B-Girl Luma, a un baile de los Juegos Olímpicos
La deportista antioqueña es la mayor referente del breaking en el país. Para ella, representar a Colombia en París 2024 es un sueño cada vez más cercano.
Kevin Stiven Ramírez Quintero
Tres, dos, uno y suena un breakbeat. La B-Girl Luma sonríe a las cámaras y gira sobre sí misma para sincronizar sus movimientos con un ritmo frenético.
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Tres, dos, uno y suena un breakbeat. La B-Girl Luma sonríe a las cámaras y gira sobre sí misma para sincronizar sus movimientos con un ritmo frenético.
Baila sin vértigo, desafía la gravedad con su destreza y se roba el aliento de quienes la ven dando vueltas sobre su espalda sin perder el estilo. Al terminar su danza, con la valentía y la sencillez que la caracterizan, pregunta emocionada: “¿Qué tal? ¿Bien?”.
Luisa Fernanda Tejada, o mejor conocida como B-Girl Luma, creció en una cuna de artistas en Medellín. En Manrique, la Comuna 3 de la capital antioqueña, le hizo frente a las fronteras invisibles y a los conflictos de la zona con la danza, su forma de expresarse.
Inició desde pequeña con ritmos latinos y cumbia, pero el hip hop no tardó en tocar su puerta. Fue en las empinadas calles de su barrio en las que conoció al breaking, un estilo de danza urbana que se originó en el Bronx, en Nueva York, en 1970 y que debutará como deporte olímpico en París 2024.
“Siento que el hip hop identifica lo que soy. Siempre fui un poco desencajada con el estereotipo de mi familia. Crecí con 10 mujeres en una misma casa y la única que se inclinó por el arte fui yo”, aseguró la número nueve del ranquin mundial y número uno en Suramérica de esta disciplina.
Un camino de sacrificios
Luma, con la medalla de oro del reciente Panamericano de Chile colgando sobre su pecho, confesó que fue complicado ganar el respeto y la confianza de su familia para que vieran que lo que estaba haciendo lo hacía por amor.
Para la embajadora de Red Bull, el breaking fue una salida de bien. Contrario al rumor de esquina que relacionaba al hip hop con todo lo malo que podía pasar en las calles de Medellín, estigmatizadas por las drogas y la violencia.
“Pienso que hasta ahora esa mentalidad está empezando a cambiar no solamente en mi familia, sino en muchos hogares. No es fácil, pero uno tiene que ser fiel a lo que uno es y si realmente es lo que te hace feliz, no tienes que llenarle las expectativas a nadie”, dijo.
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Empezó a moverse al ritmo del breakbeat, el funk, el rap y el soul en 2010, cuando estaba terminando el bachillerato. Sin embargo, su talento fue impulsado cuando conoció a “4 Elementos Skuela”, un proceso de formación artística dirigida por Henry Arteaga, o Jke, de la agrupación Crew Peligrosos de Aranjuez, en la Comuna 4.
Allí, a través del intercambio de conocimientos y experiencias alrededor del rap, el grafiti, el breaking y el Dj, se enamoró más de la disciplina al ver que había alrededor de 400 alumnos que también tenían un sueño como ella y se arriesgó hasta los regaños de su familia cada vez que llegaba a medianoche a la casa, después de sus prácticas de breaking.
Para Luisa, las personas que se dedican a esta disciplina en Colombia son la definición de valentía. Siguen sus pasiones, pese a que no hay mucho apoyo financiero y profesional. Toman el riesgo y se lanzan al vacío para lograr su sueño. No obstante, hay muchos talentos que tienen prioridades mucho mayores que ir a un viaje a competir por sus necesidades socioeconómicas o el mismo miedo de fracasar.
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Pese a esto, Colombia ha escrito una historia en el hip hop. No solamente el camino lo han hecho los referentes, sino que se escribe cada día con eventos, gestores, deportistas y artistas que se han dedicado a otras expresiones artísticas de este movimiento que ha transformado con arte los rumores negativos del país en escenarios internacionales.
“Todos somos la misma gente, venimos de las mismas calles. Mi historia no es muy diferente a la de un rapero o un grafitero”, agregó.
Luma, además, ve que el protagonismo femenino es cada vez mayor en un movimiento cultural que ha sido tradicionalmente vinculado a los hombres. “A nivel general, todavía estamos dejando atrás una sociedad donde la mujer no tenía tanto empoderamiento. No es un tema exclusivamente de break o de grafiti, es un algo a nivel cultural, de mentalidad de la sociedad”, comentó.
El sueño del oro olímpico
Para llegar a la máxima competencia deportiva del próximo año, la deportista de 29 años tiene tres caminos luego de ganar los Panamericanos de breaking en Chile.
El primero son los próximos Juegos Panamericanos de Chile, que se celebrarán en noviembre y será el debut de la disciplina con todos los deportes. Allí, los número uno de cada género de los cinco continentes clasifican.
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Otra posibilidad es ganar el Campeonato Mundial de Bélgica en septiembre, que otorga dos cupos. La última opción son las Series de Clasificación Olímpica, que ofrecerán los últimos 14 cupos de 32 disponibles de marzo a junio de 2024.
“Mi mayor inversión es la que he puesto en mí y en mi sueño de cumplir mis propias expectativas cada día”, aseguró Luma, quien no niega su deseo de no solo participar en los Juegos Olímpicos, sino de ganar la medalla de oro.
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