Así serán los históricos cuartos de final de la Copa del Mundo de Futsal

El futsal es frenético. Un solo parpadeo basta para perdérselo todo de sopetón. Cada jugada, cada defensa y cada pase debe ser medido de forma minuciosa, pues hasta el más leve descuido puede ocasionar una derrota categórica, sin retorno ni indulgencia. Lo saben muy bien los brasileños, máximos ganadores del torneo, y que, además, han tenido en sus filas a cinco de los 10 máximos goleadores históricos del Mundial; empezando con Falcao y sus impresionantes 48 goles, cada uno más bello que el anterior, y terminando con Lenisio y sus 17 goles, uno en cada partido que jugó.

El cuadro final, de eliminación directa, se ha vuelto diminuto. Ya solo quedan ocho equipos de los 24 que llegaron con el mismo sueño y la misma ilusión, y ninguno se soporta. La competencia se ha vuelto aterradora y hostil, al punto de transformar amistades en miradas bélicas. Los entrenadores empiezan a maquinar estrategias solo cuando el sol se ha escondido, paranoicos, y los jugadores se olvidan de la cortesía, conscientes de que cualquier error podría ser fatal.

El primer equipo sudamericano en clasificar a los cuartos de final fue Brasil, acostumbrada ya a demoler a sus rivales desde adentro, como si se tratara de un arte marcial, usando la fuerza del enemigo en su contra. La víctima no tuvo tiempo ni de sufrir, pues el inicio fue tan agresivo y dominante, que la difusa imagen de la victoria nunca logró divisarse de forma correcta en la cabeza de los jugadores de la selección de Costa Rica. La verdeamarela disparó 54 veces a puerta, desde todas las zonas del campo, con sevicia, más que el doble que su contrincante, para sellar su cómoda victoria cinco goles por cero.

La siguiente en lograr el pase fue Venezuela, en un partido histórico frente a España. El inicio del partido fue atropellado y cómico; y habría podido ser crítico y febril, de no ser porque José Villalobos, el guardameta venezolano, no estaba de humor para eso. Apenas al minuto 12, desde el arco, desenfundó un disparo violento que puso por delante a su equipo, con una pizca de fortuna y una gran porción de alevosía. La sorpresa, entonces, se apoderó de la selección bicampeona del mundo, tres veces subcampeona, que vio cómo el tiempo se le escurría entre los dedos, sin encontrar respuesta. Raúl Gómez le dio un poco de esperanza luego de marcar el tanto del empate, agonizante, pero insuficiente, pues apenas a un minuto para el final, Víctor Carreño, en un arranque de heroísmo incontrolable, le dio a la selección de Venezuela, en la su segunda participación en un Mundial, el pase a los cuartos de final.

Ese mismo día, el miércoles, el Humo Arena se vistió de gala para recibir a Paraguay y Afganistán, y los paraguayos, conscientes del peso protagónico que cargaban sobre sus hombros, decidieron salir al campo a jugar de forma táctica y escurridiza. Hamid Hossaini, sin embargo, fue el que abrió el marcador, con un gol tempranero y solitario, al minuto 14; pero eso no logró que la selección de Paraguay se intimidara o desconcentrara, por el contrario, lo único que ocasionó fue revivir la llama que respiraba amigable en el pecho de sus jugadores que, ajenos al marcador, empezaron a subir las líneas, a marcar con mayor intensidad, y a crear muchas más ocasiones de gol. El sufrimiento llegó a su fin del pie de Francisco Martínez, que celebró sin miramientos, y luego los otros cayeron también, por inercia, en apenas 11 segundos. Emerson Méndez y Jorge Espinoza no le dieron tiempo al portero de Afganistán de procesar lo sucedido, fue todo tan fluido y fugaz, como un estornudo solitario en una madrugada fría.

Y el último en lograr su clasificación fue Argentina, que tuvo que enfrentar a Croacia en un duelo vertiginoso de egos y gambetas estrafalarias. Los croatas, heridos como animal en zona de francotiradores, volvían a un Mundial tras 24 años de ausencia, pero su mirada era la de un depredador enojado, que mira su presa pavonearse en el largo follaje de la sabana. Los Argentinos sufrieron y mucho, fueron el único de los equipos sudamericanos que recibió más tiros a puerta de los que ellos mismos propusieron y dependiendo de su defensa en más de una ocasión, pero el resultado es el que decide al ganador. Los goles de Alan Brandi, apenas al minuto de juego, y de Matías Rosa, al minuto 23, decidieron el juego de forma lapidaria, igual que en el ajedrez, donde no gana el que más fichas de su rival elimina, sino aquel que da jaque mate al rey.

Marruecos será la encargada de enfrentar a Brasil; Ucrania luchará contra Venezuela; Francia tratará de frenar a Paraguay y Kazajistán jugará contra Argentina y si todos ganan sus partidos, la hasta ahora histórica presentación de los equipos sudamericanos daría un paso más hacia adelante, logrando llenar todas las plazas de las semifinales con sus representantes. Algo alucinante.

