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Carlos Vélez: el representante de Colombia que brilló en el Mundial de Baloncesto

La Copa Mundial de la FIBA 2023, que llegó a su fin el pasado domingo 10 de septiembre, dejó un título histórico para Alemania. Aunque Colombia no pudo clasificar al certamen, el nombre del país estuvo presente gracias al mejor árbitro del país.

Nicolás Rovira Gómez - @nrovirag
14 de septiembre de 2023 - 10:00 p. m.
Carlos Vélez, en el Mundial de Baloncesto de Japón, Filipinas e Indonesia.
Carlos Vélez, en el Mundial de Baloncesto de Japón, Filipinas e Indonesia.
Foto: FIBA
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“El profe” Vélez, como le diría cualquier joven en los torneos de barrio o incluso en los certámenes nacionales, inició en la labor de árbitro en los intercursos de su colegio en Yarumal, Antioquia, su lugar de origen.

Carlos fue un jugador destacado de su categoría en el colegio y por eso la tarea de apoyar con el arbitraje llegó por pedido de su profesor de educación física, quien le dijo: “Carlos, vos que sos un jugador que sabe qué es un doble ritmo, un caminar y un doble drible, ¿por qué no me ayudas a pitar los interclases de los niños de noveno?”, y en medio de su liderazgo estudiantil y pasión por el deporte, aceptó.

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De a pocos, Carlos se fue adentrando en el mundo del arbitraje y ayudaba a registrar la planilla en torneos de barrio, torneos municipales, torneos departamentales. En lo que fuera por ganarse los 6.500 pesos por partido, y lógico, por estar alrededor del baloncesto.

“Uno en el colegio con 6.500 pesos hace 20 años, y encima pagaban los viernes, imagínate todo lo que uno hacía el fin de semana”, recordó el colegiado con alegría en su rostro.

Con el tiempo, Carlos se mudó a Medellín para buscar oportunidades académicas e inició a estudiar Ingeniería Industrial y, como de alguna forma debía tener un sustento en una ciudad como la capital paisa, buscó un oficio. Hoy en día, “el profe” es graduado de Contaduría Pública, pues cambió de carrera, y tiene una especialización. Estudios que pudo pagar con los ingresos del arbitraje.

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“Listo, llegué a la ciudad, ¿qué sé hacer? Nada. ¿De ese nada, qué medio sé hacer?: arbitrar. Me fui a la Liga Antioqueña de Baloncesto. Ya por el medio recorrido, tanto de jugador como de juez, conocía a muchos árbitros y me dirigí al Colegio de Árbitros a preguntar cómo entraba”, señaló Carlos al recordar sus inicios formales como colegiado.

Los años pasaron y por políticas del torneo profesional colombiano, que obligan a que haya un árbitro local por partido dentro del grupo de jueces, Carlos arribó al baloncesto profesional. En su primer encuentro oficiando, el partido se fue a tiempo extra y contó con la presencia de Guillermo Moreno y Hernán Darío Giraldo en los banquillos de los equipos, dos “perros viejos” de este deporte en el país.

Paso a paso, Carlos pudo emprender un camino en los torneos internacionales hasta convertirse en el referente que es hoy, el único colombiano que integró la lista de 44 jueces de la Copa Mundial de Baloncesto FIBA 2023.

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En medio del sueño cumplido, desde Filipinas, Carlos Vélez respondió sobre las incógnitas del oficio fundamental que ejercen los colegiados y que tanto se critica, a veces, sin conocimiento de causa.

¿Cómo se vive siendo árbitro en Colombia?

Se vive desde la pasión, pero de pasión no se come. Nosotros no tenemos un contrato, no tenemos una seguridad social, ni tenemos un ingreso asegurado. En mi caso, doy cursos en el Colegio de Árbitros y lo primero que nos enseñaron a mi generación, y lo que yo enseño, es que toca estudiar. Si no va a estudiar, debe tener un arte para ganarse la vida y que el arbitraje sea complementario. Pocos jueces pueden vivir por completo de esta actividad.

¿Qué falta por mejorar en el arbitraje de baloncesto en Colombia?

Como gremio nos hace falta una estructura académica, tener un espacio de analizar jugadas, llegar a consensos sobre la interpretación de las reglas. En Colombia somos islas y cada uno se forma al entender de su región, no hay una unificación. Hay un esfuerzo de la Federación Colombiana de Baloncesto, que hace poco tuvo un campamento nacional con los árbitros, pero toca continuar ese proceso y llevarlo a las regiones donde no hay todavía un número importante de jueces. También falta tener un mecanismo para masificar la información a nivel de reglas para el público en general y que la gente conozca realmente del reglamento. En el país no sabemos de reglamento y debemos hacer un “mea culpa”. Además, necesitamos que sigan llegando los patrocinadores, porque todo lo anterior requiere un presupuesto. Y por último y más importante, necesitamos mostrar un mejor nivel los árbitros, porque si nos dan capacitación y no respondemos en la cancha, se pierde todo lo avanzado.

¿Qué diferencias hay con los árbitros extranjeros?

La diferencia principal es que los jueces europeos sí son profesionales en cuanto a tener un contrato con sus ligas, que incluye prestaciones y demás. Al poder dedicarse por completo al oficio, tienen una preparación más adentrada en el reglamento. Son realmente especialistas en las normas y cuentan con la ventaja de que están en actividad continua porque hay competencias a toda hora y a niveles muy competitivos. Esto hace que cuando llegue al mundial lo sientan como una competencia normal porque ya están acostumbrados al nivel y vienen en buen ritmo.

¿Cómo es arbitrar en un Mundial FIBA?

Agotador, son muchos días fuera de casa con horario, comida y cultura diferente. Además, previo a la competencia tuvimos un campamento de cuatro jornadas todo el día. Ahí, unificamos criterios, hablamos del reglamento, de los movimientos dentro de la cancha y de los protocolos e implementación de la tecnología de repetición. Pero, cuando uno ya está en el torneo, uno empieza a querer más y más. También, en lo cultural es complejo mezclarse entre latinos, europeos y asiáticos. Además, todo es en inglés, pero no es imposible y es un reto que te permite aprender mucho de otros países.

Ya en lo técnico, FIBA tiene un estándar. Al finalizar cada partido hay un instructor de árbitros con el que se hace una retroalimentación a manera de diálogo y te muestran en video las llamadas buenas, los puntos por mejorar o los errores que se cometieron. Eso influye en el nivel de calificación. Dentro de esas calificaciones están las categorías: no aceptable, debajo del estándar, estándar, sobre el estándar y muy bueno. El reto siempre es estar del estándar para arriba porque el criterio de calificación es muy estricto y de eso depende que te llamen a este tipo de torneos. Entonces, cuando uno ve todo lo que implica estar acá, pues se siente que el solo hecho de llegar ya es una victoria.

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Por Nicolás Rovira Gómez - @nrovirag

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Pablo(88449)14 de septiembre de 2023 - 11:11 p. m.
Por fin un Carlos Vélez de calidad, bueno, clase, carácter, nobleza, linaje, pedigrí, casta, importancia, sencillo, hombre bueno sin ínfulas de nada. Éxitos. Y no se junte con esos otros tocayos suyos.
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