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Atenas a Ámsterdam en bicicleta: una crónica de dos sesentones

El 15 de abril próximo, dos amigos sesentones comienzan una travesía en bicicleta desde Grecia hasta Países Bajos. Uno de ellos, Alejandro López Mejía, mantendrá a los lectores de El Espectador al tanto de sus experiencias. En este texto inicial, los últimos preparativos. Los invitamos a seguir la serie.

Alejandro López Mejía, especial para El Espectador
12 de abril de 2023 - 11:21 a. m.

Esta es la crónica de un viaje en bicicleta entre Atenas (Grecia) y Ámsterdam (Países Bajos) —4.000 kilómetros aproximadamente— de dos amigos sesentones que se conocieron en una estación de tren en Cardiff, Gales, hace 31 años. Alejandro, economista y exfuncionario de una institución financiera internacional en Washington, ahora pasa el tiempo entre la bicicleta, un tapete de yoga y uno que otro libro (cuando le alcanzan las energías). E Iván, administrador de empresas y ex alto ejecutivo de una empresa colombiana de exportación, quien ahora, recién jubilado, está aún por descubrir lo que quiere hacer en esta nueva etapa y quien se dió como premio de jubilación la dichosa tortura de este paseo. El “paseo” empieza el 15 de abril y Alejandro estará enviando sus crónicas para El Espectador regularmente. Más información y fotos en Instagram @bicisesentones

Alejandro López, durante un entrenamiento por el Shenandoah con su amigo Carlos, antes de partir a su recorrido de Atenas a Ámsterdam en bicicleta.
Alejandro López, durante un entrenamiento por el Shenandoah con su amigo Carlos, antes de partir a su recorrido de Atenas a Ámsterdam en bicicleta.
Foto: Alejandro López Mejía

Los Preparativos

Viernes 17 de marzo 2023, Washington DC

A cuatro semanas de que empiece el Tour de Europa, ya las cosas están casi listas. Tenemos diseñada la ruta desde finales del año pasado, etapa por etapa. Esa fue una tarea que hice y me siento muy orgulloso dada mi ineptitud en el área de informática (aunque me beneficié de una tutoría del gurú cartógrafo, Sergio, gran compañero de cicla). Vamos a ver cómo nos va ya en carretera, pues entiendo que no es raro que existan “errorcitos” por ahí que despistan y hacen perder el tiempo.

Tengo las alforjas empacadas con prácticamente todo lo que voy a llevar. He oído consejos de Raimundo y todo el mundo y llevo de todo: un botiquín con los remedios de los viejos, cremas para el sol y la cola, champú, crema de dientes, curitas y no sé qué más vainas. Llevo jabón de barra para lavar la ropa; herramientas para que algún buen samaritano nos desvare pues entiendo que Iván, mi coequipero y el ideólogo del paseo, es tan inútil en la mecánica como yo. La bicicleta la he aperado con todo y estoy muy orgulloso de ella. La llamo “la poderosa”. Tengo luces adelante y una luz roja atrás que tiene un radar para avisar si vienen carros atrás. Además, me compré un potenciómetro que me ha ayudado a entrenar durante el último mes y que me muestra qué tanto esfuerzo estoy haciendo. Y ya he salido a entrenar con las alforjas puestas, lo cual ha sido importante para hacerles ajustes y evitar que se escurran hacia adelante.

He estado muy juicioso entrenando desde principios de año y en especial desde después del 15 de enero, mi cumpleaños 60. En promedio me he estado haciendo 300 kilómetros semanales, que es más o menos la mitad de lo que haremos en el tour. Cada vez estoy más rápido y me canso menos. Eso me tiene contento pues espero me haga más placentero el viaje, entre otras porque Iván ha sido siempre mucho más deportista que yo y mucho me temo que se puede llegar a desesperar si le toca estar esperándome en cada esquina. El hombre ha estado medio vago con el entrenamiento este año, pero en cuestión de días se pone mejor que yo. Ahora anda en Asturias y me dice que esta semana ya se hizo la etapa de los lagos de Covadonga… esa etapa es inolvidable para mí: mi mamá compró su primer televisor a color para ver a Lucho Herrera correr en esa etapa por allá a mediados de los años 80…

