Alejandro Rivas, el superatleta de Cajicá
El atleta, de 28 años, es un ejemplo de autoexigencia y compromiso con el deporte. Este año, en México, consiguió el mejor registro mundial en la categoría Ultraman Nonstop.
Daniel Bello
Alejandro Rivas es un deportista como pocos. A lo largo de su carrera en la exigente disciplina Ultraman ha cosechado triunfos en distintas latitudes y dejado en alto el nombre de Colombia. Viene de ser el mejor colombiano en el Ultraman de Florida 2022 y lograr su cupo en el mundial de la categoría, donde luchará codo a codo con los mejores.
Las pruebas de Ultraman ponen al límite las condiciones físicas y mentales. No solo llegar a la meta, sino competir en este tipo de instancias, involucra vivir por y para el deporte.
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Quienes lo conocen lo definen como la disciplina pura. Es una persona de familia, de buen genio y muy enfocada en el Ultraman; una competencia de resistencia que combina natación en aguas abiertas, ciclismo de alto rendimiento y la doble maratón. Todo eso en una competencia de tres días que no acepta a cualquiera y que no todos los participantes son capaces de completar.
Este año, Rivas consiguió un récord mundial en el Ultraman Nonstop de Zacatecas, México. Nadó 10 km, pedaleó 421 y corrió 84. “Fueron casi 26 horas y treinta minutos dándole sin parar. Yo al final no estaba coordinando bien, solo corría por inercia”, recordó.
Al cruzar la línea de llegada, el cajiqueño no era consciente de la magnitud de su registro. Rivas estaba tan agotado que, apenas al cabo de unos días, con cabeza fría, se dio cuenta de la hazaña que había conseguido.
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Su llegada al mundo de los triatlones fue una casualidad. Estaba estudiando Cultura Física y Deporte, y en una materia de quinto semestre que iba perdiendo por fallas lo mandaron a correr la maratón Allianz 15K en Bogotá. Allí descubrió que tenía talento y empezó a subir escalones en el mundo de las carreras de alto rendimiento.
De competir en carreras de 15 km pasó a las de 34, luego a su primer Ironman. Esa ruta lo llevó hasta el Ultraman, modalidad que le ha permitido competir en varios países.
En 2020, participó en el Ultraman de Florida, donde terminó sexto, siendo no solo el mejor colombiano sino el mejor latinoamericano. Este año repitió la hazaña y quedó en el top seis, por lo que clasificó al mundial de la categoría.
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En Cajicá es normal verlo yendo de aquí para allá en bicicleta o corriendo. Cada tanto hay alguien que lo reconoce y le pide una foto o lo invita un jugo.
Un punto de inflexión en su carrera fue la maratón de Sables, en Marruecos, una carrera en el desierto del Sahara que consta de 250 km distribuidos en siete días de competencia. Rivas definió su experiencia allí como los días más difíciles de su carrera, pero también como el momento que definió su rumbo profesional.
Corrió entre 34 y 90 km cada día con una maleta de 10 kg como carga, con una temperatura que oscilaba entre los 52 ° y 60 ° Celsius. En esa edición apenas el 45 % de los participantes lograron cruzar la meta y hubo dos muertos.
“En la etapa reina pasé el peor día de toda mi vida. Fueron 21 horas de competencia y prácticamente 18-19 de esas estuve caminando y replanteando, sobre todo, lo que es la vida. Me dio mucho para pensar, reiniciar y decir cómo voy”, reflexionó.
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Rivas ha logrado llegar adonde está gracias a su sacrificio, pero también a un gran esfuerzo económico. Las participaciones y los viajes a los torneos han salido de su bolsillo, de rifas, la organización de fiestas y el apoyo de sus familiares. A veces le han auspiciado los tiquetes, pero esos casos son la excepción, no la norma.
Su hincha número uno es su mamá. La lleva tatuada en su pectoral derecho junto con la frase: “No solo le debo la vida a mi madre, sino también todo lo que soy. Te amo ma”, y su firma. Ella, su abuela y su hermano han sido fundamentales en sus logros.
