Bogotá, la cuna de los mejores del mundo en espacio reducido
En los parques capitalinos dieron sus primeros pasos varios talentos que se consagraron campeones mundiales en el fútbol de salón. También son semilleros del fútbol 11 y el futsal.
Daniel Bello
La mayoría de barrios de Bogotá tienen una cancha de microfútbol en la que los niños no solo establecen su grupo de amigos y juegan contra otros equipos por la gaseosa, sino que también esos espacios han sido el escenario donde los mejores micreros del mundo han dado sus primeros pasos. Tres veces ha sido campeona del mundo la selección de Colombia de fútbol de salón y en todas esas conquistas los jugadores capitalinos fueron determinantes.
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La mayoría de barrios de Bogotá tienen una cancha de microfútbol en la que los niños no solo establecen su grupo de amigos y juegan contra otros equipos por la gaseosa, sino que también esos espacios han sido el escenario donde los mejores micreros del mundo han dado sus primeros pasos. Tres veces ha sido campeona del mundo la selección de Colombia de fútbol de salón y en todas esas conquistas los jugadores capitalinos fueron determinantes.
Hablar del microfútbol bogotano es imposible sin mencionar a Jhon Jairo Pinilla, quien sobre el maderamen ha marcado una época y fue referente en cada uno de los títulos orbitales que la tricolor conquistó —Bolivia (2000), Colombia (2011) y Bielorrusia (2015)—.
El crack bogotano se había retirado de la selección en 2019, pero su amor por esta disciplina lo obligó a regresar y compitió en el Mundial que concluyó este lunes en México, donde (con 40 años) fue parte del plantel que se quedó con el tercer lugar del certamen.
Además de Pinilla, quien podría considerarse como la más grande figura de este deporte en la historia, otros bogotanos han dejado en alto el nombre de la ciudad como Jhon Celis y William el Panadero Estupiñán. En la actualidad Julián Porras, el mejor de Colombia en la última Copa del Mundo, y otros talentos como Diego Mara Gómez son los líderes de la nómina que dirige Luis Mario González, donde la mayoría de la plantilla surgió en los torneos de barrios de la capital.
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“Colombia armó una selección acorde al momento que están viviendo sus jugadores. Partido tras partido, dejaron ver su potencial competitivo, pero al final en la parte física no les alcanzó”, fue el balance de Álvaro Guevara, referente del micro colombiano, campeón del mundo en 1997 como entrenador de la selección de Venezuela.
Guevara, también conocido con el apodo de Potasio, considera que el micro es el deporte del día a día de los bogotanos. “En cada sector hay una cancha y en cada cancha se organiza un torneo. Por eso se desarrolla tanto talento en el fútbol de espacio reducido”. Muchos de los micreros capitalinos más destacados se han probado en el de once jugadores, aunque no con la misma influencia y protagonismo que tienen en el fútbol de salón (microfútbol) y el fútbol sala, que no, no son lo mismo.
Una habitual confusión
La diferencia es que la cancha y la pelota del fútbol sala son más grandes que en el de salón (micro); además, la pelota de micro es más pesada, las reposiciones de banda y esquina se hacen con las manos —en el otro es con los pies en ambos casos— y el portero no tiene permitido superar la mitad de la cancha.
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El fútbol de salón es regido por la Asociación Mundial de Futsal (AMF) —antes Fifusa—, mientras que al otro lo patrocina la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). Los campeonatos que organiza la AMF tienen mayor tradición, aunque los de la FIFA cuentan con el apoyo de toda su estructura, que es mucho más grande e incluso ya organizó un mundial en nuestro país, en 2016.
La Federación Colombiana de Fútbol (FCF) se encarga del fútbol sala, mientras que la Federación Colombiana de Fútbol de Salón (FCFS) es la doliente de los campeonatos de micro. Al haber más de un torneo oficial, es normal que la audiencia se confunda y se polarice. En ese contexto, llama la atención que jugadores como Pinilla se hayan abierto campo como ídolos de barrio.
Ya que hablamos de las diferencias entre ambas modalidades, en el caso del fútbol sala Bogotá tampoco se queda atrás. Su selección, dirigida por Potasio Guevara —que hace más de una década cambió de modalidad— viene de consagrarse campeona de los Juegos Nacionales Eje Cafetero 2023 tras imponerse 2-0 a Boyacá en la final. Los rolos defendieron el título conseguido en las justas de Cartagena 2019.
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En ese proceso para repetir título pasaron más de 90 niños en el scouting. Guevara destaca que ese triunfo tiene un mérito especial por el compromiso de los seleccionados, que sin falta iban a entrenar todos los días en el Coliseo Cayetano Cañizares en Kennedy, de 7:00 a 9:00 p.m., zona que por la hora implica un cuidado especial por cuestiones de seguridad.
De los barrios al fútbol 11
En las canchas de cemento ha habido jugadores muy talentosos que coquetearon con el fútbol 11 o asociación. Incluso Pinilla tuvo un breve paso por Santa Fe, el equipo de sus amores, pero lo suyo era el micro y los resultados que consiguió confirman que fue la decisión correcta.
Los casos más exitosos de micreros bogotanos que triunfaron en el fútbol profesional colombiano son el del fallecido Jhon Mario Ramírez, de paso destacado por Millonarios en los años 90, y David Mackalister Silva, recientemente convocado a la selección de Colombia por el argentino Néstor Lorenzo.
En las canchas de barrio explotaron sus virtudes en el juego corto, con gambeta, explosión y cambios de ritmo en espacio reducido. Para la cantidad de población y acogida que tienen esos torneos, es relativamente baja la presencia de jugadores capitalinos en la Liga BetPlay. “Se debe incorporar esos talentos que hay en Bogotá a las selecciones juveniles, para que el jugador del barrio se traslade a las canchas de fútbol”, concluye el profesor Guevara.
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