Los compañeros de colegio y excolegas de trabajo creen que estoy loco al hacer este paseo. Los excolegas, imagino, me ven aún como su colega y aún les cuesta visualizarme con cola de caballo y facha de hippie. En el colegio siempre llegaba de último en todos los eventos que implicaran tener estado físico (o casi de último pues a veces le ganaba al gordo Lombana). Quizás por eso ahora no pueden creer que esté emprendiendo este paseo que sin duda tiene algo de aventura, quizás con alguna similitud a las excursiones que hicimos en el colegio y donde conocimos sitios recónditos de Colombia y pasamos tiempos inolvidables además de sangre, sudor y lágrimas. En todo caso, a esta aventura en bicicleta siempre le tuve ganas desde que a principios de los años noventa vi en Estambul a unos ciclistas que acababan de llegar de Londres. En realidad, la idea original de este paseo era esa, Londres-Estambul, pero después de ires y venires nos inclinamos por Atenas-Amsterdam, en gran parte por el atractivo teórico de pasar bastante tiempo en Italia. dados su comida, sus pueblos encantadores y la gente cálida. Vamos a ver si la práctica confirma la teoría…

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De la espalda estoy mucho mejor, después de haber estado en cama casi sin poder moverme entre septiembre y octubre… esa inactividad y trago a granel durante mi viaje a Colombia en noviembre me dejaron en muy mal estado físico después de haber estado bastante bien entre abril y agosto. Cada tres semanas voy donde la quiropráctica, a quien llamo “la maga”, a que me haga ajustes y me tenga al pelo antes del viaje. Además, estoy yendo a acupuntura una vez por semana, la cual se complementa con masajes. Y claro, mi yoga está siempre ahí: ejercicios matutinos de respiración y una hora de asana suave al final del día. Dicho eso, el yoga lo hago con cuidado y estoy intentado evitar arcos para atrás y, en general, todo movimiento que me pueda volver a lesionar.

El paseo lo vamos a hacer Iván y yo solos en su gran mayoría. Felipe y Catalina se nos unen, quizás unos diez días, en la Toscana (a Felipe lo conozco de tiempos inmemoriales: con él fuimos a Bolivia y Perú en 1982, viajamos por el Amazonas entre Iquitos y Leticia, cruzamos el Páramo de Pisba a pie en 1983 y recientemente (en el 2018) con Catalina, Margarita (mi esposa) y dos de mis hijos caminamos a ciudad perdida). Martín, el hijo de Felipe, también planea unirse unos días en la Toscana para coincidir con sus papás y, si tiene el tiempo, quisiera unírsenos al cruce de los Alpes. Mi sobrino Esteban (15 años de edad, hijo de mi cuñada) vive en Zurich, y planea unirse unos días cuando estemos en Suiza. Ha sido un placer para mí estar en comunicación con Esteban, dándole consejos de cómo entrenar y “poniéndole presión” para que esté en forma una vez se nos una. Gracias a este paseo he estado por primera vez en comunicación directa con Esteban, lo cual ha sido una gran satisfacción para mí. Entiendo también que un excolega de Iván se nos va a unir en Suiza por unos días.

Margarita y mi hermana Adelaida estuvieron originalmente muy nerviosas con la idea de este paseo. Imagino que los motivos eran varios, quizás infinitos, pero la preocupación de que me dé un ataque al corazón en la mitad parece que ya no es tan grande, al menos en el caso de Margarita. La razón de esa menor preocupación es fundamentalmente que me ha visto entrenar muy juicioso y ha visto que los riesgos de ser atropellado, aunque siguen existiendo, intentan ser mitigados en parte con la aperada de “la poderosa” (espejos retrovisores, el radar que avisa cuando vienen carros, etcétera).

Addendum 1. Una parte importante de las compras para la bicicleta fue una parrilla muy sofisticada para colgar las alforjas. Se necesitaba la sofisticación, pues pocas parrillas podían ponérsele a mi bicicleta dado que es de fibra de carbono. Una parte sui generis del equipaje son bolsas de plástico de supermercado, las cuales usaré para cubrirme los zapatos en los días de lluvia para evitar que se me mojen (este sofisticado invento está patentado por mi amigo Carlos, quien vive en Washington y es mi gran compañero de bicicleta acá en estas tierras y quien a sus 67 años me da sopa y seco en todas nuestras salidas y no hace sino regañarme cuando no le alcanzo el paso). Las bolsas “de Carulla” las amarro con cauchos. También pienso llevar dos bolsas de levadura nutricional para echarle a ciertas comidas para tener la proteína que no me da mi dieta vegetariana.

