50 años de la WTA: medio siglo cambiando el tenis
Hace cinco décadas nueve valientes mujeres se unieron para adoptar una postura única: buscar la igualdad en el deporte blanco. La suma de sus esfuerzos y el impacto duradero de las “Original 9″ ha permitido que el escenario actual sea esperanzador.
Valentina Fajardo
Nueve mujeres, cada una con un dólar, decidieron que era momento de rebelarse contra la desigualdad en el tenis y cambiar el papel de la figura femenina en el deporte. En 1970 y frustrada por el sexismo en el tenis, Billie Jean King reconoció la necesidad de que las mujeres unieran fuerzas formalmente para tomar el control de su destino.
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Junto a Rosie Casals, apodada La General por su convicción en sus decisiones, llamaron a Julie Heldman, Peaches Bartkowicz, Judy Dalton, Kerry Melville, Nancy Richey, Valerie Ziegenfuss y Kristy Pigeon y se convirtieron en las “nueve originales”.
El amanecer del cambio
Los años 70 estuvieron marcados por una rebelión contra en el tenis, con las jugadoras arriesgando sus carreras por una oportunidad de obtener mejores salarios y reconocimiento. En este periodo, Billie Jean King desempeñó un papel importante en la formulación de ideas, estrategias y acciones de los actores para que se involucraran.
Ante la amenaza de expulsión por parte de los órganos rectores tradicionales del deporte, lo que significaba ser despojadas de sus clasificaciones y de su elegibilidad para competir en los Slams o en equipos nacionales, las Nueve Originales mantuvieron la calma y firmaron contratos de un dólar para jugar en el equipo alternativo de Heldman.
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Desafiando las amenazas inminentes la decisión de las mujeres puso en marcha la formación del Virginia Slims Circuit, el precursor de la Womens Tennis Asociation (WTA) moderna. Durante tres años viajaron y participaron de sus propios torneos que, a pesar de ser profesionales, tenían un toque de la Era Amateur.
El 20 de septiembre de ese 1973, King venció a Bobby Riggs, un exjugador de los años 40, en el icónico partido conocido como “La Batalla de los Sexos”, demostrando que las mujeres están al mismo nivel deportivo de los hombres. La intención de King no era mostrase mejor, sino exigir respeto.
Trece meses después de la victoria de King sobre el Riggs, el Congreso aprobó la Ley de Igualdad de Oportunidades Crediticias. Desde los esfuerzos revolucionarios de las Nueve Originales hasta el establecimiento de la WTA y la creciente popularidad de la gira, que había jugado un papel en esta decisión y, a partir de ese año, por primera vez las mujeres tendrían su propia asociación.
1980: la era de las rivalidades
Mientras que los Nueve Originales luchaban la igualdad, se formaron jóvenes tenistas que empezaron a triunfar en todos los torneos. Sin duda dos de las más importantes de esta década fueron la estadounidense Chris Evert y Martina Navratilova, que iniciaron una rivalidad que ayudó a definir la historia del tenis femenino.
Para Evert y Navratilova, enfrentarse semana tras semana era solo parte de su vida. Como números 1 y 2 durante la mayor parte de sus carreras, nunca se esquivaron y les emocionaba tener a su amiga del otro lado de la cancha.
Chrissie, ahora de 63 años, perdió solamente cuatro de 25 partidos ante Navi, ahora de 61 años, en los primeros cinco años de su rivalidad, pero las cosas cambiaron en 1978. En julio de ese año, Navratilova puso fin al reinado de Evert como número uno al vencerla en la final de Wimbledon para conseguir su primer título individual significativo. Era su segundo encuentro en una final de Grand Slam y le seguirían 12 más.
De 1973 a 1988, Navratilova y Evert jugaron 80 veces, 60 de ellas en finales. Bjorn Borg y McEnroe jugaron 14 partidos entre sí durante su rivalidad épica; Rafael Nadal y Federer se enfrentaron 20 veces.
Catorce de sus encuentros fueron finales de Grand Slam, la primera de las cuales se produjo 15 meses después de que se enfrentaran en Akron: una victoria de Evert por 2–6, 6–2, 6–1 en la final de Roland Garros de 1975. Tras años en la cancha Navratilova lideró 43 a 37 al final de la rivalidad.
