Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Le costó, se estrelló, dudó de sí mismo, alcanzó a pensar que no estaba hecho para competir en el escalón más alto del ciclismo... se habló mucho de él. La vara era muy alta para quien es una de las tres portadas de la “nueva generación” de grandes ciclistas colombianos, junto con Santiago Buitrago (Bahrain) y Éiner Rubio (Movistar), sobre todo después de esa imperial actuación en el Giro de Italia Sub 23 de 2019, que ganó acompañado por Rubio en el segundo lugar y por Juan Diego Alba en el tercer escalón del podio. Una de las carreras más memorables en la historia del ciclismo colombiano.
Las entrevistas, el fichaje con el UAE Emirates, las comparaciones con Egan Bernal, quien un mes después se convertiría en el primer colombiano en ganar el Tour de Francia, todo. Pero los tiempos de todos son distintos. El primer año fue un latigazo personal para él, no pudo seguir el ritmo de las carreras. El segundo ha sido la transición a enchufarse con ese ritmo continuo, pero endiablado, al que muy pocos pueden entrar.
“Llegaba a las carreras siendo el número 1, todos me decían: ‘Bueno, vienes de ganar, eres el llamado a ganarlas’. Y al final no podía responder. Después de ese año me desanimé mucho, incluso llegué a pensar que no tenía la capacidad de andar a ese ritmo. Fue muy frustrante pasar de ganar un Giro de Italia a no terminar las carreras, me costó mucho el nivel”, reconoció Ardila en entrevista con El Espectador.
Lea: La historia de Santiago Umba, el ahijado de Nairo Quintana
Proceso. Y se sincronizó con la frecuencia y el ritmo World Tour luego de su impecable actuación en la pasada Vuelta a Burgos, en la que fue 11 en la clasificación general y tercero en la de los jóvenes, solo después de Buitrago y Rubio, señales... Y el símbolo final para demostrarle más que al mundo, a él mismo, que sí, que puede estar entre los mejores.
“Me tocó darle vuelta a la página, analizar, recapacitar y pensar todo lo que he luchado para estar aquí. Solo tengo 22 años y una larga vida por recorrer. Lo de la Vuelta a Burgos me empujó, me ayudó a recuperar la confianza que había perdido... ver que ya estoy ahí, que solo son mínimas las cosas que faltan por mejorar lo es todo. Sé que pronto van a llegar esas victorias que tanto yo como Colombia están esperando”.
El llamado para ser el jefe de filas de la selección colombiana en el Tour de l’Avenir, el Tour de Francia para menores de 23 años, llegó con mucha ilusión para buscar un resultado que le siga dando ese valor fundamental del ciclismo que tanto le había faltado este tiempo: la confianza. Y hoy, con la llegada de la alta montaña, buscará ser uno de los máximos protagonistas. El corredor del UAE Emirates, tras algunos cortes con el viento en los abanicos, lluvias y sufrimiento en la carretera llana, está ubicado a seis minutos del líder, el neerlandés Mick van Dijke. Dos compañeros suyos completan el podio y otros dos más integran el top 10. Ha sido un monopolio de los Países Bajos. Pero ya llegó la alta montaña...
Todo luego de una lesión muscular que lo bajó más de un semestre de la bicicleta y que lo privó de competir en el Tour de l’Avenir de 2019, tras su hazaña en el Giro. “Obviamente llegué a Europa pensando que acababa de ganar el Giro y juraba que todo iba a ser igual, que iba a atacar, a sentirme con ese poderío y nada, no, las cosas fueron totalmente diferentes. Es otro ciclismo y toca trabajar mucho para estar al nivel de los mejores”.
Un mundo diametralmente opuesto al ciclismo colombiano, que no es cerebral ni armónico, es loco. “Esa es la palabra, en Colombia es loco, al ataque siempre. Aquí es más tranquilo, pero a ritmo. El tema es que ese “ritmo” es mucho más alto al de Colombia, por eso es tan duro aquí. Cuando estaba haciendo la Criterium Dauphiné, la carrera previa del Tour de Francia, tú en Colombia subes con cuatro o cinco favoritos, aquí vas con 50”.
En el UAE Emirates han tenido paciencia. Su entrenador Yeyo Corral ha sido vital en este proceso de acondicionamiento. Y Matxin, su director, con la conciencia de que tiene un ganador in the making no quiere acelerarlo, esa es la razón por la cual no lo mandaron a trabajar para nadie en ninguna de las tres grandes vueltas.
Lea: Ser velocista en Colombia: ¿una mala idea?
El año pasado vivía en Pamplona (España), una ciudad sin muchas montañas, en la que tenía que recorrer demasiados kilómetros para hacer una trepada. Por temas de regulación sanitaria para viajar a su país tuvo que mudarse a Andorra, lugar donde viven varios ciclistas colombianos. “Allí las montañas te quedan en la puerta de la casa, estoy más amañado, pero estar lejos, sobre todo con los resultados que tenía, no fue fácil”.
Ha progresado en la contrarreloj tras sus trabajos específicos en la bicicleta de crono, pero sabe que le falta utilizarla con mayor regularidad para recortar distancias. Aunque su tercer puesto en la contrarreloj de los pasados nacionales de ruta, solo por detrás de Wálter Vargas (2:14) y Diego Camargo (1:17), es un gran indicio. “Todavía pierdo mucho tiempo, monto poco en la bici de crono, igual he mejorado. Pero debo seguir trabajando para que cuando vaya a una gran vuelta no pierda tanto tiempo si la estoy disputando”.
La incursión y progresión de Camilo Ardila en los lugares de privilegio del World Tour es una de las mejores noticias del año en el ciclismo colombiano. También es un precedente para los demás colombianos detrás de él, a quienes también les ha costado la adaptación. “Todo es un proceso. Nunca pierdan la fe, crean en su potencia, no hay que desfallecer. Detrás de los momentos difíciles siempre se esconde algo bueno”, sentenció el campeón del Giro de Italia Sub 23 de 2019. Un rótulo del que se empezará a hablar menos. Menos del pasado y más del presente. Y del futuro.
Por: Thomas Blanco- @thomblalin