Addendum 2. Mis amigos ciclistas de Washington y mis amigos de colegio no hacen sino molestarme augurando las muchas ampollas que me saldrán en la cola por más pomada que me ponga. Dicen que es importante que aprenda cómo se dice forúnculo o peladura en la cola en griego, italiano y alemán.

Es una lástima que ninguno de estos amigos de Washington, con los que he hecho varios paseos y con quienes hablé de los preparativos de este viaje, no hubieran terminado uniéndose ni siquiera a una parte del trayecto. Se volvieron un ocho con todo y todo era problemático: transporte de la bicicleta, temor a problemas mecánicos, algunas etapas monótonas, forúnculos y etcétera y etcétera; pero la verdad es que también hay una razón silenciosa: no es fácil dejar a la esposa dos meses. Por eso estoy tan agradecido con Margarita: a pesar de sus temores iniciales, ella siempre apoyó lo que ella llamó mi “locura”.

Iván fue el de la idea original del paseo como premio por su jubilación. Yo le tomé la idea al vuelo pues siempre había querido hacer un paseo así (y espero este no sea el último; ya tengo ideas para el del próximo año, incluido atravesar los Estados Unidos de costa a costa).

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Iván desde hacía años me venía insistiendo que debería unírmele a sus paseos en bici (él ha hecho unos muy buenos,pero nunca tan largos). En ese entonces yo le decía que yo no tenía el estado físico para unírmele. Ese fue uno de los regalos positivos de la pandemia: gracias a ella me compré una bicicleta barata y empecé a montar cada vez más y a hacer paseos cada vez más exigentes con mis amigos de Washington (mi idea original era pasar más tiempo en la India practicando yoga, pero esa idea se fue al traste con la pandemia; aunque claro, ahora que la pandemia está por acabarse y se puede viajar, la idea original de yoga en la India está ahí, vivita y coleando, y ya estoy pensando regresar un mes en Octubre para ver a mis profesores. Sin embargo, la tentación de los paseos en bici le está haciendo competencia dura… vamos a ver cómo se logra un equilibrio entre el yoga y el ciclismo.

Hace un año la bicicleta barata fue remplazada por “la poderosa” pues la de combate ya no daba para los paseos que estaba haciendo. aunque claro, poder se hubiera podido pasear en la de combate, pero uno siempre termina encontrando excusas para intentar ir más rápido y ganarle segundos al cansancio que se acumula a medida que uno se va tragando los kilometros…

Lunes 3 de abril 2023

Washington DC

Ya faltan apenas nueve días para tomar el avión de Washington a Atenas. He seguido juicioso haciéndome los aproximadamente 300 kilómetros a la semana para estar en forma. Incluso, me llevé la bicicleta a Boston cuando fui a despedirme de mi hijo Rodrigo (mi hijo Julián viajó desde Atlanta para pasar una semana con nosotros y decirle también hasta luego al taita). Con Rodrigo monté tres veces saliendo de Boston hacia diferentes suburbios y tengo que reconocer que en la salidas me sacó más tiempo de lo que yo tenía presupuestado: ¡no en vano nos separan 31 años! (Aunque en mi beneficio yo andaba practicando con las alforjas de 10 libras de peso cada una y el vergajito andaba sin nada de peso). La ida a Boston me sirvió para hacerle ajustes adicionales a la bici y decidirme a llevar zapatos “de montaña”, lo que significó comprar pedales nuevos.

Con Iván hemos comparado notas de nuestro entrenamiento en marzo y tengo que reconocer que el hombre se puso las pilas: en el último mes, se hizo 1.305 kilómetros y ascendió 15.900 metros —algo muy parecido a lo que entrené yo, aunque él hizo algo infinitesimalmente mayor—. Pero él ya paró su entrenamiento en las tierras asturianas mientras que yo pienso aun salir con mis compañeros ciclistas de Washington y hacerme dos de las etapas reinas que hay por estas tierras. En todo caso, ya el próximo lunes 10 de abril empaco la bicicleta, cruzo los dedos para que no tenga problemas en el viaje y chao pescao.

👀🌎📄 ¿Ya está enterado de las últimas noticias del turismo en Colombia y en el mundo? Lo invitamos a verlas en El Espectador.

Por Alejandro López Mejía, especial para El Espectador

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Fico(d47a8)12 de abril de 2023 - 09:20 p. m.
Le faltó lo del médico a quién llamar, no me les vaya a dar un infarto a estos cuchibarbies
Andrea(47935)12 de abril de 2023 - 03:27 p. m.
Fuerza y buena suerte. Lograrán su objetivo
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