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El deporte será siempre un espacio en el que el ser humano aprenderá sobre las adversidades y la forma en que podemos confrontarlas. Que el camino se vea cuesta arriba y que el viento pegue de frente no tendría por qué despertar angustias o temores, pues quien compite sabe que una de las claves para lograr victorias es saber responder con sabiduría y resistencia a los factores que puedan estar en contra.
En un país como el nuestro las apuestas por el deporte siempre estarán, pues no es solo por la dicha, e incluso por la conveniencia, de que haya personas que nos representen y dejen en alto el nombre de Colombia, sino porque justamente el deporte es una vía del progreso social, una herramienta que evita que prolifere la violencia, que ayuda a muchos niños y jóvenes a eludir los problemas que aquejan a nuestra sociedad y representa para muchos una oportunidad de cambiar su destino y obtener para ellos y su familia una esperanza de un futuro prometedor.
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Aunque sean muchas las apuestas y proyecciones, esta vez queremos resaltar dos casos puntuales para el próximo año: el deporte femenino y el ciclismo. La primera abarca muchos escenarios, pero es necesario para el progreso de todas las disciplinas, y porque también va en la vía del discurso de la mujer por buscar igualdad en todos los escenarios en los que ellas estén, pues aunque se habla mucho del fútbol femenino, hay muchos otros deportes que requieren también atención y apoyo.
Hay ilusión por la llegada de María Isabel Urrutia al Ministerio del Deporte. Es una mujer que le dio alegrías al país y hace parte del gremio; además, por su lugar de origen y por ser una de las banderas del gobierno de Gustavo Petro, la inversión y el respaldo a las mujeres en el deporte serán claves para mejorar sus condiciones. Y hay ilusión porque varios de los logros de este año en materia deportiva vinieron de ellas, lo que visibiliza su compromiso y obliga a los dirigentes a fortalecer sus procesos.
A lo largo de este año que termina se destacaron Carolina Munévar, que ganó dos medallas en el Mundial de Canadá (una de bronce y otra de plata); Íngrid Segura, que ganó en el Mundial Sub-17 de Levantamiento de Pesas tres medallas de oro en la categoría de 64 kg, en arranque con 94 kg, en envión con 117 kg y en total 211 kg; Sara López, arquera y heptacampeona mundial, y Linda Caicedo, que fue la mejor jugadora de la Copa América y del Mundial Sub-17, torneos en los que Colombia fue subcampeona.
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Sin duda el fútbol femenino marcó un precedente con su protagonismo este 2022. Sus logros a escala nacional e internacional fueron tan mediáticos que ejercieron presión no solo en los directivos del balompié nacional, sino incluso dieron un impulso para que el Gobierno también sentara su voz y su postura frente al respaldo del deporte femenino.
Así, por ejemplo, mediante el Decreto 941 del 1 de junio de 2022, firmado por el expresidente Iván Duque, se logró un aumento en la inversión para el apoyo de las mujeres en las competencias en las que participan en Colombia y por fuera de ella. “Que en cumplimiento de las disposiciones señaladas, el Ministerio del Deporte suscribe convenios o contratos con las federaciones deportivas colombianas, con el propósito de impulsar programas y actividades de interés público, que promuevan: i) el desarrollo del alto rendimiento de los diferentes deportes en Colombia”, se lee en el Decreto.
“Fueron 39 federaciones nacionales con las que se firmó el apoyo al deporte femenino y entre las que más porcentaje asignado definieron (40 %), están las de boxeo, tenis, baloncesto y ecuestre”, dice el Decreto, en el que también hubo espacio para el deporte paralímpico y “se destinó un mínimo de 10 % para este 2022 en el mencionado ejercicio inicial, pero a partir del próximo año, el porcentaje no deberá ser inferior al 30 ″.
Son las referentes las que logran que esas decisiones se tomen. Por Mariana Pajón, Caterine Ibargüen, Martha Bayona y Camila Osorio, entre otras, es que el deporte femenino ha ido recuperando el lugar que le corresponde. Este 2023 son varias las atletas que tienen su compromiso con las clasificaciones a los Juegos Olímpicos de París 2024, y será también objeto de atención el desarrollo del fútbol femenino y con él los retos que debe afrontar para seguir creciendo exponencialmente. La Dimayor tiene la obligación de cumplir con su palabra de ofrecer garantías para las jugadoras que han hablado en la cancha sobre su compromiso con el deporte. “El campeonato como tal y los recursos están casi listos, faltan una o dos confirmaciones para tener el torneo del otro año. Tenemos Mundial Femenino, Copa Libertadores en Colombia y hay que mirar bien las fechas. Vamos a tener una liga que puede ir de enero a junio, o a agosto. la idea es una liga larga”, dijo Fernando Jaramillo en Caracol Radio en octubre, pero aún no se ha definido la ruta de la Liga Femenina para el próximo año.
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Las expectativas sobre el compromiso con la Liga se mantienen, en especial porque será clave la regularidad de las futbolistas para mantener el nivel de competencia y así seguir destacándose a escala internacional con la Copa Libertadores o con el proceso de varias de ellas en las selecciones nacionales, pero también por lo que será la Copa Mundial Femenina de la FIFA, que se realizará en julio en Australia y Nueva Zelanda, donde Colombia enfrentará en fase de grupos a Corea del Sur el 24 de ese mes, a Alemania el 30 y a Marruecos el 8 de agosto.
