Alicia Göggel, la piloto colombiana que brilla en Estados Unidos
La motocrosista bogotana se fue a los 15 años del país para poder vivir de lo que más ama en el mundo. La costa este de la Unión Americana la ha visto en lo más alto y ella espira a seguir subiendo.
Daniel Bello
Alicia Göggel, de 26 años, nació en Bogotá, pero se fue a Estados Unidos para perseguir, montada en una motocicleta, su sueño. En Colombia dio sus primeros pasos en el mundo del motocross, pero sintió que el nivel local no le iba a permitir alcanzar su máximo potencial y tomó la decisión de abrir sus alas.
Con la meta de convertirse en la Mariana Pajón del motocross, tomó impulso y se trasladó a Estados Unidos cuando tenía 15 años. Empezó en dicha especialidad poco tiempo antes, a los 13, y aunque su familia no era aficionada al mundo motor, estuvo dispuesta apoyarla desde el comienzo.
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Quien más la acompañó en su proceso fue su papá. Por él viste el número 49, en referencia al año en que él nació (1949). Alicia perseveró en su ruta y se convirtió en la primera mujer colombiana en destacar en suelo norteamericano, metiéndose entre las 10 mejores de su categoría.
Aunque ahora no se imagine lejos de las pistas, su inicio con las motocicletas no fue el mejor. La primera vez que se subió a una, dio un fuerte acelerón y cayó sobre su espalda, lastimándose. Por más de un mes pensó si debería o no montarse de nuevo a una moto. Al final, tomó la decisión que la hizo emprender un viaje hacia su realización. Aunque se ha roto un montón de huesos por perseguir su sueño, no ha contemplado dejar las dos ruedas en un futuro cercano.
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De la mano de Manuel Ospina, formador de entusiastas del motocross en Bogotá, subió sus primeros escalones en la escalera rumbo a la meta. De subir en bicicleta todos los días al cerro Pionono, en Sopó (a las afueras de Bogotá), Alicia llegó a competir en el Loretta Lynn’s Championship, un campeonato nacional que reúne a los principales talentos de la escena aficionada y semiprofesional que están listos para dar el siguiente paso. Participar en dicho torneo, un hito histórico para las motociclistas colombianas, le abrió las puertas de la industria a nivel estadounidense.
En Florida, donde reside, se convirtió en la principal exponente del motocross femenino. No solo se consagró como la mejor allá, sino que también conquistó campeonatos de otros estados como Virginia, Carolina del Norte y Carolina del Sur, logros que la ubican en el top tres de la costa este de la Unión Americana.
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Hace poco dio un salto muy importante al ingresar a Baker’s Factory, la academia profesional de Red Bull, siendo la primera mujer en conseguirlo. Ese programa lo encabeza Aldon Baker, leyenda de las motos y forjador de talentos a nivel nacional. Con él entrenan los mejores motocrosistas profesionales de los Estados Unidos.
“Cuando me pongo el casco soy mi alter ego. Soy una Alicia fuera de la pista y otra cuando estoy compitiendo”. Como piloto es ambiciosa y autoexigente. Su meta más próxima es bajar otros diez segundos a sus intervalos de pista, lo que la acercaría a la máxima categoría, donde se codearía con los mejores, además de consolidarse en el top 5 femenino.
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Ella entrena con hombres que compiten en el Supercross, la élite a la que Alicia apunta. Al principio fue duro para ella adaptarse al nivel de ellos, pero esa exigencia le permitió superar sus registros personales y crecer como piloto. En ese proceso ha sido fundamental su mentor Mike Brown, múltiple campeón nacional en su etapa como profesional. Él la ha acompañado y le dio la ruta para alcanzar su potencial.
Como mujer, en una escena en la que el género femenino está ínfimamente representado, destaca que si bien hay diferencias innegables, el trato hacia ella siempre ha sido el mismo. “Por ser mujer no me miran como menos”, comenta. Su carácter es fuerte. Si algún colega se la monta, no tiene problema en agarrarlo del casco y hacerse respetar.
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Alicia Göggel, de 26 años, nació en Bogotá, pero se fue a Estados Unidos para perseguir, montada en una motocicleta, su sueño. En Colombia dio sus primeros pasos en el mundo del motocross, pero sintió que el nivel local no le iba a permitir alcanzar su máximo potencial y tomó la decisión de abrir sus alas.
Con la meta de convertirse en la Mariana Pajón del motocross, tomó impulso y se trasladó a Estados Unidos cuando tenía 15 años. Empezó en dicha especialidad poco tiempo antes, a los 13, y aunque su familia no era aficionada al mundo motor, estuvo dispuesta apoyarla desde el comienzo.
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Quien más la acompañó en su proceso fue su papá. Por él viste el número 49, en referencia al año en que él nació (1949). Alicia perseveró en su ruta y se convirtió en la primera mujer colombiana en destacar en suelo norteamericano, metiéndose entre las 10 mejores de su categoría.
Aunque ahora no se imagine lejos de las pistas, su inicio con las motocicletas no fue el mejor. La primera vez que se subió a una, dio un fuerte acelerón y cayó sobre su espalda, lastimándose. Por más de un mes pensó si debería o no montarse de nuevo a una moto. Al final, tomó la decisión que la hizo emprender un viaje hacia su realización. Aunque se ha roto un montón de huesos por perseguir su sueño, no ha contemplado dejar las dos ruedas en un futuro cercano.
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En Florida, donde reside, se convirtió en la principal exponente del motocross femenino. No solo se consagró como la mejor allá, sino que también conquistó campeonatos de otros estados como Virginia, Carolina del Norte y Carolina del Sur, logros que la ubican en el top tres de la costa este de la Unión Americana.
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“Cuando me pongo el casco soy mi alter ego. Soy una Alicia fuera de la pista y otra cuando estoy compitiendo”. Como piloto es ambiciosa y autoexigente. Su meta más próxima es bajar otros diez segundos a sus intervalos de pista, lo que la acercaría a la máxima categoría, donde se codearía con los mejores, además de consolidarse en el top 5 femenino.
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Como mujer, en una escena en la que el género femenino está ínfimamente representado, destaca que si bien hay diferencias innegables, el trato hacia ella siempre ha sido el mismo. “Por ser mujer no me miran como menos”, comenta. Su carácter es fuerte. Si algún colega se la monta, no tiene problema en agarrarlo del casco y hacerse respetar.
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