Caterine Ibargüen, ¡gracias!
La atleta antioqueña, de 29 años, se coronó campeona, en Moscú, en salto triple con una marca de 14,85 metros.
Redacción Deportiva
Sí, ¡gracias! es lo que hay que repetirle una y otra vez a Caterine Ibargüen. Lo logró. Ella puso nuestros corazones a latir a mil y hasta a comernos las uñas. Pero ella, allá en la pista del mítico estadio Luzhniki, de Moscú, con bella sonrisa y con el sonar de sus palmas, retribuyó esas casi dos horas de alto nerviosismo, en alegría, una más que el deporte nos regala, la misma que nos dieron hace unos días los ciclistas Nairo Quintana, Rigoberto Urán y Jessica Parra y el nadador Orlando Duque.
Caterine Ibargüen Mena, nacida en Apartadó, Antioquia, el 12 de febrero de 1984, se inscribió ayer con letras doradas en la historia del deporte, al conquistar para Colombia la primera medalla de oro en unos mundiales de atletismo. Y lo hizo con todos los honores, como los grandes, en la modalidad de salto triple con una marca de 14,85 metros, dejando abajo en el podio a la rusa Ekaterina Koneva (14,81) y la ucraniana Olha Saladuha (14,65).
La antioqueña empezó con un salto nulo, pero en la segunda ronda, como respuesta a los 14,81 de Koneva, voló hasta los 14,85, igualando el mejor salto mundial del año. Después, sucesivamente, 14,69 y 14,83, hizo un nulo en el penúltimo turno y se despidió con otro salto no válido. Pero ya el oro estaba en su bolsillo, luego de que sus más cercanas rivales —en su último intento— no alcanzaran su mejor salto.
La colombiana, de 29 años, se quedó, sin embargo, a 14 centímetros de su mejor marca personal (14,99), lograda en Bogotá el 13 de agosto de 2011, cifra para el registro pero de poca importancia para la efervescencia del momento.
Esta es la tercera medalla de Colombia en la historia de los Mundiales, tras los dos bronces obtenidos en la última edición de Daegu-2011 por la propia Ibargüen y Luis Fernando López en 20 kilómetros marcha.
Caterine estaba invicta este año y, en ausencia de la campeona olímpica, la kazaja Olga Rypakova, compartía el cartel de favorita con la defensora del título, la ucraniana Olha Saladuha, que el martes había encabezado el ránking de finalistas con 14,69.
Pero la colombiana ya había derrotado este año a Saladuha —campeona de Europa y bronce olímpico en Londres 2012— en las cuatro reuniones de la Liga Diamante (Shanghai, Eugene, Oslo y París).
Así que Caterine llegó como una de las candidatas al trono, para el único metal que le faltaba en una gran cita, y el sueño se hizo realidad en una competencia perfecta de la antioqueña, que se colocó arriba en la tabla de resultados desde su segundo intento. Desde su salto a la élite, ha dado muestras de una gran capacidad para mantener la calma antes de una gran presión, a pesar de que admite que en los momentos claves hay nervios y algo de ansiedad. Pero ayer fue, sin duda, como un roble.
En las últimas tres temporadas, la saltadora antioqueña ha demostrado una gran regularidad para mantenerse arriba, como una de las mejores del triple salto, una disciplina a la que llegó de rebote, después de haberla desechado inicialmente por otras. El salto de altura fue inicialmente la prueba donde intentó destacar, aunque sus resultados nunca fueron espectaculares y su mejor marca ahí fue el 1,93 que superó en Cali en julio de 2005.
En grandes citas, había caído en las clasificaciones de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y de los Mundiales de Helsinki 2005 y Berlín 2009, hasta que su entrenador y mentor cubano, Ubaldo Duany, tomó una decisión que cambiaría la vida de ambos: pasar al triple salto.
Su primer gran éxito fue el Iberoamericano de San Fernando (España) en 2010 y en 2011 cuando consiguió el impresionante 14,99. Desde entonces no ha conseguido superarlo y llegar a los ansiados 15 metros, pero se ha mantenido en unas marcas regulares que le han permitido estar en el podio en sus últimas grandes competencias. Para su bronce de Daegu llegó a 14,84 metros y unos meses después, en los Juegos Panamericanos de Guadalajara alcanzó 14,92 metros para lograr el oro. La plata de Londres-2012 se consiguió con 14,80 metros.
Hasta el Mundial de Daegu, el atletismo colombiano sólo tenía una reina, Ximena Restrepo, bronce en los 400 metros en los Juegos Olímpicos de Barcelona-1992; pero ya en ese 2011 escribió su propia historia, la misma que ayer engrandeció con su oro y hoy crecerá aún más, cuando le entregen la medalla.
