Mano de Piedra Durán: “Antes se peleaba por orgullo”
Entrevista con Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán. Es considerado uno de los mejores boxeadores de la historia. Ganó 103 peleas y consiguió cuatro títulos mundiales en diferentes categorías. Dice que ya no hay verdaderos peleadores y que los boxeadores en la actualidad hacen todo por plata.
Mariano Olsen
Muchos expertos lo consideran como el mejor boxeador latinoamericano de todos los tiempos y las estadísticas parecen respaldar semejante valoración: durante casi 30 años de carrera profesional el panameño Roberto Durán ganó 103 de las 119 peleas que disputó (70 de ellas por la vía del nocáut) y obtuvo cuatro títulos mundiales en diferentes categorías.
Inolvidables serán por siempre las míticas batallas que libró arriba del cuadrilátero ante rivales de la talla de Sugar Ray Leonard, Marvin Maravilla Hagler, Pipino Cuevas, Tommy Hearns y tantos otros boxeadores que con su talento y guapeza convirtieron los años 80 en la década de oro del boxeo mundial.
Hoy, a los 57 años, Mano de Piedra Durán es una fuente obligada de consulta para analizar, a pedido de El Espectador, la opaca actualidad que presenta la actividad boxística y desde la imponente mansión de El Cangrejo, que habita en la ciudad de Panamá, hace gala de esa afabilidad y verborragia incontenible que lo acompañó en su dilatada trayectoria.
Cada frase, cada reflexión que sale de su boca se convierte en una sentencia contundente y cargada de acidez.
¿Qué opinión tiene sobre el boxeo actual?
Hoy el boxeo es un gran negocio, puro negocio de plata. Si me ganas, me ganas, si te gano, te gano, ¿quieres revancha? Quiero más plata y eso es todo lo que está pasando en la actualidad. Ahora los boxeadores quieren pelear menos y ganar mucho más dinero, ellos no gozan del boxeo.
¿Y el panorama en su época no era el mismo?
No señor, antes se peleaba por el orgullo propio, por la patria, por el amor a ganar. Nosotros peleábamos por la satisfacción de ser campeones, de ser los mejores y ojo, que lo que nos pagaban no era gran cosa. Nuestra meta era ganar, ganar y ganar, porque cuanto más combates ganábamos más grandes éramos y más respeto imponíamos sobre nuestros rivales.
Y a usted le tocó enfrentar rivales bien difíciles…
Claro, porque no había contrincante suave, todos eran duros: Leonard, Barkley, Buckanan, Hearns, Hagler, Camacho, todos difíciles. Yo logré destacarme porque tenía sabiduría en el ring. Esa es la virtud más importante dentro del boxeo por sobre la pegada y la fortaleza física que se tenga, porque un hombre débil le puede ganar a uno fuerte apelando a su sabiduría. El corazón y la garra no son suficientes para ser bueno en este deporte: aquí valientes somos todos, pero técnica y experiencia no todo el mundo tiene.
¿Hoy por hoy le gusta algún boxeador en particular?
No, ahora no hay boxeadores buenos. Ni siquiera ese Floyd Mayweather, que es un bulto que sólo venció a un poco de rivales peores que él. Los boxeadores son indisciplinados e irresponsables, por eso es que nunca me gustó ser entrenador.
¿Muchos piensan que el filipino Pacquiao es el mejor libra por libra después de vencer el sábado a Óscar de la Hoya?
Mire, le voy a decir una cosa: si esos dos hubieran peleado contra mí en los 80 ninguno hubiera podido ganarme, porque no tienen la capacidad ni la experiencia ni la pegada ni la fortaleza que yo tenía. Pacquiao no es malo, pero creo que no es un gran campeón. Yo le había apostado a De la Hoya, porque pelea más duro y es mucho mas rápido que Pacquiao, pero hay que reconocer que el filipino le dio una paliza inolvidable.
¿Por qué cuesta tanto encontrar valores carismáticos y taquilleros?
