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Rafael Nadal tiene una pícara relación con el fútbol. Su tío, Miguel Ángel Nadal, debutó como profesional en el RCD Mallorca en 1986, el mismo año en que Rafa nació. La conexión de su tío con el balón fue tan especial que, jugando para el Barcelona entre 1991 y 1999, logró conquistar casi todos los títulos en disputa.
Sin embargo, Miguel Ángel no se sintió plenamente satisfecho con lo logrado y regresó al equipo que lo vio nacer, el Mallorca, en el año 2000, para completar su misión y regalarles una despedida heroica, digna de una novela épica: la corona de la Copa del Rey en 2003.
Rafa Nadal creció rodeado de la mágica sensación de ingravidez que solo provoca el grito de un gol. Los regates adornaron sus sueños nocturnos, mientras la imagen de su tío, vestido de vikingo, lo acompañó desde la cuna hasta la adolescencia, como una ráfaga de balas desviadas justo antes de dar en el blanco.
Pero la vida, sabia, decidió que su destino estaba junto a la raqueta y no con el balón. Aunque, inmerso en un ambiente futbolístico, el deporte rey nunca logró apartarse del todo de su vida.
En 2007, Rafael Nadal e Iker Casillas se encontraron en el Pabellón Arena de Madrid para disputar un partido benéfico que buscaba aportar en la lucha por un mundo libre de malaria. El encuentro, que reunió a estrellas del deporte mundial, algunas ya retiradas, estuvo lleno de destellos de talento puro, rostros sorprendidos y miradas atónitas desde las gradas.
Fabio Cannavaro, Sergio Ramos, David Ferrer, Juan Carlos Ferrero, Feliciano López, Dani Sordo, Álvaro Bautista, Fernando Alonso, Santi Cazorla y Frederick Kanouté formaron parte del equipo de Iker, mientras que el equipo de Rafa estuvo integrado por Carlos Moyá, Raúl González, Marcos Senna, Samuel Eto’o, Carlos Sastre, Sergio García, Jorge Lorenzo, Pedro Martínez de la Rosa, Carlos Sainz, Sete Gibernau y su colega Novak Djokovic, el último representante activo del Big 3.
En medio de un partido que parecía sacado de una fantasía, con un escenario repleto de estrellas que lo hacían lucir como la batalla final de una película de Marvel, Rafael Nadal, ‘La Fiera’, se destacó entre todos, no solo por su sonrisa genuina, sino por su estilo estilizado y ágil al momento de regatear y disparar al arco.
En seis ocasiones, Rafael Nadal tomó el balón y en esas seis ocasiones, ‘El Santo’ no pudo siquiera rozarlo con sus guantes. El primer gol que marcó parecía sacado de un episodio de Supercampeones: recuperó el balón él mismo, le hizo un túnel a un rival y encaró a otro, del que se deshizo con una ruleta al mejor estilo de Zinedine Zidane, para luego definir con precisión al lado derecho de Iker.
El segundo gol llegó tras un disparo violento desde la mitad del campo, aprovechando la fuerza con la que ya venía el balón, sin detenerlo. En la siguiente jugada, amagó con el cuerpo y la pierna izquierda al defensor que lo marcaba, para luego disparar con la derecha y marcar su tercer gol.
A estas alturas, Iker Casillas no podía dejar de sonreír y mover la cabeza en señal de incredulidad. El cuarto gol fue traumático para el equipo rival: Nadal recibió un pase elevado, controló el balón en el aire como un jugador experimentado y, con Casillas agitando las manos hacia la nada, celebró otro tanto.
El quinto, aunque menos vistoso, llegó tras un rebote afortunado. Pero el sexto, ese fue quizás el más complicado de todos. Desde el banderín de córner, Nadal vio que Casillas estaba fuera de posición y, sin detener el pase de su compañero ni tomarse un segundo para acomodarse, disparó con el borde externo de su botín, dejando a Iker sin siquiera tiempo para parpadear.
Hoy es un buen día para recordar esto. Un buen día para recordar su compromiso con el mundo y con el deporte. Pero un mal día, quizá, porque hoy se retira.
“Muchas gracias por todas las alegrías que nos has dado todos estos años Rafael Nadal. ¡Eres todo un ejemplo amigo! ¡Gran profesional! ¡Gran persona! Ahora toca descansar y disfrutar de los tuyos”, le escribió la leyenda del Real Madrid, Iker Casillas, 17 años después de aquel evento, a través de su perfil de X.
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