Caterine Ibargüen, con la mira puesta en Tokio 2020
La atleta antioqueña, Deportista del Año El Espectador-Movistar 2016, no piensa en el retiro y prepara un plan para llegar a los Juegos Olímpicos, en 43 meses.
Ricardo Ávila Palacios
El retiro de Caterine Ibargüen está más lejos que cerca. La antioqueña, que en febrero de 2017 cumplirá 33 años, tiene su mente puesta en conquistar el año entrante el tricampeonato del mundo en salto triple. “Lo planeado es seguir entrenando. El único truco de Ubaldo Duany (su entrenador cubano) y el mío es trabajar fuertemente como siempre lo hemos hecho y seguiremos con los mismos planes”, afirma la galardonada triplista.
Y va más allá, con Duany, con quien desde 2008 conforma una de las llaves más exitosas del atletismo, afina una estrategia encaminada a alargar la hora de su retirada de las pistas. Se trata de un sigiloso plan (no da detalles) con el que buscará llegar a los XXXII Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Será una espera de 43 meses, cuya cuenta regresiva comenzó en Río de Janeiro el 14 de agosto de este año, cuando colgó sobre su pecho la primera medalla de oro en el historial olímpico del atletismo colombiano.
“Por mi mente no pasa aún la idea del retiro. Realmente estamos trabajando muy fuerte y gracias a Dios cuento con un gran equipo para alargar mi carrera deportiva. Aún hay ganas de seguir compitiendo y hay amor por el deporte, creo que hasta cuando esto se acabe yo seguiré saltando. Si Dios me da la posibilidad de estar en buenas condiciones iré a los Juegos Olímpicos de Tokio. Trabajo para eso, para estar en lo más alto, para seguir representando a Colombia”.
Por lo dicho, “trabajar” es el verbo que mejor conjuga la atleta de Apartadó, y con esa acción está segura de que seguirá cosechando triunfos en las principales competencias internacionales.
También piensa en el pentacampeonato de la Liga Diamante, una competencia itinerante que a lo largo de la próxima temporada le permitirá seguir midiendo fuerzas con sus más encarnizadas rivales del circuito mundial y que en los años subsiguientes puede servirle de punto de referencia para saber si su cuerpo y su mente tendrán cuerda para llegar a la cita de Tokio.
A lo largo de su carrera la antioqueña lo ha ganado todo. Sólo le falta en su vitrina el récord del mundo. Hoy, la paisa es la quinta mejor triplista de todos los tiempos con un registro de 15,31 metros (Mónaco, julio 18 de 2014), distante 19 centímetros de la marca mundial (15,50 m) que desde agosto de 1995 ostenta la ucraniana Inessa Kravetz. “El récord mundial es uno de mis sueños, seguiré trabajando fuertemente para eso, porque creo que aún faltan muchas cosas por ganar y por eso estoy aquí”.
“Ganar” es otro de sus verbos favoritos, está mentalizada para ser la mejor, nunca piensa en la derrota, ese lenguaje no forma parte de su discurso cotidiano. Los resultados saltan a la vista. En la rama femenina está entre las diez mejores atletas del continente americano en todos los tiempos.
Así lo demuestran sus intervenciones en competencias de envergadura ecuménica. Por ejemplo, en Juegos Olímpicos es la sexta atleta de América con más medallas conquistadas (una de oro y una de plata). La primera es la estadounidense Jacky Joyner, quien acumula seis medallas (tres oros, una plata y dos bronces) en las pruebas del hepthatlón y salto largo, lo que por ahora la hace inalcanzable. La presea dorada lograda en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 es histórica: es el primer oro olímpico para el atletismo colombiano en 84 años de participaciones olímpicas y la segunda victoria de una suramericana en 68 años de intervenciones en esa justa, pues en 1948 Argentina debutó por esta parte del continente en el atletismo olímpico. Y lo hizo con una presea de plata obtenida por Noemí Simonetto de Portela, en salto largo.
Si Caterine llega a Tokio 2020 y allí vuelve a ganar, alcanzaría el segundo lugar del medallero olímpico en América, que hoy ocupa la velocista jamaicana Shelly Ann-Fraser con tres preseas (dos de oro y una de bronce), y se consolidaría como la más efectiva del continente en pruebas de campo (aquellas que no son carreras).
Su campaña en los Mundiales de Atletismo, al aire libre, con dos medallas de oro, la ubican entre las 15 mejores del continente en el balance histórico de estos certámenes desde 1983, siempre hablando de pruebas individuales.
Las cifras dejan ver la enorme importancia de Caterine Ibargüen para el atletismo colombiano y regional. Por ahora no hay un nombre en el horizonte que nos haga pensar que a su retiro nuestro país siga pisando duro en el circuito mundial. Al respecto, dice que “no tengo un nombre específico porque el deporte es muy incierto, hoy puede haber una niña con una marca espectacular, pero no sabemos cómo será conducida, o lo que pase”.
Puede ser un campanazo de alerta, más aún si miramos el pasado reciente: en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 el atletismo colombiano conquistó 17 medallas (3, 5 y 9), mientras en Toronto 2015 apenas obtuvo 4 (2-1-1). En conclusión: los resonantes triunfos de Caterine nos hacen ver una realidad a medias en el sentido de que nuestro deporte base ha tenido figuración mundial con ella y Luis Fernando López (campeón del mundo en 20 km marcha, en 2011). No hay más atletas para mostrar en las grandes ligas.