Con la mentalidad de que rendirse está prohibido, no ha parado de entrenar y ha seguido cosechando triunfos. Sus próximos retos son el Ironman en Italia y el Mundial de Ultraman en Hawái, Estados Unidos.
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Alejandro Rivas es un deportista como pocos. A lo largo de su carrera en la exigente disciplina Ultraman ha cosechado triunfos en distintas latitudes y dejado en alto el nombre de Colombia. Viene de ser el mejor colombiano en el Ultraman de Florida 2022 y lograr su cupo en el mundial de la categoría, donde luchará codo a codo con los mejores.
Las pruebas de Ultraman ponen al límite las condiciones físicas y mentales. No solo llegar a la meta, sino competir en este tipo de instancias, involucra vivir por y para el deporte.
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Quienes lo conocen lo definen como la disciplina pura. Es una persona de familia, de buen genio y muy enfocada en el Ultraman; una competencia de resistencia que combina natación en aguas abiertas, ciclismo de alto rendimiento y la doble maratón. Todo eso en una competencia de tres días que no acepta a cualquiera y que no todos los participantes son capaces de completar.
Este año, Rivas consiguió un récord mundial en el Ultraman Nonstop de Zacatecas, México. Nadó 10 km, pedaleó 421 y corrió 84. “Fueron casi 26 horas y treinta minutos dándole sin parar. Yo al final no estaba coordinando bien, solo corría por inercia”, recordó.
Al cruzar la línea de llegada, el cajiqueño no era consciente de la magnitud de su registro. Rivas estaba tan agotado que, apenas al cabo de unos días, con cabeza fría, se dio cuenta de la hazaña que había conseguido.
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Su llegada al mundo de los triatlones fue una casualidad. Estaba estudiando Cultura Física y Deporte, y en una materia de quinto semestre que iba perdiendo por fallas lo mandaron a correr la maratón Allianz 15K en Bogotá. Allí descubrió que tenía talento y empezó a subir escalones en el mundo de las carreras de alto rendimiento.
De competir en carreras de 15 km pasó a las de 34, luego a su primer Ironman. Esa ruta lo llevó hasta el Ultraman, modalidad que le ha permitido competir en varios países.
En 2020, participó en el Ultraman de Florida, donde terminó sexto, siendo no solo el mejor colombiano sino el mejor latinoamericano. Este año repitió la hazaña y quedó en el top seis, por lo que clasificó al mundial de la categoría.
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Un punto de inflexión en su carrera fue la maratón de Sables, en Marruecos, una carrera en el desierto del Sahara que consta de 250 km distribuidos en siete días de competencia. Rivas definió su experiencia allí como los días más difíciles de su carrera, pero también como el momento que definió su rumbo profesional.
Corrió entre 34 y 90 km cada día con una maleta de 10 kg como carga, con una temperatura que oscilaba entre los 52 ° y 60 ° Celsius. En esa edición apenas el 45 % de los participantes lograron cruzar la meta y hubo dos muertos.
“En la etapa reina pasé el peor día de toda mi vida. Fueron 21 horas de competencia y prácticamente 18-19 de esas estuve caminando y replanteando, sobre todo, lo que es la vida. Me dio mucho para pensar, reiniciar y decir cómo voy”, reflexionó.
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Rivas ha logrado llegar adonde está gracias a su sacrificio, pero también a un gran esfuerzo económico. Las participaciones y los viajes a los torneos han salido de su bolsillo, de rifas, la organización de fiestas y el apoyo de sus familiares. A veces le han auspiciado los tiquetes, pero esos casos son la excepción, no la norma.
Su hincha número uno es su mamá. La lleva tatuada en su pectoral derecho junto con la frase: “No solo le debo la vida a mi madre, sino también todo lo que soy. Te amo ma”, y su firma. Ella, su abuela y su hermano han sido fundamentales en sus logros.
Con la mentalidad de que rendirse está prohibido, no ha parado de entrenar y ha seguido cosechando triunfos. Sus próximos retos son el Ironman en Italia y el Mundial de Ultraman en Hawái, Estados Unidos.
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