Las denuncias por violencia sexual en el equipo de fútbol femenino Besser
Cuatro jugadoras del club capitalino denunciaron al entrenador Sebastián Rodríguez por presunto acoso y acto sexual. Rodríguez había sido recientemente designado como técnico de la Selección de Bogotá Sub-13, pero renunció al cargo.
Paula Casas Mogollón
Hace unos meses Diego* se enteró de un caso de acoso sexual, en el que se señalaba presuntamente al entrenador del club donde practica fútbol su hija Violeta*, de 17 años. La alerta le llegó por un mensaje en el grupo que tienen en WhatsApp los papás de las jugadoras. La primera medida que tomó Diego fue contarle a Violeta la historia: el profesor de su equipo le estaba pidiendo fotos de sus partes íntimas a una de sus compañeras, una menor de su misma edad. Violeta, en medio de la incertidumbre, le sostuvo a su papá que eso era imposible, pues señalaba que su profesor era incapaz de hacerlo y le reiteró que ella no había notado algo inusual.
Ese profesor que está siendo denunciado es Sebastián Rodríguez, hijo de Pedro Rodríguez, extécnico y fundador del equipo Besser, un club capitalino que ha servido como escuela de formación de las mejores futbolistas del país, como Leicy Santos o Gabriela Huertas. Diego asegura a El Espectador que Sebastián era muy amable, que siempre estaba presto a ayudar a las familias. “Nunca dejaba a mi hija sola, ni en los entrenamientos, ni en los torneos. Pero, cuando no podía estar con ella, Sebastián se ofrecía a cuidarla, a acompañarla o a recogerla. Confiábamos mucho en él. Las niñas lo querían mucho, se había ganado la confianza de ellas”, dice a este diario.
A pesar de que, cuenta Diego, Sebastián se había ganado el respaldo y el respeto de la mayoría de jugadoras del club Besser, entre ellas Violeta, los padres seguían pendientes. Una noche, pocos meses después de ese caso que conoció por WhatsApp, la madre de violeta notó algo inusual: a su hija le estaban llegando mensajes de Sebastián en la madrugada, chats que, añade Diego, no eran muy usuales entre un profesor y su alumna. “Ella (Violeta) no se dio cuenta y dejó abierta su cuenta de Instagram en el celular de su mamá. Ahí notamos que Sebastián le estaba pidiendo fotos de sus partes íntimas. Yo rápidamente le dije a la mamá que guardara todas esas pruebas”, afirma Diego en diálogo con El Espectador.
Al día siguiente, Diego habló con Violeta y le preguntó, una vez más, por qué se estaban intercambiando esos mensajes con Sebastián. Ella, en medio de la conversación, alcanzó a alertar al profesor: “mis papás ya saben todo”, fue el último chat que le escribió Violeta a Sebastián. “Borraron todas las conversaciones de WhatsApp y de Instagram, pero no contaban con que yo había guardado las capturas de pantalla para poner la denuncia”, recuerda Diego, quien en medio de la confusión le pidió a Violeta ir al médico y luego a la Fiscalía a poner la denuncia. En medio del proceso psicológico, Violeta le contó a Diego que había sido abusada, pero no por quién.
“Ella, en medio de su llanto, le dijo a la mamá que la habían abusado al salir del colegio. Nunca logramos comprobar si fue un abuso sexual o físico”, apunta Diego. Este hecho llevó a que la confianza entre Sebastián y Violeta creciera, pues fue la única persona a la que ella le contó todo lo que estaba viviendo. “Él se hacía pasar como el confidente, el amigo, esa persona que siempre la iba a apoyar. La convenció tanto de esto que la idea de Violeta de familia, de acuerdo con los psicólogos, es Sebastián y el club Besser, no la mamá, ni el hermano, ni yo”, dice Diego. Por eso, agrega, al hacer la denuncia ante la Fiscalía, Violeta entró en depresión. “Trató de suicidarse dos veces porque creía que estaba acabando con la vida y reputación de Sebastián y del equipo”.
Esa misma estrategia de ganarse la confianza que empleó con Violeta, apunta Diego, la trató de usar Sebastián con Brenda*, otra de las futbolistas de Besser. “Diego nos contó lo que estaba pasando con Violeta, nos asustamos y le preguntamos a Brenda si alguna vez Sebastián se había sobrepasado con ella o si le había pedido alguna de estas fotos”, comenta Gabriel*, papá de Brenda. La jugadora le confesó que en más de una ocasión Sebastián le había pedido que llevara unos balones hasta un salón en el club Colsubsidio de la 195, donde entrenan. “En este lugar no hay cámaras y Brenda nos dijo que él aprovechaba para acorralarla y acosarla”, dice Gabriel.