Graf vs. Seles: la rivalidad que terminó en tragedia
No hay duda de que Mónica Seles es uno de los mayores potenciales del tenis que nunca floreció por completo y su rivalidad con Steffi Graf quedó trancada. Con solo 19 años, la tenista de origen Yugosloavo ya había ganado ocho Grand Slam y se proyectaba que tendría una de las carreras más exitosas en la historia de este deporte.
Seles se convirtió en profesional con sólo 15 años y ganó el primer título de su carrera en el Abierto de Houston en 1989 y también alcanzó la semifinal del Abierto de Francia ese mismo año. A su corta edad apuntaba que sería la proxima gran estrella de su generación. Pero ella quería ir por un rival más grande e inicio una iconica rivalidad con la alemana Steffi Graf.
Stefanie Maria Graf, surgió como la verdadera sucesora de la legendaria Martina Navratilova en el tenis femenino a finales de los años 80. Graf tomó el puesto número uno del escalafón de manos de Martina en 1987 y tuvo una racha sin precedentes de 186 semanas consecutivas en la cima.
Parecía que la alemana era invenciblie y en 1988 logró algo historico. Graf alcanzó los cuatro Grand Slams en año calendario y se llevó la primera medalla de oro en tenis femenino desde 1924 en los Juegos Olimpicos de Seúl de ese año. Unicamente fue seriamente desafiada por Seles tres años más tarde, quien finalmente la superó en marzo de 1991 en la tabla de clasificación.
Jugaron 15 veces y Graf ganó 10. Pero sus encuentros en seis finales de Grand Slam (desde el Abierto de Francia de 1990 hasta el Abierto de Estados Unidos de 1996) se dividieron justo por la mitad, a 3-3. La rivalidad dio un giro oscuro en 1993 cuando un fan de Graf apuñaló a Seles en la cancha.
Seles regresó en 1995 e inmediatamente llegó a la final del US Open, donde Graf la derrotó por poco. Unos meses más tarde, ganaría el Abierto de Australia de 1996.
El ascenso y la lucha de las hermanas Williams
La historia del origen de dos de las mejores jugadoras de la historia nace en las malas calles de Compton, California, donde Venus y Serena Williams optaron por practicar un deporte poco convencional en la comunidad afroamericana. Sin embargo, a pesar de las adversidades tanto económicas como sociales, Richard, su padre, se encargó de formarlas.
Venus, la mayor de las Williams, se convirtió en profesional en 1994 y Serena un año después. La incineradora voluntad de ganar de Serena era una de las cosas más fascinantes de ella. El poder que ambas hermanas aportaron al juego era paralizante, es especial cuando se disparaban la una a la otra.
Con su asenso tan rápido en la canchas, sabían que debían usar su visibilidad en pro de la igualdad y los derechos de las comunidades a las que pertenecían. Venus fue la primera mujer negra en ocupar el puesto número uno del mundo despues de la estadounidense Althea Gibson en los años 50. En 2007 escribió un artículo de opinión en el London Times en el que pedía la igualdad en el premio de Wimbledon, el más tradicional de los Grand Slams.
EL año siguiente, después de la carta y que Williams ganara el torneo por cuarta vez, finalmente se convirtió en la primera mujer en recibir un salario equivalente al del campeón individual masculino en el torneo jugado en el All England Lawn Tennis and Croquet Club.
Serena Williams, una de las mejores deportistas de la historia y también ha estado entre las defensoras más apasionadas de la justicia social y racial. Tal como lo hizo Billie Jean King, construyó un legado que sirvió para cambiar el tenis tanto dentro como fuera de la cancha.
Logró transformarlo con convicción a pesar de los obstáculos, especialmente el de ser una mujer negra que logró brillar en un deporte en el que sobre todo se destacaban hombres blancos. Y a pesar de que Serena dejó las canchas, su nombre sigue resonando en las canchas de todo el mundo. Difícilmente va a existir alguien que llegue al nivel de una de las deportistas más icónicas de la historia.
Durante este tiempo, no hay dos jugadores que hayan dejado un legado más grande que las Williams. Más de 20 increíbles años de excelencia que comenzaron en 1997. Venus y Serena fueron tan duraderas que eventualmente compitieron contra jugadores para quienes eran modelos a seguir.