Lo que pasa es que al boxeo le falta show. Recuerdo a Héctor Macho Camacho, quien armaba un espectáculo solo con la ropa que usaba para subir al cuadrilátero. Lo mismo Bernard Hopkins, quien era el verdugo y salía con máscaras; todo eso llama la atención y a la gente le gusta no sólo ver a los grandes púgiles, sino también por el show extra que pueden ofrecer. Eso ahora ya no existe.
¿La influencia de la televisión ayuda o perjudica al boxeo moderno?
No tenga ninguna duda que beneficia y mucho a la difusión de la actividad. A un promotor no le preocupa para nada que la gente concurra a ver la pelea que organiza. Lo que le conviene es vender el pay per view (pagar para ver), ya que de esa manera se asegura una audiencia de más de 100 millones de personas en todo el mundo. Ese es el verdadero negocio.
¿Cuáles fueron sus peleas más importantes?
Contra Jeff Buckanan, cuando le quité el título mundial en 1972, y una que todos recuerdan frente a Sugar Ray Leonard, en Montreal (1980). Esa pelea la empecé a ganar meses antes cuando me lo crucé en un ascensor y no me pudo sostener la mirada. Me di cuenta de que me tenía miedo. Siempre ponía excusas para evitar el enfrentamiento. Lo malo fue que después de ese combate pasé varias semanas festejando en forma descontrolada y mi entrenador aceptó la revancha demasiado rápido; yo estaba pesando 225 libras y no estaba en condiciones de defender mi título.
¿Qué referencia tiene del boxeo colombiano?
Colombia es un país con tradición boxística. Recuerdo especialmente a Rodrigo Rocky Valdez, Miguel Happy Lora y a mi amigo Kid Pambelé. La mayoría de los valores colombianos están saliendo ahora mismo de Cartagena y Barranquilla. Eso es porque los boxeadores de la Costa son los más calientes para pelear, ya que son gente muy sufrida y echada para adelante, son más fajadores. A Colombia le pasa lo mismo que a Panamá: tiene campeones, pero que nadie los conoce porque son campeones de asociaciones sin prestigio, de las tantas que surgieron en las últimas décadas.
La semana pasada Pambelé tuvo una nueva recaída en su eterna lucha contra las adicciones y sus problemas mentales.
Sí, me enteré por la prensa y me apena mucho su situación. Pambelé ya se dio cuenta de que las drogas y el alcohol no conducen a nada positivo. Espero que logre recuperarse, que eche pa lante y se olvide del vicio, que es lo principal para iniciar una nueva vida.
La vida de Roberto Durán también ha sufrido momentos desagradables, especialmente en los últimos años. En 2001 protagonizó un accidente automovilístico en Buenos Aires que lo tuvo al borde de la muerte, además uno de sus cuñados le robó de su propia casa los históricos cinturones de campeón. “Tuve que recurrir a la justicia panameña para recuperarlos”, dice.
Pero nada martiriza más a Mano de Piedra que la pérdida de un anillo de oro con un valor sentimental incalculable…
“Me lo entregaron como reconocimiento a mi trayectoria cuando ingresé en el Salón de la Fama del Boxeo en Los Ángeles. En agosto pasado cuando asistí a los Juegos Olímpicos de Pekín como embajador deportivo de mi país lo dejé olvidado en la habitación del hotel. Cada vez que me lo mencionan tengo dolor de cabeza, me duele el corazón. Si alguien lo encuentra, por favor que me lo devuelva”.
¿A qué se dedica por estos días?
Viajo por todo el mundo firmando autógrafos y participo en cenas especiales. Ya para el otro año voy a comenzar con mi mujer Felicidad una empresa de promoción de boxeo que se llamará Hermanos Durán.
¿Existe algún joven con condiciones parecidas a las suyas?
