Mari Leivis Sánchez: Triunfar en las pesas era su destino
Turbo, en Antioquia, por poco no ve nacer a esta deportista hace 33 años, pero varias medallas son el recuerdo de su fuerza innata desde muy pequeña. Dos entrenadores la vieron y le cambiaron la vida. Aquí su historia.
María Angélica García Puerto
Cada vez que viene a la memoria el 9 de agosto de 2024 es imposible no emocionarse. Ese día, del otro lado de la pantalla, estaba Mari Leivis Sánchez en la competencia de Halterofilia en los Juegos Olímpicos de París. Solo quedaba un intento y los nervios estaban de punta. Concentrada, y con un último suspiro, su cuerpo levantó esos 145 kilogramos, logrando bañarse en plata y regalando una sonrisa de logro, mientras todo un país se llenaba de lágrimas de orgullo.
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Cada vez que viene a la memoria el 9 de agosto de 2024 es imposible no emocionarse. Ese día, del otro lado de la pantalla, estaba Mari Leivis Sánchez en la competencia de Halterofilia en los Juegos Olímpicos de París. Solo quedaba un intento y los nervios estaban de punta. Concentrada, y con un último suspiro, su cuerpo levantó esos 145 kilogramos, logrando bañarse en plata y regalando una sonrisa de logro, mientras todo un país se llenaba de lágrimas de orgullo.
Dicen que la fuerza de Mari provino de su fe en Dios, o quizá de los peinados con trenzas que ella se hace y adorna con un listón rojo, su color favorito, que siempre lleva para distinguirse de las otras participantes. Otros aseguran que está en sus medias. Esas de fondo blanco grabadas con la imagen de su personaje de anime favorito, Luffy, el protagonista de la serie “One Piece” que, como ella, tiene una fuerza sobrehumana, posee más elasticidad que los demás y fue entrenado por su abuelo para ser el mejor pirata.
Para su mamá, Erlinda Pirañán, la capacidad de su hija para levantar semejante peso proviene de una herencia familiar producto de los trabajos pesados en construcción que ella realizaba y las labores del campo del bisabuelo. Con una partera que la recibió y luchó para que respirara, Mari Leivis Sánchez es la mayor de seis hijos. Nació el 8 de octubre de 1991 en el barrio Brisas del Mar en Turbo, Antioquia.
En 1993, sus padres se mudaron al barrio Juan 23, donde pasó su infancia y parte de la adolescencia. Pero un buen día de 2004, cuando tenía 13 años, el profesor Geovanni Palacios la descubrió en una de sus visitas al colegio San Martín de Porres. Inmediatamente vio el talento en esa niña que corría, pero en primer lugar, para la lucha libre. Sin embargo, Mari no era la excepción en el deporte y la falta de apoyo económico para que ella y su entrenador vivieran en Medellín, el camino zanjado llegaba a su fin. Bueno, al menos en esa disciplina, porque el deporte siempre estaba ahí, como una sombra al rayo del sol.
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Pasado un año su hermana Raquel Sánchez regresaba de su entrenamiento de levantamiento de pesas, cuando la invitó para que la acompañara y, por qué no, se animara también a participar. Tras bambalinas de esa motivación estaba el profesor Geovanni, quien contactó a Raquel Salomé Correa, entrenadora desde 1997 en halterofilia, para avisarle algo que, dice ella, ya sabía desde un principio: Mari siempre había sido pesista.
“Me dijo, ‘¿Te acuerdas de la niña con la que coincidimos en el colegio?’. Le respondí que ‘sí’, que siempre le había seguido la huella. Entonces convencí a los papás y les hablé de la proyección que ella tenía. Ellos creyeron en mí y empezamos a trabajar”.
Fue así como Raquel se convirtió en la primera entrenadora de Mari Leivis. La formación anterior en la lucha libre, cuenta, facilitó el proceso en la halterofilia, logrando que a los 14 años registrara marcas en sus primeros levantamientos de 80 kilos y sumando, pues cada vez pedía más carga.
Su primera competencia fue en 2005, durante los Intercolegiados que se desarrollaron en Apartadó, donde se coronó como campeona. Desde ese día siguió cosechando frutos, destacándose entre otras deportistas durante los Juegos Departamentales y escalando rápidamente hasta integrar la selección de Antioquia juvenil de levantamiento de pesas. “Ella siempre ha venido ocupando los primeros o segundos lugares”, dice con orgullo su mamá.
Pero señalan que detrás de toda victoria también vienen momentos que se pueden sentir como derrotas e incertidumbre. Mari tuvo una pausa en su carrera por varias lesiones que la aquejaban y situaciones a nivel personal. No obstante, tal fue su pasión y fe en sí misma, que cuando parecía empezar de cero logró incluso imponer un récord en la modalidad de arranque, con 108 kilogramos, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Barranquilla 2018.
Y de ahí no paró. No había nada tan pesado en el mundo que ella y su tenacidad no pudieran levantar. La vieron en 2020, en el Campeonato Panamericano de Santo Domingo, así como en los Juegos Bolivarianos de Valledupar 2022, en los Suramericanos de Asunción del mismo año, en los Centroamericanos y el Caribe, y en los Panamericanos de Santiago, ambos en 2023. Finalmente, en 2024, conquistó el séptimo lugar en la Copa del Mundo de Levantamiento de Pesas en Tailandia y, con ello, el tiquete para las justas en París 2024, donde hizo historia.
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Los logros no vienen individuales y esta turbeña lo sabe más que nadie. Así como la caracterizan por su personalidad respetuosa, emocional, centrada y disciplinada, también es servicial. Su entrenadora Raquel Salomé Correa contó que oficialmente se creó la Fundación Mari Leivis Sánchez, con la que ahora apoyarán a nuevos talentos de Turbo y Apartadó.
“Sentí en su corazón esas ganas de devolver todo eso que la vida y el deporte le han regalado. Y esa es Mari, una persona llena de amor. De tantas cosas para dar, porque aunque Urabá es una cantera de deportistas, hay muy poco apoyo para tantos en la zona”, sentenció Correa.
Aunque por sus compromisos ha vivido distanciada de su familia y su hijo Ismael Elías, de cinco años, cada vez que se toma vacaciones las comparte con ellos. Mari Leivis, ese nombre que se lo puso su abuela, aún no tiene en sus planes el retiro. Antes de cada competencia se sigue encomienda a Dios, retoca su maquillaje y su peinado, y sale con sus manos untadas de yeso para alzar esa pesa con toda su fuerza, tal como lo hace Luffy.
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