¡Gracias Caterine!
Sí, ¡gracias! es lo que hay que repetirle una y otra vez a Caterine Ibargüen. Lo logró. Ella puso nuestros corazones a latir a mil y hasta a comernos las uñas. Pero ella, allá en la pista del mítico estadio Luzhniki, de Moscú, con bella sonrisa y con el sonar de sus palmas, retribuyó esas casi dos horas de alto nerviosismo, en alegría, una más que el deporte nos regala, la misma que nos dieron hace unos días los ciclistas Nairo Quintana, Rigoberto Urán y Jessica Parra y el nadador Orlando Duque.
Caterine Ibargüen Mena, nacida en Apartadó, Antioquia, el 12 de febrero de 1984, se inscribió ayer con letras doradas en la historia del deporte, al conquistar para Colombia la primera medalla de oro en unos mundiales de atletismo. Y lo hizo con todos los honores, como los grandes, en la modalidad de salto triple con una marca de 14,85 metros, dejando abajo en el podio a la rusa Ekaterina Koneva (14,81) y la ucraniana Olha Saladuha (14,65).
La antioqueña empezó con un salto nulo, pero en la segunda ronda, como respuesta a los 14,81 de Koneva, voló hasta los 14,85, igualando el mejor salto mundial del año. Después, sucesivamente, 14,69 y 14,83, hizo un nulo en el penúltimo turno y se despidió con otro salto no válido. Pero ya el oro estaba en su bolsillo, luego de que sus más cercanas rivales —en su último intento— no alcanzaran su mejor salto.
La colombiana, de 29 años, se quedó, sin embargo, a 14 centímetros de su mejor marca personal (14,99), lograda en Bogotá el 13 de agosto de 2011, cifra para el registro pero de poca importancia para la efervescencia del momento.
Esta es la tercera medalla de Colombia en la historia de los Mundiales, tras los dos bronces obtenidos en la última edición de Daegu-2011 por la propia Ibargüen y Luis Fernando López en 20 kilómetros marcha.
Caterine estaba invicta este año y, en ausencia de la campeona olímpica, la kazaja Olga Rypakova, compartía el cartel de favorita con la defensora del título, la ucraniana Olha Saladuha, que el martes había encabezado el ránking de finalistas con 14,69.
Pero la colombiana ya había derrotado este año a Saladuha —campeona de Europa y bronce olímpico en Londres 2012— en las cuatro reuniones de la Liga Diamante (Shanghai, Eugene, Oslo y París).
Así que Caterine llegó como una de las candidatas al trono, para el único metal que le faltaba en una gran cita, y el sueño se hizo realidad en una competencia perfecta de la antioqueña, que se colocó arriba en la tabla de resultados desde su segundo intento. Desde su salto a la élite, ha dado muestras de una gran capacidad para mantener la calma antes de una gran presión, a pesar de que admite que en los momentos claves hay nervios y algo de ansiedad. Pero ayer fue, sin duda, como un roble.
En las últimas tres temporadas, la saltadora antioqueña ha demostrado una gran regularidad para mantenerse arriba, como una de las mejores del triple salto, una disciplina a la que llegó de rebote, después de haberla desechado inicialmente por otras. El salto de altura fue inicialmente la prueba donde intentó destacar, aunque sus resultados nunca fueron espectaculares y su mejor marca ahí fue el 1,93 que superó en Cali en julio de 2005.
En grandes citas, había caído en las clasificaciones de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y de los Mundiales de Helsinki 2005 y Berlín 2009, hasta que su entrenador y mentor cubano, Ubaldo Duany, tomó una decisión que cambiaría la vida de ambos: pasar al triple salto.
Su primer gran éxito fue el Iberoamericano de San Fernando (España) en 2010 y en 2011 cuando consiguió el impresionante 14,99. Desde entonces no ha conseguido superarlo y llegar a los ansiados 15 metros, pero se ha mantenido en unas marcas regulares que le han permitido estar en el podio en sus últimas grandes competencias. Para su bronce de Daegu llegó a 14,84 metros y unos meses después, en los Juegos Panamericanos de Guadalajara alcanzó 14,92 metros para lograr el oro. La plata de Londres-2012 se consiguió con 14,80 metros.
Hasta el Mundial de Daegu, el atletismo colombiano sólo tenía una reina, Ximena Restrepo, bronce en los 400 metros en los Juegos Olímpicos de Barcelona-1992; pero ya en ese 2011 escribió su propia historia, la misma que ayer engrandeció con su oro y hoy crecerá aún más, cuando le entregen la medalla.
¡Gracias Caterine!