Jhon Jairo Pinilla, el máximo referente de la selección de Colombia de futsal.
Foto: Archivo Particular
Todos le besaron la frente y la cabeza, todos. Sus compañeros lo abrazaron, hipnotizados y joviales; Colombia se ponía 1-0 contra Bolivia en la final del Mundial de Futsal del año 2000. Algunos solo alcanzaron a tocarlo con las uñas estiradas, mientras él trataba de desprenderse del abrazo grupal, de zafarse de la tromba de elogios; no por egocentrismo o despotismo, sino porque la final contra el anfitrión aún no acababa; porque sabía que su gol ocasionaría una réplica violenta del rival; aún no era momento de sonreír.