Carlos Alcaraz, feliz con el trofeo de Wimbledon.
Foto: EFE - TOLGA AKMEN
Hay momentos cumbre en las carreras deportivas. Sobre todo en las de las grandes leyendas, la génesis de las historias de los íconos que marcan un antes y un después. Ayer, en Wimbledon, Carlos Alcaraz parece haber estado ante una de esas cimas: le ganó al legendario Novak Djokovic, que buscaba ampliar su ventaja en el palmarés histórico de los grand slam con su título 24, su octavo triunfo en el grande que se juega en césped y el primero contra la joven promesa española, pues nunca se habían enfrentado en una final de esta envergadura.
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