La llegada de nuevas exponentes
Tras años del dominio de las Williams, empezaron a llegar jugadoras de todo el mundo con el objetivo frenar a Venus y Serena. Una de las principales fue Maria Sharapova que a los 17 años se encargó de vencer a la menor de las hermanas en Wimbledon. La rusa se había convertido en el dolor de cabeza de las estadounidense entre 2004 y 2019, cuando Masha anunció su retiro.
Tambien apareció la bielorrusa Victoria Azarenka, dos veces ganadora del Open de Australia (2012-2013). Vika acompañó a Serena y Sharapova en el podio de los Juegos Olimpicos de Londres 2012, y, a pesar de haberse onvertivo en madre y tomarse una pausa por eso, sigue pisando fuerte a sus 33 años.
La alemana Angelique Kerber, que llegó a ser la número uno del escalafón de la WTA, ganó el primero de sus tres majors en el Abierto de Australia de 2016, y ese año logró la victoria en el Abierto de Estados Unidos y en Wimbledon en 2018.
Poco a poco empezaron a llegar tenistas de varias nacionalidades para empezar a marcar una “diversidad” en el circuito. La española Garbiñe Muguruza se impuso en Roland Garros en 2016 y Wimbledon en 2017. Tambien, el primer título de la letona Jelena Ostapenko llegó cuando recorrió la distancia en Roland Garros en 2017.
La canadiense Bianca Andreescu, la estadounidense Sofia Kenin y Barbora Krejcikova de la República Checa revelaron cada una una amplia gama de diferencia técnica y táctica con sus respectivas carreras por el título en el US Open 2019, el Abierto de Australia 2020 y Roland Garros 2021.
Emma Raducanu logró lo que posiblemente sea el triunfo más increíble de todos los tiempos cuando salió de la clasificación para ganar el abierto de Estados Unidos 2021, una victoria que la convirtió en la primera mujer de Gran Bretaña en ganar un major individual desde 1977.
Lo que depara el futuro
Las jugadoras actuales como Iga Swiatek, Aryna Sabalenka, Elena Rybakina y Coco Gauff, de tan solo 19 años, empiezan sus carreras en un escenario completamente distinto y alentador al del inicio de ciclo. Su juventud y ganas de seguir con la revolución del tenis han llegado a romper barreras que van más allá del escenario deportivo.
En una época en la que desafiar las probabilidades y tener una voz es más importante que nunca y lo logrado en 1973 se sigue sintiendo en el espíritu de las nuevas jugadoras. Había tres cosas que las Nueve Originales querían para las generaciones futuras. El primero de ellos era que tuvieran un lugar para entrenar que este a la altura de los centros deportivos como el de los hombres.
En segundo lugar, que las mujeres sean reconocidas por sus logros, no únicamente por su apariencia. Y, por último, que puedan ganarse la vida jugando al tenis profesional. Los jugadoras de hoy están viviendo el sueño que ese grupo tuvo hace 50 años.
Durante medio siglo, el tenis femenino ha logrado algunos hitos. En 1976, Chris Evert se convirtió en la primera atleta femenina en superar el millón de dólares en premios en su carrera, mientras que en 1982, Martina Navratilova se convirtió en la primera en disfrutar de una temporada de un millón de dólares.
En 1994, Anne Worcester se convirtió en la primera mujer directora ejecutiva de una liga deportiva importante, y en 2007, décadas de lucha dieron sus frutos cuando Venus Williams sumó su voz a la campaña por la igualdad de premios en metálico en los cuatro eventos de Grand Slam.
La WTA no nació solamente para cambiar la historia del tenis sino para reescribirla. Billie Jean King y esas ocho mujeres que la apoyaron para crear esta organización fueron las pioneras en un nuevo escenario para el deporte femenino. Ellas saben mejor que nadie que cuando se trata de igualdad es una causa que jamás se quedará quieta.
Por supuesto un solo texto no será suficiente para escribir todo lo que han logrado cientos de jugadoras dentro y fuera de la cancha. La lista es larga y las generaciones venideras esperan seguir el camino que han labrado aquellas tenistas, que quizá, fueron la razón por la cual se enamoraron del deporte blanco.
