Ana Aponte: la meditación activa del paracaidismo
Ella y Nicolás Rubio estarán hasta el 26 de agosto en Estados Unidos para romper junto a 215 atletas más el récord de caída libre volando de cabeza.
Andrés Osorio Guillott
“No considero que el paracaidismo sea un deporte extremo. Es mucho más extremo subirse a una moto, estar en un carro en una carretera en Colombia, todas las probabilidades de accidentes o de que te pase algo son mil veces más altas que en paracaídas. La verdad, la mortandad en paracaidismo es nula. El paracaidismo es un deporte muy seguro. En mi experiencia yo no lo hago por la adrenalina, como muchas personas. Nos gusta esa adrenalina, obviamente, es una emoción fuerte, pero el hecho de que nosotros lo hagamos no quiere decir que solo lo hagamos porque es un deporte o bien masculino, o bien agresivo, no. Lo hacemos por el poder que tiene este deporte de empoderar a las personas, de volver a nacer. Es tan poderoso que estás en una meditación activa sin saber meditar en tierra, en el momento presente, y estás tan consciente de absolutamente todo, y cuando ya tienes bastante experiencia se vuelve una meditación muy poderosa. El paracaidismo te muestra muchas cosas en las que tienes que trabajar internamente”, cuenta Ana Aponte, quien estará junto con Nicolás Rubio en Illinois, Estados Unidos, representando a Colombia en el récord de caída libre en paracaidismo.
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La primera vez que Ana Aponte realizó un salto en paracaídas fue cuando tenía 16 años. Un amigo suyo la invitó y ella logró cumplir uno de sus sueños. En ese entonces estudiaba Artes Visuales en la Javeriana. Tiempo después se fue a vivir a Australia y allá fue donde empezó el camino en este deporte: “Allá conozco a Melissa Phillips, quien era paracaidista, en ese entonces me lleva a hacer un salto. Ella es mi camarógrafa, y el ver a una persona tan importante como ella en mi vida, volando al frente mío, cambió mi vida, cambió la perspectiva de absolutamente todo. Cuando aterricé, llamé a mis papás y les dije que quería dedicarme al paracaidismo. ‘Bueno, te apoyamos en lo que quieras’, me dijeron. Y así fue. Cuando volví a Colombia empecé a vender mis obras y arranca también mi carrera como paracaidista. Ya voy a cumplir 15 años y no quiero salirme de este mundo tan maravilloso”.
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¿Cómo se forma un paracaidista?
El paracaidismo tiene muchísimas ramas. Yo soy dueña de una zona de saltos que creamos hace diez años, se llama Xielo. Eso nace por la necesidad de tener en Colombia una zona con estándares internacionales de seguridad profesional. Esta es una rama, la de empresarios. La otra es la de los instructores, que se forman en las universidades de paracaidismo. Con Nicolás Rubio salimos del país, estudiamos y obtuvimos las certificaciones para ser instructores. La tercera rama es ser atleta. Nosotros escogimos el vuelo libre como modalidad de paracaidismo, y según la modalidad se planean la exigencia, la técnica y los estudios. Desde el año pasado volvimos a ser atletas, pues nos habíamos dedicado a la empresa. Entonces, a lo largo del año hay muchos eventos, uno escoge a cuáles puede ir y se asiste también a los clasificatorios de acuerdo con los récords que se quieran romper. Este año lo logramos para el récord sudamericano mixto, que se hizo en Brasil, que no se pudo romper, pero logramos hacer la figura más grande que se ha hecho en esta parte del continente, con 48 personas volando de cabeza. Ahora estamos en este récord mundial. Y para que se entienda la importancia del evento, el paracaidismo, infortunadamente, no está en los Olímpicos, pero es como si lo fueran para nosotros. A este récord clasificamos en la banca, pues está el equipo principal, que son los que ganan el tiquete dorado para el primer salto, porque si alguien comete un error, lo bajan a la banca y los de la banca suben. A nosotros nos rotan. Del equipo principal son 200 personas, de la banca somos 17.
¿Cómo son las jornadas de entrenamiento en paracaidismo?
Para este caso se empieza a entrenar con los organizadores. Normalmente son dos o tres días. En cada país hay capitanes que se encargan de que los atletas podamos llegar a entrenar. Son entre cinco y siete saltos por día con oxígeno, dependiendo del número de personas que vayan. A veces se utilizan dos o tres aviones. Todo depende de la capacidad del evento.
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¿En qué consiste el récord en el que van a participar y qué otros objetivos tienen para este año?
Nosotros vamos a romper el récord que se estableció en 2015 con 164 personas volando de cabeza. En 2018 se intentó romper el récord con 200 atletas, pero no se pudo. Después de eso han estado organizando el evento de estos días. En septiembre, del 3 al 9, vamos a estar en otro salto. Estamos organizando el primer récord sudamericano de mujeres volando de cabeza y el primer récord colombiano mixto.
Bajo su experiencia, ¿cómo define un salto cuando se trata de diversión y un salto en competencia?
Un salto por diversión es un despojo de energía maravilloso, superrelajado y una meditación activa. En el salto de competencia la concentración, la disciplina y la mente juegan un papel muy importante. Requiere otro estado de la mente y del espíritu. Por eso lo que yo hago antes de saltar es meditar en el avión, respirar profundo todo el tiempo, y en las mañanas de competencias y de récords empiezo también con meditación, hago yoga y procuro desayunar muy bien. Siempre debe estar presente el apaciguar la mente y el resetearla a través de la meditación y de la respiración para empoderar al cuerpo, además de entrenar en tierra por medio de la visualización, que es una herramienta muy poderosa que usamos los atletas, no solo en paracaidismo, sino en otros deportes, para poder generar memoria muscular.