Mientras tanto, Caterine seguirá sacando la cara. “Aunque sé que ese momento llegará, hoy no estoy pensando en el retiro, pero cuando ese día llegue lo recibiré de la mejor forma, no le tengo miedo”.
El retiro de Caterine Ibargüen está más lejos que cerca. La antioqueña, que en febrero de 2017 cumplirá 33 años, tiene su mente puesta en conquistar el año entrante el tricampeonato del mundo en salto triple. “Lo planeado es seguir entrenando. El único truco de Ubaldo Duany (su entrenador cubano) y el mío es trabajar fuertemente como siempre lo hemos hecho y seguiremos con los mismos planes”, afirma la galardonada triplista.
Y va más allá, con Duany, con quien desde 2008 conforma una de las llaves más exitosas del atletismo, afina una estrategia encaminada a alargar la hora de su retirada de las pistas. Se trata de un sigiloso plan (no da detalles) con el que buscará llegar a los XXXII Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Será una espera de 43 meses, cuya cuenta regresiva comenzó en Río de Janeiro el 14 de agosto de este año, cuando colgó sobre su pecho la primera medalla de oro en el historial olímpico del atletismo colombiano.
“Por mi mente no pasa aún la idea del retiro. Realmente estamos trabajando muy fuerte y gracias a Dios cuento con un gran equipo para alargar mi carrera deportiva. Aún hay ganas de seguir compitiendo y hay amor por el deporte, creo que hasta cuando esto se acabe yo seguiré saltando. Si Dios me da la posibilidad de estar en buenas condiciones iré a los Juegos Olímpicos de Tokio. Trabajo para eso, para estar en lo más alto, para seguir representando a Colombia”.
Por lo dicho, “trabajar” es el verbo que mejor conjuga la atleta de Apartadó, y con esa acción está segura de que seguirá cosechando triunfos en las principales competencias internacionales.
También piensa en el pentacampeonato de la Liga Diamante, una competencia itinerante que a lo largo de la próxima temporada le permitirá seguir midiendo fuerzas con sus más encarnizadas rivales del circuito mundial y que en los años subsiguientes puede servirle de punto de referencia para saber si su cuerpo y su mente tendrán cuerda para llegar a la cita de Tokio.
A lo largo de su carrera la antioqueña lo ha ganado todo. Sólo le falta en su vitrina el récord del mundo. Hoy, la paisa es la quinta mejor triplista de todos los tiempos con un registro de 15,31 metros (Mónaco, julio 18 de 2014), distante 19 centímetros de la marca mundial (15,50 m) que desde agosto de 1995 ostenta la ucraniana Inessa Kravetz. “El récord mundial es uno de mis sueños, seguiré trabajando fuertemente para eso, porque creo que aún faltan muchas cosas por ganar y por eso estoy aquí”.
“Ganar” es otro de sus verbos favoritos, está mentalizada para ser la mejor, nunca piensa en la derrota, ese lenguaje no forma parte de su discurso cotidiano. Los resultados saltan a la vista. En la rama femenina está entre las diez mejores atletas del continente americano en todos los tiempos.
Así lo demuestran sus intervenciones en competencias de envergadura ecuménica. Por ejemplo, en Juegos Olímpicos es la sexta atleta de América con más medallas conquistadas (una de oro y una de plata). La primera es la estadounidense Jacky Joyner, quien acumula seis medallas (tres oros, una plata y dos bronces) en las pruebas del hepthatlón y salto largo, lo que por ahora la hace inalcanzable. La presea dorada lograda en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 es histórica: es el primer oro olímpico para el atletismo colombiano en 84 años de participaciones olímpicas y la segunda victoria de una suramericana en 68 años de intervenciones en esa justa, pues en 1948 Argentina debutó por esta parte del continente en el atletismo olímpico. Y lo hizo con una presea de plata obtenida por Noemí Simonetto de Portela, en salto largo.
Si Caterine llega a Tokio 2020 y allí vuelve a ganar, alcanzaría el segundo lugar del medallero olímpico en América, que hoy ocupa la velocista jamaicana Shelly Ann-Fraser con tres preseas (dos de oro y una de bronce), y se consolidaría como la más efectiva del continente en pruebas de campo (aquellas que no son carreras).
Su campaña en los Mundiales de Atletismo, al aire libre, con dos medallas de oro, la ubican entre las 15 mejores del continente en el balance histórico de estos certámenes desde 1983, siempre hablando de pruebas individuales.
Las cifras dejan ver la enorme importancia de Caterine Ibargüen para el atletismo colombiano y regional. Por ahora no hay un nombre en el horizonte que nos haga pensar que a su retiro nuestro país siga pisando duro en el circuito mundial. Al respecto, dice que “no tengo un nombre específico porque el deporte es muy incierto, hoy puede haber una niña con una marca espectacular, pero no sabemos cómo será conducida, o lo que pase”.
Puede ser un campanazo de alerta, más aún si miramos el pasado reciente: en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 el atletismo colombiano conquistó 17 medallas (3, 5 y 9), mientras en Toronto 2015 apenas obtuvo 4 (2-1-1). En conclusión: los resonantes triunfos de Caterine nos hacen ver una realidad a medias en el sentido de que nuestro deporte base ha tenido figuración mundial con ella y Luis Fernando López (campeón del mundo en 20 km marcha, en 2011). No hay más atletas para mostrar en las grandes ligas.
Mientras tanto, Caterine seguirá sacando la cara. “Aunque sé que ese momento llegará, hoy no estoy pensando en el retiro, pero cuando ese día llegue lo recibiré de la mejor forma, no le tengo miedo”.