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César Parra: una vida entregada a entender a los caballos

El mejor jinete de adiestramiento en la historia del país, tras 30 años compitiendo, está en el mejor momento de su carrera, pero tuvo que nacionalizarse estadounidense para seguir creciendo. Entrevista.

Thomas Blanco
06 de octubre de 2021 - 04:38 p. m.
Parra representó a Colombia en los Olímpicos de Atenas 2004.
Parra representó a Colombia en los Olímpicos de Atenas 2004.
Foto: Cortesía
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César Parra, el mejor jinete de adiestramiento en la historia del país, tuvo que nacionalizarse estadounidense en 2008 para poder propulsar su carrera. Lleva más de 30 años compitiendo y ya suma más de 30 medallas en campeonatos internacionales. Este fin de semana ganó las cuatro pruebas que compitió en la Dressage at Devon International en Estados Unidos y fue catalogado como el mejor jinete del torneo. El colombiano habló con El Espectador de su carrera, sus experiencias y los porqués de sus decisiones.

Luego de 30 años, ¿en qué momento de su carrera y de su vida está?

Es un momento lindo, miro las cosas con mucha más profundidad y análisis. La verdad es que estoy en el mejor nivel de mi carrera. La experiencia en este mundo vale muchísimo, pero, lastimosamente, con el paso de los años, si un jinete no se cuida, puede llegar a esta edad con el cuerpo acabado.

¿Y qué cosas le ha hecho pulir la experiencia para ser un mejor jinete?

La más importante: el timing, que es hacer todo en el momento correcto. No adelantarme ni atrasarme. Es llevar el caballo a su tiempo y no al de uno. Generalmente, la gente se prepara con un caballo, y si él no está listo, igual vas. Por ejemplo: en junio son los Panamericanos y uno dice: “toca ir”. Empujas al caballo para que esté listo y la verdad es que le falta tiempo. Así, uno puede romper los caballos o dañar su temperamento. No puedes forzar las cosas, cuando lo haces, simplemente no se dan. Con el tiempo entiendes que hay cosas que no son como uno quiere. Aceptas que hay cosas que no puedes controlar, entenderlo no quiere decir que uno se rinda o sea mediocre, todo lo contrario. Eso te hace más fuerte y respetuoso con lo demás, no es solo lo que tú quieres. He tenido caballos muy buenos que desperdicié porque no los supe llevar. Todo se resume en la paciencia y en tener un equipo bastante bueno, este es un deporte de equipo.

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¿Qué tan importante es la preparación física de los jinetes?

Es clave para cualquier atleta de alto rendimiento. Debes poder correr tres kilómetros en un buen tiempo, hacer pesas... en el verano yo nado, troto, camino, estiro, lo que hace cualquier atleta. Y la alimentación es muy importante, casi más que el ejercicio. No es tanto el peso que llevas sino el alimento, que es la gasolina que le metes a tu cuerpo. Allá en Colombia me decían que tu puedes comer lo que quieras, pero debes hacer ejercicio. Y no: hoy está demostrado que el 80% es la comida y 20% el ejercicio. Y si comes mal ya pierdes ese 20%.

¿Cómo fue y qué recuerda de esa experiencia de representar a Colombia en los Olímpicos de Atenas 2004?

Lo más lindo que me llevé fue el juramento olímpico. Es tu palabra, el honor, la lealtad y la fidelidad hacia el deporte. Me acuerdo que la alcaldesa de Atenas dijo: “A partir de este momento van a tener algo que nadie les puede quitar. Ustedes son deportistas olímpicos”. Y después hicimos el juramento del juego limpio. Es un juramento de hacer las cosas bien hechas, eso para mí fue lo máximo. El estadio estaba tetiado, con 50.000 personas, impresionante.

Tras no recibir apoyo para ir a los Olímpicos de 2008 decidió representar a Estados Unidos: casi que le tocó dejar de ser colombiano para poder consolidar su carrera. ¿Cómo una nacionalidad cambió su protagonismo en el deporte?

En la universidad tuve un compañero que quería ir a la Fórmula 1 y lo criticaron por querer ser americano, pero es que en Colombia no hay Fórmula 1. En nuestro caso influye el dólar y el peso. Cuando quieres competir a mi nivel, con un caballo de 100.000 dólares, aquí fácilmente diez millones de personas los tienen. En Colombia no los tiene un millón de habitantes. Y si es un millón de dólares, menos. Mi hijo me habla de la nómina del Real Madrid, del Barcelona. ¿Qué equipo en Colombia puede hacer esa nómina? Si hay uno bueno, pues se lo llevan. Eso fue lo que me pasó a mí. Yo quería ir afuera, pero es que no había manera. Yo amo a mi patria. Trabajo con el Ejército y las Fuerzas Armadas, puede que haya individuos que han hecho cosas malas, pero en su mayoría es gente buena y preparada. Y la logística de este deporte en Colombia es muy difícil. Un viaje de Colombia a Estados Unidos, fácil, te vale 30.000 dólares. Aquí cojo un trailer y me gasto 1.000. En mi caso, mis patrocinadores me apoyaron, pero tenía que irme por Estados Unidos.

¿Lo criticaron mucho?

Me dijeron que aparte era un error porque en Colombia no tenía tanta competencia, en cambio en Estados Unidos no iba a poder llegar a representar al equipo americano. Y yo me dije: si no tengo la calidad de estar con ellos, pues no quiero ser un jinete. Ya no quería ir a participar, quería ir a pelear, a competir. En Colombia falta el entrenamiento mental, la preparación que nos hacen es muy buena. Antes de llegar al equipo de Estados Unidos es una guerra brava entre nosotros, la ley del más fuerte. Todos somos unos guerreros, que “USA #1, USA #1″. Llegas con otra ambición, otra mentalidad. Uno como colombiano llegaba asustado a tomar fotos. Esa preparación era algo que no tenía. Sí, dan nervios igual, solo que en vez de negarlos, aprendes a usarlos a tu favor.

¿Cómo le ha ido con su club Piaffe Performance formando jinetes?

En 20 años hemos producido mas de 30 medallas, entre panamericanos, mundiales, en fin. He entrenado jinetes olímpicos. Tengo la bendición de estar entrenando a media hora de Manhattan y con la otra a una hora de Miami y a 15 minutos de Palm Beach, la ubicación ayuda mucho.

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¿Cuál cree que es la chispa que debe tener un gran jinete?

Pasión, disciplina, debes ser un guerrero. Lo importante de la pasión es que te llena muchas incomodidades, te quita el cansancio, el frío, el calor; montar a diez bajo cero es durísimo. También la perseverancia. Y hay una más: la humildad. Debes poder reconocer las derrotas, aceptar un consejo, escuchar, aprender. Hay muchos jinetes que después de dos o tres años que les va bien ya no necesitan a nadie. Yo a eso lo llamo el beso de la muerte. Se comienzan a creer su propia mentira. La vida es un balance: debes ser autosuficiente si quieres sobrevivir, pero necesitas humildad de trabajar con los demás. Jugar con candela sin quemar al santo.

Por Thomas Blanco

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