Mantenerse. Esa es una de las palabras claves para que los procesos y apuestas sigan dando frutos en el deporte femenino. No descuidar los detalles es importante, y este último punto es relevante para hablar de la otra gran apuesta del año, que es el ciclismo, un deporte que nos ha dado tantas alegrías y ha sido bandera en los últimos años.
El ciclismo colombiano contra todo pronóstico
La condición del pelotón colombiano que rodará por el mundo en este 2023 no deja un panorama optimista en absoluto, en especial cuando los llamados a ser grandes capos de sus equipos, aquellos que llevan toda su carrera especializándose en carreras de tres semanas y acostumbrados a pelear clasificaciones generales, tienen futuros absolutamente inciertos.
Comenzando por los ya mentados casos de Nairo Quintana y Miguel Ángel López, ambos sin equipo y acusados de romper las reglas de la Unión Ciclística Internacional (UCI). Sin necesidad de remarcar el uso del tramadol de Nairo y las acusaciones de dopaje que rondan a López, lo que más preocupa en este momento es en qué escuadras los veremos correr.
Esto, en cuanto a lo deportivo. Personalmente ambos han llevado batallas legales en pro de defender su honra y su buen nombre, pero ambos son de las cartas más grandes que ha tenido Colombia en los últimos años sobre la bicicleta y ahora que estamos en el parteaguas entre 2022 y 2023, es difícil que encajen en los planes de algún equipo.
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Por ejemplo, Jumbo Visma ya tiene claro que Primoz Roglic irá a pelear el Giro de Italia y Jonas Vingegaard defenderá el Tour de Francia; mientras que Remco Evenepoel llevará su camiseta de campeón del mundo a Italia. ¿Qué pueden pelear los nuestros si ni siquiera tienen equipo? Nairo avisó hace meses que ya tenía escuadra, pero se acabo el año y no la anunció. Ojalá de puertas para adentro el acuerdo se mantenga y ya tenga claro cómo iniciará su temporada 2023, de igual forma que Supermán y su defensa legal lleven por buen puerto su vinculación a la Operación Ilex contra el dopaje.
Rigoberto Urán, el otro habitual peleador de generales y etapas, sigue acercándose al epílogo de su carrera. Parece lógica su decisión de adaptarse a compartir el liderato del EF con el recién desempacado Richard Carapaz, más cuando a sus 35 años lleva seis años en una escuadra que conoce y puede apoyarlo dentro y fuera de la carretera cuando las piernas no respondan.
En cuanto a los más jóvenes, la expectativa está por los lados de Egan Bernal, quien ya completa más de un año sin correr en forma después de terminar su temporada 2021 y sufrir un fuerte accidente en enero de este año. No es la primera vez que sufre largas pausas en su carrera, pues desde el Tour de Francia de 2020 al Giro de Italia que ganó en 2021 estuvo recuperándose de problemas en la espalda. No quiere decir que su temporada 2023 vaya a marcar un regreso triunfal, más bien viene siendo la vuelta del único gran capo colombiano que podríamos ver en esta temporada. Una incógnita más fácil que solucionar que la de López o Nairo, todo depende de su estado de forma y la confianza que le dé Ineos, que no fichó contendores por el liderato del equipo y sí vio irse a capos como Adam Yates, Richard Carapaz y Richie Porte.
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Daniel Felipe Martínez, Sergio Higuita y Santiago Buitrago demostraron tener piernas para seguir ganándose la confianza de sus equipos. Sin embargo, los resultados recientes de los dos primeros se acomodan más a carreras cortas o clásicas, mientras que a Buitrago le falta dar un golpe en la mesa para ganar más protagonismo en el Bahrain.
Los embaladores tienen la tarea de recuperar la confianza. En 2022 ni Fernando Gaviria ni Álvaro Hodeg lograron conseguir etapas importantes ni destacarse en el UAE Team Emirates. Por el contrario, Gaviria salió por la puerta de atrás y recaló en el Movistar, que se la juega toda por recuperar el estrellato del colombiano en los embalajes. Ahora, su misión es responder a esa confianza con pedalazos y buena preparación. Hodeg y Molano sí se quedaron en el Emirates. Inicialmente, bajo la sombra de Pascal Ackermann, el embalador por excelencia de la escuadra, pero el triunfo de Molano en la última etapa de la Vuelta a España hace pensar que seguramente a los dos no les falten oportunidades para medirse en las llegadas.
De arranque, sin un Tour Colombia que permita ver el rodaje de nuestros equipos con los grandes invitados, sin grandes exportaciones en cuanto a ciclistas juveniles, sin un norte claro para las selecciones nacionales de ruta y con varios de los contendores colombianos en duda por diversas razones, la expectativa del ciclismo nacional podría recalar en victorias pequeñas, de etapa, pero todo podría cambiar en las piernas de un renacido Egan Bernal o unos decididos Higuita o Buitrago.
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