A Billie Jean King, solo queda agradecerle por 50 años de progreso y abrir camino a otros 50 más.
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Nueve mujeres, cada una con un dólar, decidieron que era momento de rebelarse contra la desigualdad en el tenis y cambiar el papel de la figura femenina en el deporte. En 1970 y frustrada por el sexismo en el tenis, Billie Jean King reconoció la necesidad de que las mujeres unieran fuerzas formalmente para tomar el control de su destino.
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Junto a Rosie Casals, apodada La General por su convicción en sus decisiones, llamaron a Julie Heldman, Peaches Bartkowicz, Judy Dalton, Kerry Melville, Nancy Richey, Valerie Ziegenfuss y Kristy Pigeon y se convirtieron en las “nueve originales”.
El amanecer del cambio
Los años 70 estuvieron marcados por una rebelión contra en el tenis, con las jugadoras arriesgando sus carreras por una oportunidad de obtener mejores salarios y reconocimiento. En este periodo, Billie Jean King desempeñó un papel importante en la formulación de ideas, estrategias y acciones de los actores para que se involucraran.
Ante la amenaza de expulsión por parte de los órganos rectores tradicionales del deporte, lo que significaba ser despojadas de sus clasificaciones y de su elegibilidad para competir en los Slams o en equipos nacionales, las Nueve Originales mantuvieron la calma y firmaron contratos de un dólar para jugar en el equipo alternativo de Heldman.
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Desafiando las amenazas inminentes la decisión de las mujeres puso en marcha la formación del Virginia Slims Circuit, el precursor de la Womens Tennis Asociation (WTA) moderna. Durante tres años viajaron y participaron de sus propios torneos que, a pesar de ser profesionales, tenían un toque de la Era Amateur.
El 20 de septiembre de ese 1973, King venció a Bobby Riggs, un exjugador de los años 40, en el icónico partido conocido como “La Batalla de los Sexos”, demostrando que las mujeres están al mismo nivel deportivo de los hombres. La intención de King no era mostrase mejor, sino exigir respeto.
Trece meses después de la victoria de King sobre el Riggs, el Congreso aprobó la Ley de Igualdad de Oportunidades Crediticias. Desde los esfuerzos revolucionarios de las Nueve Originales hasta el establecimiento de la WTA y la creciente popularidad de la gira, que había jugado un papel en esta decisión y, a partir de ese año, por primera vez las mujeres tendrían su propia asociación.
1980: la era de las rivalidades
Mientras que los Nueve Originales luchaban la igualdad, se formaron jóvenes tenistas que empezaron a triunfar en todos los torneos. Sin duda dos de las más importantes de esta década fueron la estadounidense Chris Evert y Martina Navratilova, que iniciaron una rivalidad que ayudó a definir la historia del tenis femenino.
Para Evert y Navratilova, enfrentarse semana tras semana era solo parte de su vida. Como números 1 y 2 durante la mayor parte de sus carreras, nunca se esquivaron y les emocionaba tener a su amiga del otro lado de la cancha.
Chrissie, ahora de 63 años, perdió solamente cuatro de 25 partidos ante Navi, ahora de 61 años, en los primeros cinco años de su rivalidad, pero las cosas cambiaron en 1978. En julio de ese año, Navratilova puso fin al reinado de Evert como número uno al vencerla en la final de Wimbledon para conseguir su primer título individual significativo. Era su segundo encuentro en una final de Grand Slam y le seguirían 12 más.
De 1973 a 1988, Navratilova y Evert jugaron 80 veces, 60 de ellas en finales. Bjorn Borg y McEnroe jugaron 14 partidos entre sí durante su rivalidad épica; Rafael Nadal y Federer se enfrentaron 20 veces.
Catorce de sus encuentros fueron finales de Grand Slam, la primera de las cuales se produjo 15 meses después de que se enfrentaran en Akron: una victoria de Evert por 2–6, 6–2, 6–1 en la final de Roland Garros de 1975. Tras años en la cancha Navratilova lideró 43 a 37 al final de la rivalidad.
