Diego Forlán, futbolista retirado en 2018, brilla como jugador de tenis en Perú

El cuerpo no olvida; el alma no lo permite. Los movimientos aprendidos, mimetizados y adoptados nos acompañan hasta el fin de nuestros días, como parásitos. Diego Forlán aprendió a jugar fútbol en una cancha indómita de Montevideo cuando era niño; al tiempo descubrió la raqueta de tenis y la pequeña pelota verde que la acompaña. Hasta los 12 años practicó ambos deportes hasta que el destino, o la vida, lo obligaron a elegir uno solo, aparentemente, para siempre.

“Mi padre se retiró del fútbol y a los 41 años empezó a jugar al tenis. Así fue cómo lo conocí. Empecé a practicar a los dos años. Luego, claro, me dediqué a jugar fútbol y lo dejé parcialmente; hasta ahora”, confesó Diego Forlán a las cámaras, luego de dar por finalizado su partido contra el peruano Jorge Hernández, por la segunda ronda del MT1000 de Lima; aprisionado contra la pared y arrinconado por los periodistas que buscaban todos un buen ángulo para hacerle las preguntas preparadas.

Para Diego el torneo empezó el 17 de junio. En un lugar que según su memoria no visitaba desde las eliminatorias del Mundial de Brasil 2014, cuando vestía aún la camiseta celeste de la selección de Uruguay, y jugaba bajo las órdenes de Óscar Washington Tabárez, su amigo y entrenador. Pero los recuerdos de aquellos días no le provocaron ningún tipo de resentimiento o nostalgia, pues salió a la cancha con una ferocidad profesional que le bastó para superar a su rival en unos pocos minutos, Gonzalo Carreño, de una forma aplastante y cínica, 6-0, 6-2.

Ya no es tan rápido como cuando en Villarreal sorteaba a sus enemigos envuelto en un frenesí animal, o como cuando marcaba goles desde todos los ángulos de la cancha en el Atlético de Madrid, pero aun así logró liquidar a su siguiente contrincante, Jorge Hernández, también en dos sets seguidos, casi sin inmutarse. El local apenas si pudo responder a la hiperactividad de Diego, sosteniendo una vez su servicio en el set final.

En los dos partidos que ha jugado hasta ahora solo ha perdido 3 games. Se le ve seguro, raudo y potente. “Somos 12 uruguayos que vinimos a participar. Ellos me acompañan y luego yo los acompaño a sus partidos. Un día nos sentamos en el club a charlar y dijimos que era buena idea sumarse al torneo de Lima porque es un ITF 1000 y hay muchos puntos en juego”. Aseguró.

Este es el segundo torneo ITF que Forlán juega en la categoría +45, ambos sobre arcilla. En el anterior cayó en las semifinales contra el argentino Martín Davicino y en este, volvió a alcanzar dicha instancia tras eliminar al chileno Pablo Rojas-Holch, que acumula 74 partidos en el circuito, dos títulos ITF 200 sobre polvo de ladrillo, y que está ubicado en el puesto 102 del ránking ITF +45; muy por encima de Forlán, que se ubica parcialmente en la casilla 438.

De los goles de Diego en la Copa América del 2011 o de la Copa del Mundo del 2010 solo quedan recuerdos vagos, pero su tenis hasta ahora está empezando a generar imágenes vívidas. Para sus fanáticos será casi obligatorio seguirlo mientras continúe con esta aventura, aunque, si se lo propone, seguro sigue jugando hasta la categoría +90.

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El cuerpo no olvida; el alma no lo permite. Los movimientos aprendidos, mimetizados y adoptados nos acompañan hasta el fin de nuestros días, como parásitos. Diego Forlán aprendió a jugar fútbol en una cancha indómita de Montevideo cuando era niño; al tiempo descubrió la raqueta de tenis y la pequeña pelota verde que la acompaña. Hasta los 12 años practicó ambos deportes hasta que el destino, o la vida, lo obligaron a elegir uno solo, aparentemente, para siempre.

“Mi padre se retiró del fútbol y a los 41 años empezó a jugar al tenis. Así fue cómo lo conocí. Empecé a practicar a los dos años. Luego, claro, me dediqué a jugar fútbol y lo dejé parcialmente; hasta ahora”, confesó Diego Forlán a las cámaras, luego de dar por finalizado su partido contra el peruano Jorge Hernández, por la segunda ronda del MT1000 de Lima; aprisionado contra la pared y arrinconado por los periodistas que buscaban todos un buen ángulo para hacerle las preguntas preparadas.

Para Diego el torneo empezó el 17 de junio. En un lugar que según su memoria no visitaba desde las eliminatorias del Mundial de Brasil 2014, cuando vestía aún la camiseta celeste de la selección de Uruguay, y jugaba bajo las órdenes de Óscar Washington Tabárez, su amigo y entrenador. Pero los recuerdos de aquellos días no le provocaron ningún tipo de resentimiento o nostalgia, pues salió a la cancha con una ferocidad profesional que le bastó para superar a su rival en unos pocos minutos, Gonzalo Carreño, de una forma aplastante y cínica, 6-0, 6-2.

Ya no es tan rápido como cuando en Villarreal sorteaba a sus enemigos envuelto en un frenesí animal, o como cuando marcaba goles desde todos los ángulos de la cancha en el Atlético de Madrid, pero aun así logró liquidar a su siguiente contrincante, Jorge Hernández, también en dos sets seguidos, casi sin inmutarse. El local apenas si pudo responder a la hiperactividad de Diego, sosteniendo una vez su servicio en el set final.

En los dos partidos que ha jugado hasta ahora solo ha perdido 3 games. Se le ve seguro, raudo y potente. “Somos 12 uruguayos que vinimos a participar. Ellos me acompañan y luego yo los acompaño a sus partidos. Un día nos sentamos en el club a charlar y dijimos que era buena idea sumarse al torneo de Lima porque es un ITF 1000 y hay muchos puntos en juego”. Aseguró.

Este es el segundo torneo ITF que Forlán juega en la categoría +45, ambos sobre arcilla. En el anterior cayó en las semifinales contra el argentino Martín Davicino y en este, volvió a alcanzar dicha instancia tras eliminar al chileno Pablo Rojas-Holch, que acumula 74 partidos en el circuito, dos títulos ITF 200 sobre polvo de ladrillo, y que está ubicado en el puesto 102 del ránking ITF +45; muy por encima de Forlán, que se ubica parcialmente en la casilla 438.

De los goles de Diego en la Copa América del 2011 o de la Copa del Mundo del 2010 solo quedan recuerdos vagos, pero su tenis hasta ahora está empezando a generar imágenes vívidas. Para sus fanáticos será casi obligatorio seguirlo mientras continúe con esta aventura, aunque, si se lo propone, seguro sigue jugando hasta la categoría +90.

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