Bogotá 1938: los primeros Juegos Bolivarianos de la historia
Las justas se crearon en medio de la tensión política y territorial que caracterizó la primera parte del siglo XX entre los países liberados por Simón Bolívar. El deporte fue utilizado como un mecanismo diplomático de paz y estabilidad en la región.
Bogotá cumplía 400 años en 1938. Y como celebración, el gobierno nacional ofreció la ciudad como sede de los primeros Juegos Bolivarianos de la historia, que se celebrarían en la capital del país como muestra de la hermandad entre las naciones independizadas por Simón Bolivar, y en respuesta a la expulsión de Perú de los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936.
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Bogotá cumplía 400 años en 1938. Y como celebración, el gobierno nacional ofreció la ciudad como sede de los primeros Juegos Bolivarianos de la historia, que se celebrarían en la capital del país como muestra de la hermandad entre las naciones independizadas por Simón Bolivar, y en respuesta a la expulsión de Perú de los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936.
Las Olimpiadas Bolivarianas, como se llamaban en ese entonces, fueron una estrategia diplomática y política de los presidentes de la región para establecer un bloque sólido entre los países del cono norte de Sudamérica, que durante las primeras décadas del siglo XX habían tenido varias disputas territoriales que terminaron en guerras. De cierta manera, la creación de estos juegos fue un tratado de paz.
Para esa época, Colombia, al igual que Ecuador, Perú, Bolivia, Panamá y Venezuela, las otras naciones que conformaban el bloque de países bolivarianos que creó los juegos, no contaba con una estructura deportiva sólida. De hecho, solo hasta las olimpíadas de 1936 el país había mandado por primera vez una delegación oficial a las justas y cuatro años antes, en el 32, el colombiano Jorge Perry Villate había sido el primer atleta nacional en debutar en un unos Juegos Olímpicos. Por eso, las justas bolivarianas, que se inscribieron dentro del calendario olímpico y que se realizaron en Bogotá, fueron un puntapié fundamental en la historia deportiva del país.
De esta manera, Colombia organizó por primera vez un evento deportivo internacional de grandes magnitudes. Una competición marcada por la tensión política y las relaciones diplomáticas que le permitieron al país mostrarse como una nación “moderna” en esos años, el preludio de los inicios de la guerra de las guerrillas y el periodo de la violencia que nos acompaña hasta nuestros días.
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La guerra que motivó el inicio de los juegos
Según explica el profesor de la Universidad Nacional Andrés Felipe Hernández Acosta, en un ensayo que titula “Los primeros Juegos Deportivos Bolivarianos de Bogotá en 1938 y la Integración regional por medio del deporte”, las olimpiadas bolivarianas surgieron como una respuesta diplomática a los conflictos territoriales entre las naciones liberadas por Simón Bolívar.
Específicamente, Hernández Acosta explica como la guerra entre Perú y Colombia, en la disputa por Leticia, y la posterior firma el tratado Lozano Salomón de 1922, que le cedió una parte de territorio ecuatoriano a los peruanos, representó una tenso momento de crispación política en la región.
La integración del bloque de países bolivarianos partió de una estrategia del entonces presidente de Colombia, Alfonso López Pumarejo, y el primer mandatario de Perú, Óscar Benavides, quienes ya se conocían de antaño y decidieron restablecer las relaciones de los dos países con el deporte como principal excusa.
Y uno de los grandes motivantes de ese encuentro fueron los Juegos Olímpicos de Berlín en 1926 cuando, en plena Alemania Nazi, los peruanos iban a ser obligados a repetir un partido de fútbol que su selección le había ganado a Austria por 4-2. En protesta por la arbitrariedad, el gobierno Inca decidió retirar su delegación del territorio europeo. El reclamo de Perú encontró eco en algunas naciones, sobre todo Colombia, que aprovechó la situación para manifestar su apoyo a la nación con la que unos años atrás había estado en guerra.
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Tras el retiro de los Olímpicos, cuenta Hernández Acosta en su ensayo, surgió la idea de crear unas olimpiadas bolivarianas, una representación de las justas globales, pero con enclave sudamericano para rendir tributo a las naciones que liberó Simón Bolívar. Fue sobre todo una estrategia política en la que Bogotá terminó siendo la sede de un evento deportivo de grandes magnitudes, que fue epicentro de la reunión de los principales mandatarios de esta parte del mundo.
Las Olimpiadas Bolivarianas, el primer gran evento deportivo de Colombia
En Colombia, jamás se había hecho un evento tan grande. La celebración de los Juegos Bolivarianos fue un antes y un después en la historia deportiva del país.
Y muestra de la importancia de las justas fue la creación de dos de escenarios deportivos en Bogotá, que hoy en día siguen siendo íconos de la ciudad: el Estadio Nemesio Camacho El Campín y el Estadio Alfonso López Pumarejo de la Universidad Nacional.
Según un artículo de la Radio Nacional de Colombia, la delegación nacional de esos juegos estuvo conformada por 250 deportistas, que participaron en 16 disciplinas. En el medallero, quedaron en el tercer puesto con 19 medallas de oro, detrás de Perú, primero con 26, y Ecuador, segundo con 23.
Según explica el profesor Andrés Felipe Hernández Acosta, los Juegos tuvieron un alto impacto en nuestra sociedad por dos motivos. El primero, la oportunidad de esparcimiento que tuvo la gente para observar los triunfos de los atletas de su país por primera vez en la historia.
“Los encuentros de boxeo o de lucha libre fuera del estadio de la Ciudad Universitaria; la consecución de las tres preseas doradas de Cecilia Navarrete la morochita en los 100 metros planos, el lanzamiento de disco y relevos 4x100, junto a sus compañeras, Adela Jiménez, Berta Navia y Raquel Gómez; también para que disfrutaran en la Universidad Nacional de los triunfos de las selecciones colombianas de baloncesto; (...) los triunfos en tiro de Enrique Muñoz Rivas; (...) O ir al Country Club, para ver golf y como se lograban dos preseas de oro más (...) con el bogotano Alberto Gamboa, quien ganó el título individual y con su hermano Rafael, el de equipos”, anota el investigador.
Pero, en un segundo aspecto, las justas representaron un antes y un después para la ciudad, que a raíz de la construcción de la infraestructura deportiva empezó a crecer hacia el occidente, y también para el país, que empezó a tomarse más en serio la preparación de sus deportistas, antes prácticamente inexistente.
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A pesar de la disposición de los países involucrados, la segunda edición de los juegos volvió a realizarse casi 10 años después, entre diciembre de 1947 y enero de 1948, no por falta de organización de los presidentes de las distintas federaciones, dice Hernández Acosta, sino porque en la mitad estalló en Europa la Segunda Guerra Mundial.
Hasta nuestros días, se han hecho 19 ediciones de los Juegos Bolivarianos. Colombia es el país que más veces ha organizado el evento (5), incluida la actual edición que se disputa en Valledupar, mientras que Venezuela es el país que más veces ha ganado el medallero (13). Y aunque los Juegos ya no tienen la relevancia con la que se planificó su origen, sí representan el inicio del ciclo olímpico y cargan con la simbología de la unidad de los pueblos bolivarianos de Sudamérica.
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