Graf vs. Seles: la rivalidad que terminó en tragedia
No hay duda de que Mónica Seles es uno de los mayores potenciales del tenis que nunca floreció por completo y su rivalidad con Steffi Graf quedó trancada. Con solo 19 años, la tenista de origen Yugosloavo ya había ganado ocho Grand Slam y se proyectaba que tendría una de las carreras más exitosas en la historia de este deporte.
Seles se convirtió en profesional con sólo 15 años y ganó el primer título de su carrera en el Abierto de Houston en 1989 y también alcanzó la semifinal del Abierto de Francia ese mismo año. A su corta edad apuntaba que sería la proxima gran estrella de su generación. Pero ella quería ir por un rival más grande e inicio una iconica rivalidad con la alemana Steffi Graf.
Stefanie Maria Graf, surgió como la verdadera sucesora de la legendaria Martina Navratilova en el tenis femenino a finales de los años 80. Graf tomó el puesto número uno del escalafón de manos de Martina en 1987 y tuvo una racha sin precedentes de 186 semanas consecutivas en la cima.
Parecía que la alemana era invenciblie y en 1988 logró algo historico. Graf alcanzó los cuatro Grand Slams en año calendario y se llevó la primera medalla de oro en tenis femenino desde 1924 en los Juegos Olimpicos de Seúl de ese año. Unicamente fue seriamente desafiada por Seles tres años más tarde, quien finalmente la superó en marzo de 1991 en la tabla de clasificación.
Jugaron 15 veces y Graf ganó 10. Pero sus encuentros en seis finales de Grand Slam (desde el Abierto de Francia de 1990 hasta el Abierto de Estados Unidos de 1996) se dividieron justo por la mitad, a 3-3. La rivalidad dio un giro oscuro en 1993 cuando un fan de Graf apuñaló a Seles en la cancha.
Seles regresó en 1995 e inmediatamente llegó a la final del US Open, donde Graf la derrotó por poco. Unos meses más tarde, ganaría el Abierto de Australia de 1996.
El ascenso y la lucha de las hermanas Williams
La historia del origen de dos de las mejores jugadoras de la historia nace en las malas calles de Compton, California, donde Venus y Serena Williams optaron por practicar un deporte poco convencional en la comunidad afroamericana. Sin embargo, a pesar de las adversidades tanto económicas como sociales, Richard, su padre, se encargó de formarlas.
Venus, la mayor de las Williams, se convirtió en profesional en 1994 y Serena un año después. La incineradora voluntad de ganar de Serena era una de las cosas más fascinantes de ella. El poder que ambas hermanas aportaron al juego era paralizante, es especial cuando se disparaban la una a la otra.
Con su asenso tan rápido en la canchas, sabían que debían usar su visibilidad en pro de la igualdad y los derechos de las comunidades a las que pertenecían. Venus fue la primera mujer negra en ocupar el puesto número uno del mundo despues de la estadounidense Althea Gibson en los años 50. En 2007 escribió un artículo de opinión en el London Times en el que pedía la igualdad en el premio de Wimbledon, el más tradicional de los Grand Slams.
EL año siguiente, después de la carta y que Williams ganara el torneo por cuarta vez, finalmente se convirtió en la primera mujer en recibir un salario equivalente al del campeón individual masculino en el torneo jugado en el All England Lawn Tennis and Croquet Club.
Serena Williams, una de las mejores deportistas de la historia y también ha estado entre las defensoras más apasionadas de la justicia social y racial. Tal como lo hizo Billie Jean King, construyó un legado que sirvió para cambiar el tenis tanto dentro como fuera de la cancha.
Logró transformarlo con convicción a pesar de los obstáculos, especialmente el de ser una mujer negra que logró brillar en un deporte en el que sobre todo se destacaban hombres blancos. Y a pesar de que Serena dejó las canchas, su nombre sigue resonando en las canchas de todo el mundo. Difícilmente va a existir alguien que llegue al nivel de una de las deportistas más icónicas de la historia.
Durante este tiempo, no hay dos jugadores que hayan dejado un legado más grande que las Williams. Más de 20 increíbles años de excelencia que comenzaron en 1997. Venus y Serena fueron tan duraderas que eventualmente compitieron contra jugadores para quienes eran modelos a seguir.