Antes de que la Fiscalía tomara la declaración de Brenda, Gabriel cuenta que ella les comentó que en uno de los viajes a Pereira, donde iban a disputar un torneo, Sebastián la tocó en más de una oportunidad sin su consentimiento. Ambos papás denunciaron al entrenador en la Fiscalía por delitos sexuales. Junto a Brenda y Violenta, otras dos menores de edad contaron haber pasado por situaciones similares. Es decir, son cuatro jugadoras que han contando sus versiones.
En un derecho de petición, firmado por los cuatro padres, se asegura que “los abusos, vejámenes y humillaciones a las que han sido sometidas nuestras hijas son inconcebibles”, por eso solicitan la intervención de María Isabel Urrutia, designada recientemente como ministra del Deporte.
¿Qué dice el club Besser?
Una vez Diego puso la denuncia ante la Fiscalía, le pidió a Pedro Rodríguez, papá de Sebastián y dueño del Besser, y a su esposa que no le enviaran más mensajes a Violeta. “Por WhatsApp le escribían que Sebastián estaba muy mal, muy triste y que se la pasaba con una chaqueta que mi hija le trajo de algún torneo. Lo hacían para crear en ella remordimiento y que nos pidiera quitar la denuncia”, asegura Diego, quien recuerda que un día Pedro fue hasta su portería a excusarse por toda la situación por la que estaba atravesando Violeta. Pero, a los pocos días, un sábado, Pedro citó a todos los padres del equipo para asegurarles que en el club no estaba pasando nada.
“Nos avisaron de esa reunión y salimos corriendo para llegar. Primero entró Gabriel, estaba muy alterado, a contar lo que había pasado con Brenda”, dice Diego. Luego, Gabriel salió al parqueadero y, dentro de su carro, empezó a llorar del mal genio. Diego le golpeó en la ventana para preguntarle por lo que había pasado. Diego, al conocer la situación, entró indignado al salón. “Les dije que les contaba los hechos porque si los primeros papás hubieran denunciado ante la Fiscalía, nuestras hijas no estarían atravesando esto”, dice Diego. Algunos de los asistentes, añade Gabriel, llegaron a insinuar que su propósito era organizar un nuevo equipo con las jugadoras de Besser.
Este diario se comunicó con Pedro Rodríguez para conocer su versión. Al preguntarle sobre las cuatro denuncias que están en la Fiscalía por delitos sexuales, el dueño del Besser asegura que está esperando la autorización de su abogado para poder tener una conversación sobre este tema. Sebastián Rodríguez también fue contactado, pero no atendió la solicitud.
Este es el documento enviado a la ministra del Deporte:
Esta fue la carta que le enviaron a los padres y las deportistas sobre la renuncia de Sebastián Rodríguez como técnico de la selección de Bogotá Sub 13:
* Los nombres de las jugadoras y de los padres fueron cambiados por petición de los denunciantes.
Hace unos meses Diego* se enteró de un caso de acoso sexual, en el que se señalaba presuntamente al entrenador del club donde practica fútbol su hija Violeta*, de 17 años. La alerta le llegó por un mensaje en el grupo que tienen en WhatsApp los papás de las jugadoras. La primera medida que tomó Diego fue contarle a Violeta la historia: el profesor de su equipo le estaba pidiendo fotos de sus partes íntimas a una de sus compañeras, una menor de su misma edad. Violeta, en medio de la incertidumbre, le sostuvo a su papá que eso era imposible, pues señalaba que su profesor era incapaz de hacerlo y le reiteró que ella no había notado algo inusual.
Ese profesor que está siendo denunciado es Sebastián Rodríguez, hijo de Pedro Rodríguez, extécnico y fundador del equipo Besser, un club capitalino que ha servido como escuela de formación de las mejores futbolistas del país, como Leicy Santos o Gabriela Huertas. Diego asegura a El Espectador que Sebastián era muy amable, que siempre estaba presto a ayudar a las familias. “Nunca dejaba a mi hija sola, ni en los entrenamientos, ni en los torneos. Pero, cuando no podía estar con ella, Sebastián se ofrecía a cuidarla, a acompañarla o a recogerla. Confiábamos mucho en él. Las niñas lo querían mucho, se había ganado la confianza de ellas”, dice a este diario.
A pesar de que, cuenta Diego, Sebastián se había ganado el respaldo y el respeto de la mayoría de jugadoras del club Besser, entre ellas Violeta, los padres seguían pendientes. Una noche, pocos meses después de ese caso que conoció por WhatsApp, la madre de violeta notó algo inusual: a su hija le estaban llegando mensajes de Sebastián en la madrugada, chats que, añade Diego, no eran muy usuales entre un profesor y su alumna. “Ella (Violeta) no se dio cuenta y dejó abierta su cuenta de Instagram en el celular de su mamá. Ahí notamos que Sebastián le estaba pidiendo fotos de sus partes íntimas. Yo rápidamente le dije a la mamá que guardara todas esas pruebas”, afirma Diego en diálogo con El Espectador.