“No considero que el paracaidismo sea un deporte extremo. Es mucho más extremo subirse a una moto, estar en un carro en una carretera en Colombia, todas las probabilidades de accidentes o de que te pase algo son mil veces más altas que en paracaídas. La verdad, la mortandad en paracaidismo es nula. El paracaidismo es un deporte muy seguro. En mi experiencia yo no lo hago por la adrenalina, como muchas personas. Nos gusta esa adrenalina, obviamente, es una emoción fuerte, pero el hecho de que nosotros lo hagamos no quiere decir que solo lo hagamos porque es un deporte o bien masculino, o bien agresivo, no. Lo hacemos por el poder que tiene este deporte de empoderar a las personas, de volver a nacer. Es tan poderoso que estás en una meditación activa sin saber meditar en tierra, en el momento presente, y estás tan consciente de absolutamente todo, y cuando ya tienes bastante experiencia se vuelve una meditación muy poderosa. El paracaidismo te muestra muchas cosas en las que tienes que trabajar internamente”, cuenta Ana Aponte, quien estará junto con Nicolás Rubio en Illinois, Estados Unidos, representando a Colombia en el récord de caída libre en paracaidismo.
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La primera vez que Ana Aponte realizó un salto en paracaídas fue cuando tenía 16 años. Un amigo suyo la invitó y ella logró cumplir uno de sus sueños. En ese entonces estudiaba Artes Visuales en la Javeriana. Tiempo después se fue a vivir a Australia y allá fue donde empezó el camino en este deporte: “Allá conozco a Melissa Phillips, quien era paracaidista, en ese entonces me lleva a hacer un salto. Ella es mi camarógrafa, y el ver a una persona tan importante como ella en mi vida, volando al frente mío, cambió mi vida, cambió la perspectiva de absolutamente todo. Cuando aterricé, llamé a mis papás y les dije que quería dedicarme al paracaidismo. ‘Bueno, te apoyamos en lo que quieras’, me dijeron. Y así fue. Cuando volví a Colombia empecé a vender mis obras y arranca también mi carrera como paracaidista. Ya voy a cumplir 15 años y no quiero salirme de este mundo tan maravilloso”.
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¿Cómo se forma un paracaidista?
El paracaidismo tiene muchísimas ramas. Yo soy dueña de una zona de saltos que creamos hace diez años, se llama Xielo. Eso nace por la necesidad de tener en Colombia una zona con estándares internacionales de seguridad profesional. Esta es una rama, la de empresarios. La otra es la de los instructores, que se forman en las universidades de paracaidismo. Con Nicolás Rubio salimos del país, estudiamos y obtuvimos las certificaciones para ser instructores. La tercera rama es ser atleta. Nosotros escogimos el vuelo libre como modalidad de paracaidismo, y según la modalidad se planean la exigencia, la técnica y los estudios. Desde el año pasado volvimos a ser atletas, pues nos habíamos dedicado a la empresa. Entonces, a lo largo del año hay muchos eventos, uno escoge a cuáles puede ir y se asiste también a los clasificatorios de acuerdo con los récords que se quieran romper. Este año lo logramos para el récord sudamericano mixto, que se hizo en Brasil, que no se pudo romper, pero logramos hacer la figura más grande que se ha hecho en esta parte del continente, con 48 personas volando de cabeza. Ahora estamos en este récord mundial. Y para que se entienda la importancia del evento, el paracaidismo, infortunadamente, no está en los Olímpicos, pero es como si lo fueran para nosotros. A este récord clasificamos en la banca, pues está el equipo principal, que son los que ganan el tiquete dorado para el primer salto, porque si alguien comete un error, lo bajan a la banca y los de la banca suben. A nosotros nos rotan. Del equipo principal son 200 personas, de la banca somos 17.
¿Cómo son las jornadas de entrenamiento en paracaidismo?
Para este caso se empieza a entrenar con los organizadores. Normalmente son dos o tres días. En cada país hay capitanes que se encargan de que los atletas podamos llegar a entrenar. Son entre cinco y siete saltos por día con oxígeno, dependiendo del número de personas que vayan. A veces se utilizan dos o tres aviones. Todo depende de la capacidad del evento.
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¿En qué consiste el récord en el que van a participar y qué otros objetivos tienen para este año?
Nosotros vamos a romper el récord que se estableció en 2015 con 164 personas volando de cabeza. En 2018 se intentó romper el récord con 200 atletas, pero no se pudo. Después de eso han estado organizando el evento de estos días. En septiembre, del 3 al 9, vamos a estar en otro salto. Estamos organizando el primer récord sudamericano de mujeres volando de cabeza y el primer récord colombiano mixto.
Bajo su experiencia, ¿cómo define un salto cuando se trata de diversión y un salto en competencia?
Un salto por diversión es un despojo de energía maravilloso, superrelajado y una meditación activa. En el salto de competencia la concentración, la disciplina y la mente juegan un papel muy importante. Requiere otro estado de la mente y del espíritu. Por eso lo que yo hago antes de saltar es meditar en el avión, respirar profundo todo el tiempo, y en las mañanas de competencias y de récords empiezo también con meditación, hago yoga y procuro desayunar muy bien. Siempre debe estar presente el apaciguar la mente y el resetearla a través de la meditación y de la respiración para empoderar al cuerpo, además de entrenar en tierra por medio de la visualización, que es una herramienta muy poderosa que usamos los atletas, no solo en paracaidismo, sino en otros deportes, para poder generar memoria muscular.