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En la final de la Copa Libertadores, Reinaldo Rueda llegó al Atanasio Girardot sonriente, al lado de su segundo, Bernardo Redín. Es la misma sonrisa que le acompaña desde el día de su presentación, en junio de 2015, la que lució antes de debutar con la eliminación de la Copa Colombia ante Atlético Júnior cuando anunció que, el equipo estaba adquiriendo una identidad y un estilo. “Lo que queremos en este momento es consolidar un grupo base y seguirlo trabajando”. Y lo logró. Se coronó campeón de la Liga, de la Superliga y de la Copa Libertadores. Ahora pelea por la Copa Sudamericana, el torneo colombiano y la copa. Pero su anhelo más grande es el Mundial de Clubes. Aún quedan un par de meses. Aún así, por todo lo que está haciendo France Football lo nominó como mejor entrenador del año.
Si el técnico vallecaucano ha llegado a estar preocupado en algún momento de la temporada, nunca se le ha notado. Siempre ganó la ilusión y esa frase de: “está todo centralizado en la Libertadores. Para nosotros, como cuerpo técnico, es la prioridad por lo que significa Nacional para el fútbol colombiano”. Y como lo dijo, lo cumplió. No llegaron a esa final por sorpresa. Esa era la meta del cuadro antioqueño, incluso desde la era Juan Carlos Osorio, quien terminó despidiéndose de los aficionados sin lograr el tan anhelado torneo continental. Le ficharon para eso, sí, para devolver al cuadro antioqueño a lo más alto de Sur América.
Su nombre quedó en los anaqueles de la Selección de Honduras, a la que llevó al Mundial de Sudáfrica 2010, quedó —en una menor escala— en la historia de Ecuador, con la que clasificó al Mundial de Brasil 2014. Es un técnico dedicado y con oficio, aprendiz del método de entrenamientos alemán y que se dedicó, en esos meses tras su salida del seleccionado ecuatoriano a observar el entrenamiento, la metodología, los componentes y acentos del trabajo de Norbert Elgert, exjugador profesional de 58 años que desde hace 19 temporadas trabaja con Schalke 04 y fue nombrado en 2015, el entrenador del año en el país de los campeones mundiales. Bajo su dirección han pasado talentos como Mezut Özil, Manuel Neuer, Bendikt Howedes y Julian Draxler.
La Libertadores fue un titulo con el que emuló a Francisco Maturana y Luis Fernando Montoya, los anteriores técnicos colombianos en lograr coronarse campeones de este torneo continental. Con tranquilidad, sin presumir de nada, sin darse importancia. Lo hizo sin montar incendios, dejando libertad a sus jugadores y creando un fuerte vínculo con ellos. Dejando claro que la mano fuerte y el látigo no son necesarios para alcanzar los objetivos de la temporada. La ilusión de Rueda, sí. Se lo han reconocido todos. Sebastián Pérez, quien fue uno de los pilares de este equipo lo resumió así a comienzo de año: “El profe Rueda me dijo que quería ver lo mejor de mí, estoy muy agradecido con él porque me dio la oportunidad”.
Los jugadores siempre lo han visto como a una persona de la cual pueden aprender mucho. Desde el primer día encabezó las carreras continuas en Guarne. Miraba los entrenamientos desde fuera e intervenía lo justo. Pocas palabras, pero efectivas. Y, después de las sesiones de trabajo, nunca regresaba a su despacho sin antes mirar y hablar con unos y otros. Para Rueda este era su desafío número uno. “La Copa Libertadores es nuestra Champions. Y queremos ganarla”, dijo antes del debut en el torneo continental a El Espectador. Sus prioridades no han cambiado y aunque su nombre es vinculado en selecciones nacionales es claro al respecto: “Estoy para Atlético Nacional y solo cuando termine mi vinculación podré pensar en otra situación”.