rebautizado como Amex Stadium. Pero su capacidad para las finanzas y los cálculos no son solo producto de sus estudios, sino de otra de sus pasiones y otra de las ramas de las que se ha servido para ser multimillonario: el póker.
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En la década del 2000, Bloom obtuvo logros importantes como ser finalista del World Poker Tour o ganar el Poker Championship de Australia. Una fortuna que superaba el millón de euros registró en una época próspera que le sirvió para complementar todos sus mundos y así utilizar el dinero recogido en el póker para mejorar las finanzas y condiciones del Brighton. Entre la intuición y la certeza, Bloom ha logrado sacar una flor imperial para mantener a flote el club del cual es hincha y el club que es a su vez su familia.
Tan exitosa ha llegado a ser su dirigencia, que en 2017 volvió a llevar al Brighton a la primera división del fútbol inglés. Era la primera vez que el equipo jugaría en el formato de la Premier League. Fueron varias décadas de no llegar a lo más alto y de permanecer deambulando en los riscos que llevan al olvido. En el ascenso de aquel entonces, Bloom dijo: “Mirando 20 años atrás, hemos sido un club sin hogar, que iba a la deriva. Pero hoy estamos en la Premier League. Soy aficionado desde hace 40 años, cuando me hice cargo del club construí todo esto por mi pasión por el equipo. Y ahora somos 30.000 aficionados con este sueño cumplido”.