Un equipo para Messi
Cómo se explica que teniendo al mejor del mundo, la albiceleste no haya podido coronar un título en mayores. Sampaoli será la solución.
Daniel Avellaneda - Buenos Aires
Hace algunos años, cuando todavía no se imaginaba que iba a conducir los destinos de Colombia y no tenía un cerco mediático a su alrededor, José Pékerman conversó con este corresponsal. La charla no fue muy larga, pero el técnico dejó en evidencia su malestar respecto al momento de las selecciones albicelestes. “Destruyeron todo lo que armamos. Fueron tiempos de trabajo a conciencia, de un proyecto a largo plazo, de posicionamiento a nivel mundial… No puedo creer que lo hayan tirado a la basura”, le dijo el estratega argentino a El Espectador. No le faltaba razón. Y tal vez, desde la perspectiva de un entrenador que no sólo peina canas por su avanzada edad, puedan explicarse las razones de esta crisis deportiva e institucional que afecta a Lionel Messi, nada menos.
¿Cómo es posible que Argentina no haya logrado coronar a nivel mayor teniendo entre sus filas al mejor futbolista del planeta? Hasta Cristiano Ronaldo, competidor número uno de Messi, logró ganar con Portugal en la Eurocopa, muy a pesar de que se trata de una selección de segunda línea en el Viejo Continente. Y basta repasar aquellas sabias palabras de don José, que habrá conducido un taxi durante el Mundial del 78 pero fue el técnico que pulió al diamante rosarino, un hallazgo compartido con Hugo Tocalli, cuando Leo estaba en la mira de España. Desde 2006, cuando Pékerman lo llevó al Mundial de Alemania, hasta la fecha, Argentina cambió de entrenador como los futbolistas de medias.
En los últimos 11 años, desde Pékerman a Edgardo Bauza, la selección bicampeona del mundo se devoró siete técnicos: el propio José, Alfio Basile, Diego Maradona, Sergio Batista, Alejandro Sabella, Gerardo Martino y Edgardo Bauza. Ahora será el turno de Jorge Sampaoli, quien dirige Sevilla y se muere de ganas por dejar su silla en Andalucía para sentarse en la del equipo argentino. Su sueño es dirigir a Messi, nada menos. Pero mientras negocia entre las sombras —Claudio Tapia, presidente de la AFA, se reunió el sábado en España con el representante del entrenador, Fernando Baredes, y ya tiene el OK del entrenador—, hay que profundizar los motivos de semejante colección de fracasos. Porque aquí, en un país exitista, se toma la palabra en el más estricto sentido literal. La Pulga será el jugador más fantástico de la era moderna, pero perdió cuatro finales con la camiseta de su selección. Y gran parte de la prensa y los hinchas son inclementes, más allá de su talento.
¿Qué opinan los expertos? César Luis Menotti es una voz autorizada. Campeón del mundo en 1978, tiene una visión muy crítica del fútbol argentino y pondera a Messi. “En el único equipo en el que yo lo vi feliz fue cuando jugó con Juan Román Riquelme, en los Juegos Olímpicos de China. Y ahí salió campeón. Pero si están jugando de contragolpe y lo tenés a Messi, tiene que correr 20 metros y gambeteárselos a todos. Y así es difícil. Primero fue un futbolista de los últimos 10 metros; después fue de los últimos 20; ahora se tira atrás, arma juego, tira paredes, asiste, la tiene para hacer el gol y se la da a otro… las diferencias que marca este pibe son monumentales. Con Messi es un robo. Ojalá que podamos armarle un equipo”, reflexionó el Flaco.
Y quizá dio en la tecla. Se juega con Messi y no para Messi. ¿Será por eso que no se lo aprovecha a fondo? ¿Se convoca a los jugadores afines a Leo y no aquellos más capacitados para la tarea? El “Club de Amigos” no es un rótulo periodístico; el grupo siempre fue más importante que el equipo. Por eso Sabella no citó a Carlos Tévez. Por eso Martino y Bauza no llamaron a Mauro Icardi. Y las finales perdidas pesan. De la gran valoración que los argentinos le dieron al duelo con Alemania en el Maracaná, aún en la derrota, ya no quedan rastros. Las Copas América que se les escaparon de las manos ante Chile en Santiago y en Estados Unidos generaron una espiral negativa. Por eso se piden cambios. De todos menos de Messi, claro. El crack es indiscutible.
“Acá hay que ganar. Vos cuando vas a dar un examen lo único que te interesa es aprobar, no te interesa ser el mejor. Después vemos. Es muy poca la gente que se quiere sacar 9 o 10. No sé si ganar como sea, pero hay que tratar de ganar. Es difícil jugar bien ahora que hay tanta presión. Y a Messi le pasa lo mismo. Yo hace tiempo dije que lo iban a cansar. Le pegan mucho. Por suerte volvió. Es de los mejores de la historia. Tenemos que aprovecharlo”, dijo Carlos Bilardo, el otro campeón de mundo con Diego Maradona en México-86.
De aquel proyecto de Pékerman, que floreció en los juveniles a bordo de títulos suramericanos y mundiales, a esta actualidad apenas hubo una década en la que no se aprovechó al mejor Messi. Lo primero que hizo Tapia, el nuevo presidente, fue visitar al astro en su casa de Castelldefels. Después llegará el momento de Sampaoli, que, como alguna vez lo pergeñó Pep Guardiola, cree que Leo puede rendir de falso 9, lejos de la raya que suele ocupar en Barcelona, más libre. Alguna vez, lo intentó el Checho Batista. Y no le fue bien. El entrenador campeón con Chile irá por la revancha. Entonces tal vez se pueda aprovechar de una vez por todas al mejor jugador del mundo.
