El día que Roger Federer se convirtió en el número uno del mundo
Hace 17 años, el tenista suizo se convirtió en el mejor del planeta luego de ganar el Abierto de Australia.
La historia comenzó realmente unos días antes, con el inicio del Abierto de Australia 2004, y con Roger Federer como segundo preclasificado del cuadro masculino y el favoritismo arraigado por lo hecho el año anterior, por la manera en la que ganó su primer Wimbledon sobre el australiano Mark Philippoussis.
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La historia comenzó realmente unos días antes, con el inicio del Abierto de Australia 2004, y con Roger Federer como segundo preclasificado del cuadro masculino y el favoritismo arraigado por lo hecho el año anterior, por la manera en la que ganó su primer Wimbledon sobre el australiano Mark Philippoussis.
Federer, que de juvenil se caracterizó por sus rabietas y sus descontroles en la cancha (sí, el mismo Federer que es reconocido por su caballerosidad), que de niño rompía raquetas cada vez que fallaba un revés o cuando le ganaban un partido, empezó a demostrar que podía jugar tenis con la naturalidad del que respira, y que su formación técnica estaba por encima de la de los demás.
Pero no solo era eso, la excelencia en sus golpes iba de la mano con la efectividad. Cuando le jugaban rápido, respondía con más velocidad, cuanto intentaban atacarlo con pelotas incómodas, tomaba la bola en su punto más alto y alteraba la situación para tener el control.
En esa ocasión, su quinta participación en el primer Grand Slam del año (tenía como mejor resultado la cuarta ronda en 2002 y 2003), Federer no tuvo problemas para derrotar al ruso Alex Bogomolov en primera ronda, tampoco al estadounidense Jeff Morrison en segunda.
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En tercera siguió con los buenos resultados y despachó al local Todd Reid, pero ya en la cuarta cedió su primer set frente a Lleyton Hewitt, el favorito de la fanaticada y el australiano que no pudo ganar en casa.
Más adelante dejó en el camino al argentino David Nalbandián (también perdió un set), que en juveniles le ganaba casi todos los partidos, y en semifinales hizo lo propio con el español Juan Carlos Ferrero. Respetando la lógica llegó al último encuentro y en tres capítulos superó al ruso Marat Safin para obtener su primer título en Melbourne.
Al día siguiente, con 22 años, cinco meses y 23 días fue número uno del mundo por primera vez desplazando de esa posición al estadounidense Andy Roddick. En esa oportunidad, estuvo en la cima, de manera ininterrumpida, hasta el 18 de agosto de 2008.
A la fecha y luego de tanto camino recorrido, Federer tiene 310 semanas como el mejor del escalafón, 237 de corrido, entre 2004 y 2018, algo que no ha logrado otro jugador en toda la historia del otrora deporte blanco.
La última vez que estuvo en este puesto fue el 14 de mayo de 2018, semana en la que, con 37 años, se convirtió en el tenista de mayor edad en alcanzar este logro.
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Ahora, 17 años después de ese logro, y con una carrera más que consolidada y con los años fecundos que dejaron 20 coronas de Grand Slam, Federer volverá al circuito luego de superar una lesión en la espalda. Lo hará en el ATP de Doha, cita en la que buscará llegar a 104 títulos y así quedar a cinco del estadounidense Jimmy Connors, el más ganador de la historia con 109.
Sumado a eso, la idea de Federer es empezar a tomar ritmo de competencia para participar en los Juegos Olímpicos de Tokio, hacer un esfuerzo y quedarse con la medalla de oro en sencillo, una de las pocas cosas que le falta por ganar. No será fácil con una generación que ya reclama su lugar y a la que ganarle no será tan sencillo como solía hacerlo con otros una década atrás.