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Cuando Tulio Gómez llegó a Cali tenía 12 años. Fue a pasar vacaciones en la casa de sus tíos. Todo era y se veía diferente respecto a Manizales, su ciudad natal: el hablado, el clima, las costumbres. Era un mundo nuevo para él y le gustó. De inmediato comenzó a hacer plata, trabajó en supermercados de barrio y en las galerías de Santa Elena y Floresta. “Lo mío ha sido vender comida toda la vida”, dice. Esa fue su especialidad y lo que lo convirtió en un reconocido empresario. Pasó de vender abarrotes, carnes y verduras a especializarse en supermercados tipo autoservicio.
Siempre fue hincha de América. Los clásicos contra el Cali fueron los que más gozó. Allí disfrutó de la garra y el alma que ponían los jugadores escarlatas. Se batían como gladiadores para derrotar a su rival de patio, pero el resultado era casi siempre el mismo: derrota de la mechita. “Jugaban como nunca y perdían como siempre”, recuerda el ahora máximo accionista del equipo.
Pero su enfoque siempre estuvo en ser empresario. Así que en 1992, junto con su cuñado José Raúl Giraldo, fundó los supermercados Superinter. Esa fue su apuesta y le funcionó. Logró su sueño de crear empresa. No obstante, terminar metido en el fútbol no era su idea hasta que su cuñado compró el Medellín. En ese momento decidió acompañarlo y ahí conoció la forma de manejar un equipo profesional.
Aprendió que las instituciones son una empresa que requiere especial cuidado. “Todo pasa por lo deportivo, pero no lo es todo. También es marketing, manejo social, generación de ingresos. Aprendí apoyando a mi cuñado”, resalta. El próximo presidente de la junta directiva de América dialogó con El Espectador sobre el equipo y sus objetivos.
¿Cómo se dio el contacto con América? ¿Quién lo llamó?
Oreste Sangiovanni nos llamó cuando se dio cuenta de que Raúl Giraldo había comprado el Medellín. Ese día no le hicimos caso, pero meses después mi esposa me dijo: “Nosotros amamos mucho el Valle del Cauca, que nos lo ha dado todo, y a usted le gusta el América. Compremos unas deudas, las convertimos en acciones y ayudamos a sacar al equipo de la quiebra”. Así fue como empezamos a ser accionistas del club.
¿Con qué situación se encontró?
Encontramos un equipo ya saneado por la gran labor de Sangiovanni. Sacó al equipo de la Lista Clinton y de la quiebra en la que estaba. Hoy es uno de los equipos menos endeudados del fútbol colombiano. No tenemos caja, pero tampoco deudas.
¿Cuál es su concepto de Oreste Sangiovanni como presidente?
Un gran señor. Evitó la desaparición del América, creó los cimientos para que los que llegaran mejoraran la situación del equipo, ya sin problemas jurídicos. Compartimos un año en junta directiva y fue respetuoso de mis opiniones y las de los otros. Me apoyó en muchas ideas que llevé. Algunas personas no tienen el mismo concepto porque no alcanzó el ascenso, pero le tocó difícil porque le tocó administrar pobreza. Fue un presidente que no cobró salario y que con su hermano José y el ingeniero Osberth Orozco pagaron en algunas oportunidades la nómina de sus bolsillos.
¿Cómo quedó conformada la junta directiva de América de Cali?
Soy la cabeza visible del grupo familiar que represento, el cual es el mayor accionista. Pero seré el presidente de la junta cuando se posesione el gerente corporativo deportivo, Julián Vásquez. Conformamos un equipo bueno, con expertos, personas que aman la institución y cuyo único interés es apoyarnos para llevarla al ascenso y devolverle la grandeza de antes. En el área administrativa y financiera, la gerente será Nayibe Valencia, experta financiera. También nos acompañarán Leopoldo Romero, Pedro Barona, consultor de empresas y asesor nuestro desde hace 20 años. Además de Óscar Córdoba y Harold Lozano, exjugadores del club.
¿De dónde surgió la idea de traer exjugadores?
Por América han pasado grandes jugadores que hoy son ídolos y que han querido aportarle al equipo que aman y al que les duele ver tantos años en la B. Por esta razón me he reunido con Freddy Rincón, Frankie Oviedo, Álex Escobar, Anthony De Ávila y Alexis Viera, a quien quise vincular. Con Julián Vásquez me reuní en Medellín y me ofreció el apoyo como entrenador de delanteros. Dialogando con él me di cuenta de que, además de su conocimiento como jugador, es también administrador de empresas, experto en manejo de inferiores y coach deportivo, por eso le pedí que se fuera preparando, investigando, y se apoyara en Eduardo Silva, presidente del DIM, quien fue compañero de universidad, para que él sea mi gerente corporativo.
¿Cuáles son sus objetivos?
El principal: el ascenso. En los próximos años esperamos estar entre los mejores de la A, estar en torneos internacionales, tener una sede deportiva y un museo.
¿Y algún proyecto de mercadeo?
Tenemos ideas para recuperar algunos hinchas que se nos han alejado y cautivar esta maravillosa hinchada que no abandona a su equipo a pesar de tantos años en la B. Vamos a apoyar las barras para que se organicen, se autodepuren, erradiquen la violencia y sean las barras más pacíficas del país. Los vamos a carnetizar.
Hernán Torres está pidiendo refuerzos. ¿Cuáles serán?
Reforzaremos lo que sea necesario para tener un buen equipo que nos permita lograr el ascenso con tranquilidad y sin las afugias que hemos sufrido este año dentro de nuestro presupuesto, pero todavía no hemos hablado nada.