Así nació la selección colombiana de esquí de fondo en un país sin nieve

Carlos Quintana siempre soñó con competir en unos Juegos Olímpicos. De niño fue patinador y ya de grande compitió como triatleta. Participó en Juegos Nacionales y de Mar y Playa, pero no se le daba su principal objetivo: llegar al evento magno de las Olimpiadas.

Carlos Quintana siempre soñó con competir en unos Juegos Olímpicos. De niño fue patinador y ya de grande compitió como triatleta. Participó en Juegos Nacionales y de Mar y Playa, pero no se le daba su principal objetivo: llegar al evento magno de las Olimpiadas.

No estaba dispuesto a renunciar a su sueño, pero el tiempo pasaba. Ya era un deportista de alto rendimiento cuando, a los 33 años, vio que un colombiano, Sebastián Uprimny, participaría en el esquí de fondo de las justas de Pyeongchang 2018, en Corea del Sur, y eso lo motivó a probarse en una disciplina desconocida.

Se comunicó con Uprimny, quien le dio las instrucciones a seguir para adentrarse en ese mundo. Durante cuatro años aprendió y perfeccionó la técnica en el esquí de fondo. Como una tía suya vive en Cataluña —zona de España donde hay nieve—, él se quedaba con ella los tres meses que le permitía su pasaporte colombiano, aprovechaba para ponerse a tono y lograr el puntaje que lo metiera en las justas de Pekín 2022, objetivo que cumplió.

Realizó su sueño de ser atleta olímpico y aunque no fue uno de los protagonistas de la competencia, las cámaras oficiales de los Juegos Olímpicos quedaron encantadas con él porque, no solo venía de un país exótico, sino que, a diferencia de otros colegas que eran de naciones sin temporada invernal, él hizo la mayor parte de su preparación en el trópico. Así, demostró que es posible clasificarse para este tipo de escenarios con un menor contacto con la nieve.

Su historia sirvió de inspiración y junto al Comité Olímpico Colombiano (COC) hicieron una convocatoria para captar talentos. Desde luego, había una dificultad, pues en nuestro país no hay dónde practicar este deporte. A diferencia de países sudamericanos como Chile y Argentina, que tienen nieve a partir de los 1.000 metros sobre el nivel del mar, acá solo hay a más de 4.500 metros, una altura en la que no es aconsejable practicar deporte por el escaso nivel de oxígeno; además, se trata de zonas protegidas, por lo que no son una opción realista.

Por eso, para el COC fue fundamental adquirir skirolls: dos tablas rectangulares —de madera ligera o fibra de vidrio-carbono— con dos ruedas que usan los esquiadores del hemisferio norte para practicar fuera de la temporada de invierno. Esa herramienta era ideal para que los colombianos trabajaran la técnica a falta de escenarios con nieve.

Quintana, el primer pereirano en competir en unos Juegos Olímpicos de Invierno, organizó junto a la Alcaldía de su ciudad natal la primera parada de roller ski del país, en las categorías esprint y distancia. En ese evento se capacitó a niños y niñas con el objetivo de dar a conocer más sobre esta disciplina y promover los nuevos semilleros. “En el asfalto podemos practicar el 90 % de los movimientos. Lo único que no podemos hacer es el derrape, la frenada o las bajadas, en las que necesitamos unos pasos específicos”, reconoce Carlos Quintana. Ahora, las ruedas ofrecen una estabilidad que la nieve no tiene, por lo que la experiencia no es completa.

Otro de los desafíos de practicar este deporte en el trópico es que los esquís que se usan en la competencia son diferentes: más grandes y pesados. Debido a esos retos, cobra mucha más importancia aprovechar las contadas oportunidades que hay para entrenar en la nieve. Por esa razón, él y sus pupilos hacen lo posible para participar en campamentos de esquí de fondo en otros países. A finales de septiembre la selección colombiana fue a Chile, donde sumó más experiencia con la superficie.

Las cartas de Colombia

Desde su participación en Pekín 2022, Quintana es el entrenador de la selección nacional de esta disciplina. La base es en su natal Pereira. En la conformación del equipo conoció al antioqueño Samuel Jaramillo, la risaraldense Juliana Castaño y los vallecaucanos Valentina Muñoz y Mauricio Valdés, quienes hacen parte del proceso.

Ellos hicieron la transición desde el patinaje sobre ruedas, donde nuestro país es potencia. Quintana les ha enseñado los dos estilos de esquí de fondo a sus pupilos: el libre, que es el más parecido al patinaje, y el clásico. Han avanzado mucho; las principales cartas han sido Jaramillo, quien participó en los Juegos Olímpicos Juveniles de Invierno de este año en Gangwon (Corea del Sur), y Muñoz, quien tenía menos experiencia y no compitió en esas justas, pero fue parte de la delegación, lo que le permitió tener más contacto con la nieve.

Lo de ambos tiene un mérito adicional si se tiene en cuenta que son atletas que hace más de un año no conocían la nieve. “Samuel ha tenido este año tres contactos con la nieve, y Valentina dos. El objetivo con ellos es incrementar esos espacios y tener más tiempo sobre esa superficie”, reconoce Quintana.

Samuel Jaramillo viajará a Estados Unidos y Canadá para seguir con su proceso, mientras que Valentina Muñoz, al no tener visa estadounidense, se está organizando para encontrar rodaje en Europa, sobre todo en Italia y Suiza, donde espera obtener su clasificación al Mundial.

El plato fuerte de esta temporada 2024-25 es la Copa Mundial de Esquí, a finales de febrero próximo en Trondheim (Noruega), donde podrán pelear por un cupo a las Olimpiadas de Milán-San Remo. Unos días antes tendrán el Mundial Juvenil en Italia.

En paralelo, Quintana, ahora de 37 años, se prepara para lograr su cupo en las Olimpiadas Invernales de Milán-San Remo 2026. No lo haría en el esquí de fondo, sino en el esquí de montaña, que es más exclusivo, pues hay menos cupos. Por fuera de las pistas también tiene el objetivo de consolidar la Federación Colombiana de Esquí.

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