Al día siguiente, Diego habló con Violeta y le preguntó, una vez más, por qué se estaban intercambiando esos mensajes con Sebastián. Ella, en medio de la conversación, alcanzó a alertar al profesor: “mis papás ya saben todo”, fue el último chat que le escribió Violeta a Sebastián. “Borraron todas las conversaciones de WhatsApp y de Instagram, pero no contaban con que yo había guardado las capturas de pantalla para poner la denuncia”, recuerda Diego, quien en medio de la confusión le pidió a Violeta ir al médico y luego a la Fiscalía a poner la denuncia. En medio del proceso psicológico, Violeta le contó a Diego que había sido abusada, pero no por quién.
“Ella, en medio de su llanto, le dijo a la mamá que la habían abusado al salir del colegio. Nunca logramos comprobar si fue un abuso sexual o físico”, apunta Diego. Este hecho llevó a que la confianza entre Sebastián y Violeta creciera, pues fue la única persona a la que ella le contó todo lo que estaba viviendo. “Él se hacía pasar como el confidente, el amigo, esa persona que siempre la iba a apoyar. La convenció tanto de esto que la idea de Violeta de familia, de acuerdo con los psicólogos, es Sebastián y el club Besser, no la mamá, ni el hermano, ni yo”, dice Diego. Por eso, agrega, al hacer la denuncia ante la Fiscalía, Violeta entró en depresión. “Trató de suicidarse dos veces porque creía que estaba acabando con la vida y reputación de Sebastián y del equipo”.
Esa misma estrategia de ganarse la confianza que empleó con Violeta, apunta Diego, la trató de usar Sebastián con Brenda*, otra de las futbolistas de Besser. “Diego nos contó lo que estaba pasando con Violeta, nos asustamos y le preguntamos a Brenda si alguna vez Sebastián se había sobrepasado con ella o si le había pedido alguna de estas fotos”, comenta Gabriel*, papá de Brenda. La jugadora le confesó que en más de una ocasión Sebastián le había pedido que llevara unos balones hasta un salón en el club Colsubsidio de la 195, donde entrenan. “En este lugar no hay cámaras y Brenda nos dijo que él aprovechaba para acorralarla y acosarla”, dice Gabriel.
Antes de que la Fiscalía tomara la declaración de Brenda, Gabriel cuenta que ella les comentó que en uno de los viajes a Pereira, donde iban a disputar un torneo, Sebastián la tocó en más de una oportunidad sin su consentimiento. Ambos papás denunciaron al entrenador en la Fiscalía por delitos sexuales. Junto a Brenda y Violenta, otras dos menores de edad contaron haber pasado por situaciones similares. Es decir, son cuatro jugadoras que han contando sus versiones.
En un derecho de petición, firmado por los cuatro padres, se asegura que “los abusos, vejámenes y humillaciones a las que han sido sometidas nuestras hijas son inconcebibles”, por eso solicitan la intervención de María Isabel Urrutia, designada recientemente como ministra del Deporte.
¿Qué dice el club Besser?
Una vez Diego puso la denuncia ante la Fiscalía, le pidió a Pedro Rodríguez, papá de Sebastián y dueño del Besser, y a su esposa que no le enviaran más mensajes a Violeta. “Por WhatsApp le escribían que Sebastián estaba muy mal, muy triste y que se la pasaba con una chaqueta que mi hija le trajo de algún torneo. Lo hacían para crear en ella remordimiento y que nos pidiera quitar la denuncia”, asegura Diego, quien recuerda que un día Pedro fue hasta su portería a excusarse por toda la situación por la que estaba atravesando Violeta. Pero, a los pocos días, un sábado, Pedro citó a todos los padres del equipo para asegurarles que en el club no estaba pasando nada.
“Nos avisaron de esa reunión y salimos corriendo para llegar. Primero entró Gabriel, estaba muy alterado, a contar lo que había pasado con Brenda”, dice Diego. Luego, Gabriel salió al parqueadero y, dentro de su carro, empezó a llorar del mal genio. Diego le golpeó en la ventana para preguntarle por lo que había pasado. Diego, al conocer la situación, entró indignado al salón. “Les dije que les contaba los hechos porque si los primeros papás hubieran denunciado ante la Fiscalía, nuestras hijas no estarían atravesando esto”, dice Diego. Algunos de los asistentes, añade Gabriel, llegaron a insinuar que su propósito era organizar un nuevo equipo con las jugadoras de Besser.
Este diario se comunicó con Pedro Rodríguez para conocer su versión. Al preguntarle sobre las cuatro denuncias que están en la Fiscalía por delitos sexuales, el dueño del Besser asegura que está esperando la autorización de su abogado para poder tener una conversación sobre este tema. Sebastián Rodríguez también fue contactado, pero no atendió la solicitud.
Este es el documento enviado a la ministra del Deporte:
Esta fue la carta que le enviaron a los padres y las deportistas sobre la renuncia de Sebastián Rodríguez como técnico de la selección de Bogotá Sub 13:
* Los nombres de las jugadoras y de los padres fueron cambiados por petición de los denunciantes.