Ante Dios pienso que cuando yo me muera va a nacer otro Durán, pero no sé dónde. Me gustaría que fuera panameño, pero es difícil. En el boxeo el más sinvergüenza y el que más huevos tiene hoy en día en el mundo, y es retirado, se llama Roberto Durán.
Muchos expertos lo consideran como el mejor boxeador latinoamericano de todos los tiempos y las estadísticas parecen respaldar semejante valoración: durante casi 30 años de carrera profesional el panameño Roberto Durán ganó 103 de las 119 peleas que disputó (70 de ellas por la vía del nocáut) y obtuvo cuatro títulos mundiales en diferentes categorías.
Inolvidables serán por siempre las míticas batallas que libró arriba del cuadrilátero ante rivales de la talla de Sugar Ray Leonard, Marvin Maravilla Hagler, Pipino Cuevas, Tommy Hearns y tantos otros boxeadores que con su talento y guapeza convirtieron los años 80 en la década de oro del boxeo mundial.
Hoy, a los 57 años, Mano de Piedra Durán es una fuente obligada de consulta para analizar, a pedido de El Espectador, la opaca actualidad que presenta la actividad boxística y desde la imponente mansión de El Cangrejo, que habita en la ciudad de Panamá, hace gala de esa afabilidad y verborragia incontenible que lo acompañó en su dilatada trayectoria.
Cada frase, cada reflexión que sale de su boca se convierte en una sentencia contundente y cargada de acidez.
¿Qué opinión tiene sobre el boxeo actual?
Hoy el boxeo es un gran negocio, puro negocio de plata. Si me ganas, me ganas, si te gano, te gano, ¿quieres revancha? Quiero más plata y eso es todo lo que está pasando en la actualidad. Ahora los boxeadores quieren pelear menos y ganar mucho más dinero, ellos no gozan del boxeo.
¿Y el panorama en su época no era el mismo?
No señor, antes se peleaba por el orgullo propio, por la patria, por el amor a ganar. Nosotros peleábamos por la satisfacción de ser campeones, de ser los mejores y ojo, que lo que nos pagaban no era gran cosa. Nuestra meta era ganar, ganar y ganar, porque cuanto más combates ganábamos más grandes éramos y más respeto imponíamos sobre nuestros rivales.
Y a usted le tocó enfrentar rivales bien difíciles…
Claro, porque no había contrincante suave, todos eran duros: Leonard, Barkley, Buckanan, Hearns, Hagler, Camacho, todos difíciles. Yo logré destacarme porque tenía sabiduría en el ring. Esa es la virtud más importante dentro del boxeo por sobre la pegada y la fortaleza física que se tenga, porque un hombre débil le puede ganar a uno fuerte apelando a su sabiduría. El corazón y la garra no son suficientes para ser bueno en este deporte: aquí valientes somos todos, pero técnica y experiencia no todo el mundo tiene.
¿Hoy por hoy le gusta algún boxeador en particular?
No, ahora no hay boxeadores buenos. Ni siquiera ese Floyd Mayweather, que es un bulto que sólo venció a un poco de rivales peores que él. Los boxeadores son indisciplinados e irresponsables, por eso es que nunca me gustó ser entrenador.
¿Muchos piensan que el filipino Pacquiao es el mejor libra por libra después de vencer el sábado a Óscar de la Hoya?
Mire, le voy a decir una cosa: si esos dos hubieran peleado contra mí en los 80 ninguno hubiera podido ganarme, porque no tienen la capacidad ni la experiencia ni la pegada ni la fortaleza que yo tenía. Pacquiao no es malo, pero creo que no es un gran campeón. Yo le había apostado a De la Hoya, porque pelea más duro y es mucho mas rápido que Pacquiao, pero hay que reconocer que el filipino le dio una paliza inolvidable.
¿Por qué cuesta tanto encontrar valores carismáticos y taquilleros?
