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A tres días de que inicie la Copa Mundial Femenina de fútbol en Canadá, una polémica más se suma al escándalo que ha protagonizado la FIFA desde la semana pasada. Esta vez, la discusión surge a partir de una normativa que les exige a las jugadoras del torneo demostrar que son mujeres. Este examen, que es considerado por expertas y por las propias deportistas como humillante, tiene como objetivo cumplir el punto cuatro del reglamento de la FIFA con respecto a la verificación de género en términos estrictamente biológicos: las competencias de hombres solo las pueden jugar futbolistas de sexo masculino, y las de mujeres, las de sexo femenino.
Consultada por el periodista de El Pais Javier Salas, la especialista en bioética de la Universidad de Stanford, Katrina Karkazis, considera que esta política tiene el riesgo de caer en un abuso en contra de las mujeres que no se ajusten a los parámetros de la feminidad mediante el sometimiento a indagaciones humillantes. La científica hace referencia a lo estipulado por el reglamento de la FIFA en el que, ante cualquier anomalía de las características sexuales secundarias en una futbolista, como pechos y caderas anchas, vello corporal y musculatura de hombre, se puede iniciar una investigación a fondo para explicar la razón de estos atributos.
“Karkazis lleva mucho tiempo denunciando los criterios anticientíficos que organismos como el Comité Olímpico Internacional (COI) y la Asociación Internacional de Atletismo (IAAF) usan para tratar como a tramposas a mujeres, por ejemplo, con exceso de testosterona en sus cuerpos, como la corredora sudafricana Caster Semenya”, explica el periodista Salas, quien agrega que para Karkazis, el criterio de la FIFA es todavía más irracional pues si una mujer se opone a realizarse exámenes para probar su sexo, será sancionada o suspendida.
La reglamentación de la FIFA se basa en el argumento que dice que ser hombre es una ventaja en competencias de mujeres. Por eso, después de aprobar en 2011 la verificación de sexo, la Federación divulgó una circular en donde explicaba que las hormonas androgénicas, es decir la testosterona, tiene efectos que mejoran el rendimiento y pueden proporcionar una ventaja al jugar fútbol. “Pero se trata de un planteamiento que choca con lo que la ciencia nos ha permitido saber: no hay un nivel de testosterona que determine que un humano es hombre o mujer. Ni testosterona ni otra hormona”, agrega Salas.
Victoria Ley, responsable de Salud y Deporte del Consejo Superior de Deportes de España, le explicó a El País que establecer el sexo de una persona depende de muchos factores como la genética, la epigenética, el desarrollo, el entorno y las circunstancias que pueden ocurrir durante la vida de cada persona. A este planteamiento se le uno lo planteado por Karkazis, quien asegura que no existe ningún marcador biológico que determine el sexo de una futbolista o cualquier humano y que además, se trata de una controversia que termina siendo de carácter ético y social sobre cómo entendemos y enmarcamos la diversidad humana.
Uno de los casos más emblemáticos de los efectos de practicar este tipo de exámenes, afectó a la futbolista surcoreana Park Eun-Sun en 2013. Con 1,80 metros de altura y una contextura corporal similar a la de un hombre, seis entrenadores de la liga coreana de fútbol levantaron las sospechas de su verdadero sexo. Después de pasar por las pruebas y demostrar que sí es mujer, Park Eun-Sun confesó la humillación por la que tuvo que pasar pero también su interés de seguir haciendo lo que más le gusta.
Vea el artículo original en: http://elpais.com/elpais/2015/06/01/ciencia/1433159953_245845.html