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El mariscal de campo, quien tres años antes fue clave para que los San Francisco 49ers llegaran al Super Bowl XLVII, se convirtió en el símbolo de una nueva oleada de activismo afroamericano que recordó a deportistas como Muhammad Ali, Craig Hodges, John Carlos y Tommie Smith.
“No voy a levantarme a mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a la gente negra”, resaltó en varias oportunidades y destaca cuando existe una controversia por la violencia policial contra las minorías.
Muchos salieron en su apoyo y otros, como la futbolista Megan Rapinoe, intentaron emularlo. La campeona olímpica con la selección estadounidense de fútbol en 2012 también se arrodilló mientras sonaba el himno antes de un partido de los Seattle Reign. Pero también hubo colegas que lo criticaron, como Víctor Cruz y Justin Pugh, ambos jugadores de los New York Giants. “Se debe respetar la bandera. Es más grande que uno mismo, creo que uno tiene que ponerse en pie con su equipo y cantar el himno. Las creencias que uno tiene son para después”, resaltó Cruz.
El himno nacional, en Estados Unidos, es sagrado. El patriotismo es uno de sus principales valores, por lo que se escucha de pie cuando se entona, mirando a la bandera y con la mano en el corazón.
Kaepernick desnudó un problema que azota a ese país desde hace décadas. Con un simple gesto dijo más que si hubiera utilizado mil palabras, su protesta les daba voz a quienes antes eran silenciados. Una verdad que incomodó a muchos y que le costó su trabajo en la NFL: después de la temporada 2016-17 no volvió a ser contratado. “Era malo para el negocio. Un riesgo comercial que ningún equipo estaba dispuesto a asumir”, resaltó, en una columna escrita para CNN, Joe Lockhart, exejecutivo de la liga.
Antes de que la muerte de George Floyd provocara la movilización de todo un país y muchas reacciones en el mundo durante los últimos días, Kaepernick habló en contra de la brutalidad policial y el racismo sistémico. Entonces su imagen, arrodillado, se convirtió en un símbolo para protestar en contra. Tanto que LeBron James, basquetbolista de Los Ángeles Lakers, compartió una fotografía en la que aparecen Kaepernick y el policía Derek Chauvin, dejando caer todo su peso sobre el cuello de George Floyd, con un mensaje contundente: “¿Lo entiendes ahora o sigue siendo borroso para ti?”. También protestaron los jugadores del Liverpool y de varios equipos de la Bundesliga alemana.
En una sociedad como la estadounidense, que vive constantemente el abuso policial y la segregación, cualquier chispa enciende la hoguera. “Cuando la civilidad nos lleva a la muerte, las revueltas son la única reacción lógica. Los llamados de paz caerán y cuando lo hagan encontrarán oídos sordos, porque tu violencia ha traído esta resistencia. Tenemos el derecho de pelear de vuelta. Descansa en poder, George Floyd”, escribió Kaepernick, en su cuenta de Twitter, en la que también anunció la creación de una nueva iniciativa llamada Know Your Rights Camp Legal Defense, la cual buscará proporcionarles los mejores abogados a los ciudadanos para que los representen cuando sean detenidos en las protestas y no tengan recursos.
La lucha por los derechos civiles mueve a Colin Kaepernick en cuerpo y alma. Como bien lo resaltó Martin Luther King: “La injusticia, en cualquier parte, es una amenaza a la justicia en todas partes”. Es un hombre que desata las más crudas pasiones: amor, odio y, también, inspiración. Su papel se enaltece en el difícil presente que vive Estados Unidos, donde la problemática de la segregación racial vuelve a la palestra. Su lucha es la de todo un país que ha vivido, por décadas, sumergido en el odio, la antipatía, la repulsión del hombre blanco en contra de los afroamericanos y por eso su voz vuelve a servir como eco para miles de personas silenciadas.