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Comenzaron los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y una antioqueña ya ganó medalla de oro. Se trata de Caterine Ibargüen, la mejor atleta colombiana de la historia, quien fue la abanderada de la delegación nacional en la inauguración de las justas. Ese fuer un premio simbólico a una carrera llena de éxitos, en la que se ha convertido en una gran embajadora del país.
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Con 35 años, la saltadora participará en sus cuartos Olímpicos y espera cerrar con broche dorado un par de décadas compitiendo al más alto nivel, en las que ha logrado más de 100 medallas internacionales, entre ellas cinco en Campeonatos del Mundo (dos oros, una plata y dos bronces) y dos en Juegos Olímpicos (plata en Londres 2012 y oro en Río de Janeiro 2016).
Caterine habló con Antena 2 de los problemas físicos que afrontó en las últimas temporadas, cómo ha vivido la pandemia y lo que significa desfilar al frente del equipo colombiano.
¿Cómo recibió la noticia de que iba a ser la abanderada?
Cuando recibí la noticia se ve vinieron las lágrimas. Lo había soñado en otras ediciones y ahora se hizo realidad. Es un honor y un compromiso muy grande, una distinción que tiene mucho valor en el ambiente olímpico.
¿Qué significa para usted?
Es una alegría inexplicable. Estoy muy orgullosa de ir al frente de un equipo tan bueno, con tantos deportistas talentosos. Me emociona mucho que haya sido elegida a pesar de no estar en mi mejor momento deportivo. Eso es muestra de que tuve una gran carrera, me alegra que esos reconocimientos los hagan en vida y por eso debo también agradecerle a la dirigencia, en cabeza de Ciro Solano, con quien sé que el deporte colombiano tendrá un mayor desarrollo. Intentaré dar lo mejor de mí, como siempre.
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¿Y en su mente está despedirse con una medalla?
Seguro, seguro, siempre he sido una competidora. Si no fuera así estaría en el Urabá antioqueño viendo los Juegos por televisión. Trabajo para eso y lo visualizo. Sería una gran satisfacción ayudar con una medalla para mi país. Garantizo que daré lo mejor y los disfrutaré al máximo, aunque entrando a una pista soy la mujer más feliz del mundo.
¿Cómo ve a sus principales rivales, las ha analizado?
Mi primera rival soy yo. Si no reviso mi forma física y mental, por mucho que sepa de las otras atletas, no voy a ganar. Me he concentrado en fortalecerme y tener el control de lo que hago. Hay varias saltadoras que han tenido muy buenos resultados este año, Yulimar Rojas está muy fuerte, pero en Tokio todas empezamos de ceros y ganará la que esté más fuerte ese día.
Estuvo mucho tiempo lesionada, con una fascitis plantar, hasta compitió lesionada en el Mundial de Catar. ¿Ya la superó?
Fue un proceso tedioso, que tiene un tratamiento que no garantiza la mejoría absoluta. Tuvimos descanso, medicamentos, terapias. Fue un trabajo difícil, de mucha paciencia, de muchos meses sin competir, de incertidumbre, pero hoy en día no me molesta ni me detiene. Todo pasa por algo y siempre trato de sacar las cosas positivas de cada situación, ver las cosas de manera positiva. Hicimos un muy buen trabajo con el grupo médico del Comité Olímpico y de Mindeporte, ahora estoy bien.
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¿Cómo ha afrontado la pandemia?
Ha sido un tiempo difícil, como para todos, cada quien con su propio dilema. Con altibajos, pero gracias a Dios con muchas ganas de siempre salir adelante, de aprovechar el tiempo. Soy agradecida con todo lo que se me presenta y ese tiempo me ayudó para descansar, recuperarme y luego volver a adaptarme al trabajo, a reencontrarme con la Caterine guerrera, y luchadora para llegar en un nivel óptimo a Tokio.
Con el aplazamiento de los Juegos un año, ¿pensó en el retiro?
No, nunca. Justo en ese tiempo decidimos con el profe Ubaldo Duany que nuestra relación atleta-entrenador llegaba hasta ahí, porque nuestro gran vínculo de amistad continúa, pero siempre tuve claro que el objetivo eran los Olímpicos. Estaba aferrada a la idea de que podía recuperarme y llegar en una muy buena forma a Tokio. Y con base en las nuevas fechas y todos los cambios planificamos esta temporada, pensando siempre en estar en la mejor forma en agosto.
Y en ese regreso a las pistas, con un par de competencias en Europa, ¿cómo se ha sentido?
No he tenido los mejores resultados, pero eso me gusta porque me ponen a trabajar más fuerte, con más entusiasmo, me obligan a hacer ajustes y a buscar una mejor forma física y psicológica. En eso he enfocado los últimos meses de la preparación en Europa.
¿Ya está vacunada?
Tengo la vacuna más poderosa, que es la de Dios. Estando fuera del país era más complicado obtener las dos dosis, entonces ya para los Olímpicos me voy así, cuidándome y con todas las medidas de bioseguridad que he implementado hasta hoy.
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¿Cómo ve a la delegación, qué opina de lo que será la participación de Colombia en Tokio 2020?
Vamos a ratificar que seguimos creciendo, como en los últimos 20 años. A los colombianos les digo que estén orgullosos de esta gran selección, que hemos hecho un gran sacrificio para dejar en alto los colores del país y que cada uno de nosotros va a hacer el mejor papel posible en Tokio, porque a través del deporte mostramos la mejor cara de nuestra cultura y minimizamos muchos malos momentos que hemos tenido que pasar.