Lo que pasa es que al boxeo le falta show. Recuerdo a Héctor Macho Camacho, quien armaba un espectáculo solo con la ropa que usaba para subir al cuadrilátero. Lo mismo Bernard Hopkins, quien era el verdugo y salía con máscaras; todo eso llama la atención y a la gente le gusta no sólo ver a los grandes púgiles, sino también por el show extra que pueden ofrecer. Eso ahora ya no existe.
¿La influencia de la televisión ayuda o perjudica al boxeo moderno?
No tenga ninguna duda que beneficia y mucho a la difusión de la actividad. A un promotor no le preocupa para nada que la gente concurra a ver la pelea que organiza. Lo que le conviene es vender el pay per view (pagar para ver), ya que de esa manera se asegura una audiencia de más de 100 millones de personas en todo el mundo. Ese es el verdadero negocio.
¿Cuáles fueron sus peleas más importantes?
Contra Jeff Buckanan, cuando le quité el título mundial en 1972, y una que todos recuerdan frente a Sugar Ray Leonard, en Montreal (1980). Esa pelea la empecé a ganar meses antes cuando me lo crucé en un ascensor y no me pudo sostener la mirada. Me di cuenta de que me tenía miedo. Siempre ponía excusas para evitar el enfrentamiento. Lo malo fue que después de ese combate pasé varias semanas festejando en forma descontrolada y mi entrenador aceptó la revancha demasiado rápido; yo estaba pesando 225 libras y no estaba en condiciones de defender mi título.
¿Qué referencia tiene del boxeo colombiano?
Colombia es un país con tradición boxística. Recuerdo especialmente a Rodrigo Rocky Valdez, Miguel Happy Lora y a mi amigo Kid Pambelé. La mayoría de los valores colombianos están saliendo ahora mismo de Cartagena y Barranquilla. Eso es porque los boxeadores de la Costa son los más calientes para pelear, ya que son gente muy sufrida y echada para adelante, son más fajadores. A Colombia le pasa lo mismo que a Panamá: tiene campeones, pero que nadie los conoce porque son campeones de asociaciones sin prestigio, de las tantas que surgieron en las últimas décadas.
La semana pasada Pambelé tuvo una nueva recaída en su eterna lucha contra las adicciones y sus problemas mentales.
Sí, me enteré por la prensa y me apena mucho su situación. Pambelé ya se dio cuenta de que las drogas y el alcohol no conducen a nada positivo. Espero que logre recuperarse, que eche pa lante y se olvide del vicio, que es lo principal para iniciar una nueva vida.
La vida de Roberto Durán también ha sufrido momentos desagradables, especialmente en los últimos años. En 2001 protagonizó un accidente automovilístico en Buenos Aires que lo tuvo al borde de la muerte, además uno de sus cuñados le robó de su propia casa los históricos cinturones de campeón. “Tuve que recurrir a la justicia panameña para recuperarlos”, dice.
Pero nada martiriza más a Mano de Piedra que la pérdida de un anillo de oro con un valor sentimental incalculable…
“Me lo entregaron como reconocimiento a mi trayectoria cuando ingresé en el Salón de la Fama del Boxeo en Los Ángeles. En agosto pasado cuando asistí a los Juegos Olímpicos de Pekín como embajador deportivo de mi país lo dejé olvidado en la habitación del hotel. Cada vez que me lo mencionan tengo dolor de cabeza, me duele el corazón. Si alguien lo encuentra, por favor que me lo devuelva”.
¿A qué se dedica por estos días?
Viajo por todo el mundo firmando autógrafos y participo en cenas especiales. Ya para el otro año voy a comenzar con mi mujer Felicidad una empresa de promoción de boxeo que se llamará Hermanos Durán.
¿Existe algún joven con condiciones parecidas a las suyas?
Ante Dios pienso que cuando yo me muera va a nacer otro Durán, pero no sé dónde. Me gustaría que fuera panameño, pero es difícil. En el boxeo el más sinvergüenza y el que más huevos tiene hoy en día en el mundo, y es retirado, se llama Roberto Durán.