La llegada de nuevas exponentes
Tras años del dominio de las Williams, empezaron a llegar jugadoras de todo el mundo con el objetivo frenar a Venus y Serena. Una de las principales fue Maria Sharapova que a los 17 años se encargó de vencer a la menor de las hermanas en Wimbledon. La rusa se había convertido en el dolor de cabeza de las estadounidense entre 2004 y 2019, cuando Masha anunció su retiro.
Tambien apareció la bielorrusa Victoria Azarenka, dos veces ganadora del Open de Australia (2012-2013). Vika acompañó a Serena y Sharapova en el podio de los Juegos Olimpicos de Londres 2012, y, a pesar de haberse onvertivo en madre y tomarse una pausa por eso, sigue pisando fuerte a sus 33 años.
La alemana Angelique Kerber, que llegó a ser la número uno del escalafón de la WTA, ganó el primero de sus tres majors en el Abierto de Australia de 2016, y ese año logró la victoria en el Abierto de Estados Unidos y en Wimbledon en 2018.
Poco a poco empezaron a llegar tenistas de varias nacionalidades para empezar a marcar una “diversidad” en el circuito. La española Garbiñe Muguruza se impuso en Roland Garros en 2016 y Wimbledon en 2017. Tambien, el primer título de la letona Jelena Ostapenko llegó cuando recorrió la distancia en Roland Garros en 2017.
La canadiense Bianca Andreescu, la estadounidense Sofia Kenin y Barbora Krejcikova de la República Checa revelaron cada una una amplia gama de diferencia técnica y táctica con sus respectivas carreras por el título en el US Open 2019, el Abierto de Australia 2020 y Roland Garros 2021.
Emma Raducanu logró lo que posiblemente sea el triunfo más increíble de todos los tiempos cuando salió de la clasificación para ganar el abierto de Estados Unidos 2021, una victoria que la convirtió en la primera mujer de Gran Bretaña en ganar un major individual desde 1977.
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Las jugadoras actuales como Iga Swiatek, Aryna Sabalenka, Elena Rybakina y Coco Gauff, de tan solo 19 años, empiezan sus carreras en un escenario completamente distinto y alentador al del inicio de ciclo. Su juventud y ganas de seguir con la revolución del tenis han llegado a romper barreras que van más allá del escenario deportivo.
En una época en la que desafiar las probabilidades y tener una voz es más importante que nunca y lo logrado en 1973 se sigue sintiendo en el espíritu de las nuevas jugadoras. Había tres cosas que las Nueve Originales querían para las generaciones futuras. El primero de ellos era que tuvieran un lugar para entrenar que este a la altura de los centros deportivos como el de los hombres.
En segundo lugar, que las mujeres sean reconocidas por sus logros, no únicamente por su apariencia. Y, por último, que puedan ganarse la vida jugando al tenis profesional. Los jugadoras de hoy están viviendo el sueño que ese grupo tuvo hace 50 años.
Durante medio siglo, el tenis femenino ha logrado algunos hitos. En 1976, Chris Evert se convirtió en la primera atleta femenina en superar el millón de dólares en premios en su carrera, mientras que en 1982, Martina Navratilova se convirtió en la primera en disfrutar de una temporada de un millón de dólares.
En 1994, Anne Worcester se convirtió en la primera mujer directora ejecutiva de una liga deportiva importante, y en 2007, décadas de lucha dieron sus frutos cuando Venus Williams sumó su voz a la campaña por la igualdad de premios en metálico en los cuatro eventos de Grand Slam.
La WTA no nació solamente para cambiar la historia del tenis sino para reescribirla. Billie Jean King y esas ocho mujeres que la apoyaron para crear esta organización fueron las pioneras en un nuevo escenario para el deporte femenino. Ellas saben mejor que nadie que cuando se trata de igualdad es una causa que jamás se quedará quieta.
Por supuesto un solo texto no será suficiente para escribir todo lo que han logrado cientos de jugadoras dentro y fuera de la cancha. La lista es larga y las generaciones venideras esperan seguir el camino que han labrado aquellas tenistas, que quizá, fueron la razón por la cual se enamoraron del deporte blanco.
A Billie Jean King, solo queda agradecerle por 50 años de progreso y abrir camino a otros 50 más.
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