Santiago 2023 bajó el telón, Chile se despidió de los Panamericanos y se alista para los Parapanamericanos que empezarán dentro de una semana.
Colombia recibió la bandera panamericana y tendrá cuatro años para preparar la edición XX de este evento. Ese es el tiempo exacto, pues apenas hasta hace una semana la sede ni siquiera estaba ratificada. Empieza colgada. Chile, que tuvo seis años para tener todo a punto, estuvo listo sobre la hora. Mal antecedente.
De hecho, es posible que el Gobierno colombiano, si no paga en enero los US$8 millones que le debe a Panam Sports (los dueños de las justas), pierda la organización de los Juegos. Sin embargo, tanto el Comité Olímpico Colombiano (COC) como el Ministerio del Deporte aseguraron que la plata será girada y las justas en el Atlántico no tienen marcha atrás.
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El devenir de Barranquilla 2027, de todas maneras, plantea varias dudas. Con la ratificación, una propuesta bajó directamente del presidente de la República, Gustavo Petro. Barranquilla organiza los Juegos, sí. Pero no se harán solo en el Atlántico, se abrirán a todo el Caribe. La idea es que Santa Marta, Cartagena y San Andrés apoyen como subsedes. Sin embargo, como todavía no hay certezas, a pesar de que la cuenta atrás ya empezó su marcha, todavía se estudian las posibilidades.
Barranquilla: aprovechar lo que está hecho
Santiago de Chile cumplió, pero tuvo muchas sombras. Empezó con la entrega a medias de la Villa Panamericana, aún en construcción cuando llegaron los deportistas. Hubo escenarios, en el baloncesto y el balonmano, por ejemplo, que tuvieron que aplazar competencias por goteras en los techos de sus recintos. Incluso, los complejos de Deportes Acuáticos y el del Estadio Nacional, dos de las obras más costosas de todos los Juegos, fueron criticados porque sus alrededores estaban, y así se quedaron, en obra negra.
Con todo y sus errores, Santiago de Chile es una ciudad que estaba preparada para recibir los Juegos Panamericanos. Con las redes de transporte necesarias, un buen porcentaje de recintos adelantados y una infraestructura bien adecuada, la capital chilena cumplió las expectativas. La vara para Barranquilla, en ese sentido, es alta. En términos de conexión sobre todo, y más teniendo en cuenta la idea de que sea en realidad una sede de todo el Caribe.
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La capital del Atlántico tendrá que echar mano de lo que tiene adelantado. En 2018 organizó los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y varios de los escenarios de ese evento le servirán para recibir los Panamericanos. Desde la Alcaldía, por ahora, está propuesta una nueva ampliación del estadio Romelio Martínez y una remodelación del coliseo Elías Chegwin. Aunque habrá que adecuar el complejo acuático a las exigencias panamericanas, construir un velódromo para el ciclismo de pista y un coliseo mayor para los deportes bajo techo.
Según el Ministerio del Deporte, se destinarán casi US$400 millones para la realización de los Juegos Panamericanos. El 60 % lo aportará la nación y el 40 % Barranquilla y las subsedes del Caribe colombiano. Sin embargo, habrá que hacerle seguimiento a ese presupuesto. En Santiago, inicialmente, las justas iban a costar US$170 millones y al final terminaron costando US$750 millones. Un incremento del 341 %.
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Los grandes eventos deportivos históricamente han sido un tema que genera críticas en Colombia. Muy recordada es la resignación de la sede del Mundial de Fútbol en 1986. Y aunque en los últimos años el país ha organizado varios eventos, como Juegos Suramericanos, Centroamericanos, la Copa América masculina y femenina o el Mundial Sub-20 de Fútbol, los Juegos Panamericanos de Barranquilla serán el certamen deportivo de mayor magnitud que nuestro país haya organizado en su historia. El gran reto, en medio de un camino que empezó medio torcido, será estar a la altura.