Hace algunos años, cuando todavía no se imaginaba que iba a conducir los destinos de Colombia y no tenía un cerco mediático a su alrededor, José Pékerman conversó con este corresponsal. La charla no fue muy larga, pero el técnico dejó en evidencia su malestar respecto al momento de las selecciones albicelestes. “Destruyeron todo lo que armamos. Fueron tiempos de trabajo a conciencia, de un proyecto a largo plazo, de posicionamiento a nivel mundial… No puedo creer que lo hayan tirado a la basura”, le dijo el estratega argentino a El Espectador. No le faltaba razón. Y tal vez, desde la perspectiva de un entrenador que no sólo peina canas por su avanzada edad, puedan explicarse las razones de esta crisis deportiva e institucional que afecta a Lionel Messi, nada menos.
¿Cómo es posible que Argentina no haya logrado coronar a nivel mayor teniendo entre sus filas al mejor futbolista del planeta? Hasta Cristiano Ronaldo, competidor número uno de Messi, logró ganar con Portugal en la Eurocopa, muy a pesar de que se trata de una selección de segunda línea en el Viejo Continente. Y basta repasar aquellas sabias palabras de don José, que habrá conducido un taxi durante el Mundial del 78 pero fue el técnico que pulió al diamante rosarino, un hallazgo compartido con Hugo Tocalli, cuando Leo estaba en la mira de España. Desde 2006, cuando Pékerman lo llevó al Mundial de Alemania, hasta la fecha, Argentina cambió de entrenador como los futbolistas de medias.
En los últimos 11 años, desde Pékerman a Edgardo Bauza, la selección bicampeona del mundo se devoró siete técnicos: el propio José, Alfio Basile, Diego Maradona, Sergio Batista, Alejandro Sabella, Gerardo Martino y Edgardo Bauza. Ahora será el turno de Jorge Sampaoli, quien dirige Sevilla y se muere de ganas por dejar su silla en Andalucía para sentarse en la del equipo argentino. Su sueño es dirigir a Messi, nada menos. Pero mientras negocia entre las sombras —Claudio Tapia, presidente de la AFA, se reunió el sábado en España con el representante del entrenador, Fernando Baredes, y ya tiene el OK del entrenador—, hay que profundizar los motivos de semejante colección de fracasos. Porque aquí, en un país exitista, se toma la palabra en el más estricto sentido literal. La Pulga será el jugador más fantástico de la era moderna, pero perdió cuatro finales con la camiseta de su selección. Y gran parte de la prensa y los hinchas son inclementes, más allá de su talento.
¿Qué opinan los expertos? César Luis Menotti es una voz autorizada. Campeón del mundo en 1978, tiene una visión muy crítica del fútbol argentino y pondera a Messi. “En el único equipo en el que yo lo vi feliz fue cuando jugó con Juan Román Riquelme, en los Juegos Olímpicos de China. Y ahí salió campeón. Pero si están jugando de contragolpe y lo tenés a Messi, tiene que correr 20 metros y gambeteárselos a todos. Y así es difícil. Primero fue un futbolista de los últimos 10 metros; después fue de los últimos 20; ahora se tira atrás, arma juego, tira paredes, asiste, la tiene para hacer el gol y se la da a otro… las diferencias que marca este pibe son monumentales. Con Messi es un robo. Ojalá que podamos armarle un equipo”, reflexionó el Flaco.
Y quizá dio en la tecla. Se juega con Messi y no para Messi. ¿Será por eso que no se lo aprovecha a fondo? ¿Se convoca a los jugadores afines a Leo y no aquellos más capacitados para la tarea? El “Club de Amigos” no es un rótulo periodístico; el grupo siempre fue más importante que el equipo. Por eso Sabella no citó a Carlos Tévez. Por eso Martino y Bauza no llamaron a Mauro Icardi. Y las finales perdidas pesan. De la gran valoración que los argentinos le dieron al duelo con Alemania en el Maracaná, aún en la derrota, ya no quedan rastros. Las Copas América que se les escaparon de las manos ante Chile en Santiago y en Estados Unidos generaron una espiral negativa. Por eso se piden cambios. De todos menos de Messi, claro. El crack es indiscutible.
“Acá hay que ganar. Vos cuando vas a dar un examen lo único que te interesa es aprobar, no te interesa ser el mejor. Después vemos. Es muy poca la gente que se quiere sacar 9 o 10. No sé si ganar como sea, pero hay que tratar de ganar. Es difícil jugar bien ahora que hay tanta presión. Y a Messi le pasa lo mismo. Yo hace tiempo dije que lo iban a cansar. Le pegan mucho. Por suerte volvió. Es de los mejores de la historia. Tenemos que aprovecharlo”, dijo Carlos Bilardo, el otro campeón de mundo con Diego Maradona en México-86.
De aquel proyecto de Pékerman, que floreció en los juveniles a bordo de títulos suramericanos y mundiales, a esta actualidad apenas hubo una década en la que no se aprovechó al mejor Messi. Lo primero que hizo Tapia, el nuevo presidente, fue visitar al astro en su casa de Castelldefels. Después llegará el momento de Sampaoli, que, como alguna vez lo pergeñó Pep Guardiola, cree que Leo puede rendir de falso 9, lejos de la raya que suele ocupar en Barcelona, más libre. Alguna vez, lo intentó el Checho Batista. Y no le fue bien. El entrenador campeón con Chile irá por la revancha. Entonces tal vez se pueda aprovechar de una vez por todas al mejor jugador del mundo.