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El futsal es frenético. Un solo parpadeo basta para perdérselo todo de sopetón. Cada jugada, cada defensa y cada pase debe ser medido de forma minuciosa, pues hasta el más leve descuido puede ocasionar una derrota categórica, sin retorno ni indulgencia. Lo saben muy bien los brasileños, máximos ganadores del torneo, y que, además, han tenido en sus filas a cinco de los 10 máximos goleadores históricos del Mundial; empezando con Falcao y sus impresionantes 48 goles, cada uno más bello que el anterior, y terminando con Lenisio y sus 17 goles, uno en cada partido que jugó.

El cuadro final, de eliminación directa, se ha vuelto diminuto. Ya solo quedan ocho equipos de los 24 que llegaron con el mismo sueño y la misma ilusión, y ninguno se soporta. La competencia se ha vuelto aterradora y hostil, al punto de transformar amistades en miradas bélicas. Los entrenadores empiezan a maquinar estrategias solo cuando el sol se ha escondido, paranoicos, y los jugadores se olvidan de la cortesía, conscientes de que cualquier error podría ser fatal.

El primer equipo sudamericano en clasificar a los cuartos de final fue Brasil, acostumbrada ya a demoler a sus rivales desde adentro, como si se tratara de un arte marcial, usando la fuerza del enemigo en su contra. La víctima no tuvo tiempo ni de sufrir, pues el inicio fue tan agresivo y dominante, que la difusa imagen de la victoria nunca logró divisarse de forma correcta en la cabeza de los jugadores de la selección de Costa Rica. La verdeamarela disparó 54 veces a puerta, desde todas las zonas del campo, con sevicia, más que el doble que su contrincante, para sellar su cómoda victoria cinco goles por cero.

La siguiente en lograr el pase fue Venezuela, en un partido histórico frente a España. El inicio del partido fue atropellado y cómico; y habría podido ser crítico y febril, de no ser porque José Villalobos, el guardameta venezolano, no estaba de humor para eso. Apenas al minuto 12, desde el arco, desenfundó un disparo violento que puso por delante a su equipo, con una pizca de fortuna y una gran porción de alevosía. La sorpresa, entonces, se apoderó de la selección bicampeona del mundo, tres veces subcampeona, que vio cómo el tiempo se le escurría entre los dedos, sin encontrar respuesta. Raúl Gómez le dio un poco de esperanza luego de marcar el tanto del empate, agonizante, pero insuficiente, pues apenas a un minuto para el final, Víctor Carreño, en un arranque de heroísmo incontrolable, le dio a la selección de Venezuela, en la su segunda participación en un Mundial, el pase a los cuartos de final.

Ese mismo día, el miércoles, el Humo Arena se vistió de gala para recibir a Paraguay y Afganistán, y los paraguayos, conscientes del peso protagónico que cargaban sobre sus hombros, decidieron salir al campo a jugar de forma táctica y escurridiza. Hamid Hossaini, sin embargo, fue el que abrió el marcador, con un gol tempranero y solitario, al minuto 14; pero eso no logró que la selección de Paraguay se intimidara o desconcentrara, por el contrario, lo único que ocasionó fue revivir la llama que respiraba amigable en el pecho de sus jugadores que, ajenos al marcador, empezaron a subir las líneas, a marcar con mayor intensidad, y a crear muchas más ocasiones de gol. El sufrimiento llegó a su fin del pie de Francisco Martínez, que celebró sin miramientos, y luego los otros cayeron también, por inercia, en apenas 11 segundos. Emerson Méndez y Jorge Espinoza no le dieron tiempo al portero de Afganistán de procesar lo sucedido, fue todo tan fluido y fugaz, como un estornudo solitario en una madrugada fría.

Y el último en lograr su clasificación fue Argentina, que tuvo que enfrentar a Croacia en un duelo vertiginoso de egos y gambetas estrafalarias. Los croatas, heridos como animal en zona de francotiradores, volvían a un Mundial tras 24 años de ausencia, pero su mirada era la de un depredador enojado, que mira su presa pavonearse en el largo follaje de la sabana. Los Argentinos sufrieron y mucho, fueron el único de los equipos sudamericanos que recibió más tiros a puerta de los que ellos mismos propusieron y dependiendo de su defensa en más de una ocasión, pero el resultado es el que decide al ganador. Los goles de Alan Brandi, apenas al minuto de juego, y de Matías Rosa, al minuto 23, decidieron el juego de forma lapidaria, igual que en el ajedrez, donde no gana el que más fichas de su rival elimina, sino aquel que da jaque mate al rey.

Marruecos será la encargada de enfrentar a Brasil; Ucrania luchará contra Venezuela; Francia tratará de frenar a Paraguay y Kazajistán jugará contra Argentina y si todos ganan sus partidos, la hasta ahora histórica presentación de los equipos sudamericanos daría un paso más hacia adelante, logrando llenar todas las plazas de las semifinales con sus representantes. Algo alucinante.

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