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Saltos. Algarabía. Manos a la cabeza. Abrazos. Lágrimas. Aplausos y miradas al cielo para dar las gracias. La magia de un momento depende de muchos factores, pero el de esa noche en el coliseo Luis Fernando Castellanos de Barrancabermeja se dio porque se hizo historia en casa.
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Colombia ya había llegado al partido contra Brasil, por el Sudamericano del año pasado, clasificada al Mundial de Polonia y Países Bajos –en el que la selección nacional debuta este domingo frente a Japón–, pues había derrotado a Argentina en el encuentro anterior y había logrado meterse en el puesto 19 del ranquin internacional, lo que bastaba para conseguir el tiquete a Europa. Sin embargo, quedaba el compromiso frente al combinado verdeamarillo, uno de los más poderosos en esta disciplina en el mundo. Había que confirmar la clasificación y sellar con broche de oro la competencia en casa, ante su afición.
Un juego apretado, de mucha tensión. El calor de Barrancabermeja fue mucho más con el furor de las gradas. Fueron cuatro sets y un comienzo adverso, pues Brasil ganó el primero por 19-25. De ahí en adelante los puntos fueron muy disputados, pero cada pequeña celebración de Colombia servía de combustible para alimentar la concentración y la convicción. 25-23, 26-24 y 25-23. La primera vez que el combinado nacional derrotaba al vecino país. Ahí se creó un capítulo más de logros en la era de Antonio Rizzola.
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“Vengo de familias italianas en las que la relación de respeto es muy grande. Quiero, pienso y creo que nada en la vida se hace si no es en equipo. Yo estudié a la escuadra femenina de Colombia por más de 28 años porque jugaba contra ellas como entrenador de Brasil. Siempre veía que no era un equipo, eran personas en la cancha, jugadoras. Cuando llegué aquí les propuse ser un equipo respetado por los demás, no era preocuparse solamente por lo físico y lo táctico. En los momentos de dificultades siempre es posible superar todo en equipo, solo ninguno llega a nada", dijo el entrenador de Colombia para El Espectador.
Y es que de la mano de Rizola, la selección nacional ha logrado destacarse a nivel internacional desde hace cuatro años. En 2018 ganó la medalla de oro de los Juegos Sudamericanos de Cochabamba; en 2019 obtuvo la presea plateada en los Juegos Panamericanos de Lima; en el Sudamericano de Barrancabermeja fue subcampeona; este año obtuvo también el subcampeonato de la Copa Panamericana de Voleibol Femenino, que se realizó en Hermosillo, México. Ahora, con su primera participación en un mundial, las colombianas esperan ratificar el sentido de pertenencia y la identidad que le imprimieron a un grupo que se ve unido, que baila antes y después de los entrenamientos y los partidos, que está plagado de risas y de un sentimiento de familiaridad y solidaridad entre ellas.
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Valerin Carabalí (21 años), Amanda Coneo (25), Camila Gómez (27), María Alejandra Marín (26), Margarita Martínez (27), Darlevis Mosquera (22), Madelaynne Montaño (39), Laura Pascua (19), Ana Karina Olaya (19), Melissa Rangel (27), Yeisy Soto (26), Dayana Segovia (26), Juliana Toro (27) y Angie Melissa Velásquez (22) son las 14 jugadoras que convocó Rizola para el Mundial, en el que estarán compitiendo en el grupo C contra las selecciones de Japón (25 de septiembre), China (27 de septiembre), Brasil (28 de septiembre), Argentina (30 de septiembre) y República Checa (1° de octubre).
“El voleibol ha evolucionado por el trabajo que hemos realizado. Empezamos cuando teníamos 16 años, ahora tenemos 26. Hemos ido paso a paso, pero los frutos se ven. Asumo con felicidad y orgullo mi rol. Ahora debemos dar ejemplo y es un honor hacerlo, porque nosotras también pasamos por el proceso de las más pequeñas”, dijo Margarita Martínez, quien fue una de las figuras de Colombia para la clasificación al Mundial.
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“Lo importante es lo que ya está. Ha sido una evolución lenta. Lo que nos interesa es seguir creciendo de manera positiva. Hay mucho potencial en Colombia y la idea es explotarlo aquí para después sí poder salir. El voleibol es un deporte muy bonito. Nos da muchas oportunidades, conocemos a personas magníficas. Ojalá que los colombianos nos apoyen. Nosotras trabajamos con orgullo y queremos dejar la camiseta lo más alto que podamos siempre”, aseguró Amanda Coneo, referente del combinado nacional.
Ya hemos hecho mención al dicho de “Lo unido permanece”, y este grupo es un ejemplo de ello, pues no solo son jugadoras que se conocen hace años, sino que se han unido con el paso del tiempo y han encontrado en Rizola un entrenador que les enseñó algo más importante que los movimientos, las estrategias y la preparación física: la importancia de cultivar en la mentalidad la convicción de soñar en grande.