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Dos años después del descubrimiento de un vasto escándalo de dopaje y corrupción alrededor de Rusia, el atletismo intenta pasar la página con reformas espectaculares impulsadas por el presidente de la IAAF Sebastian Coe y una presión máxima sobre Rusia, cuyos atletas siguen suspendidos.
720.000 espectadores en diez días en el Mundial de Londres y 250.000 en Nairobi para el Mundial cadete, el primer deporte olímpico no parece haber sufrido un gran impacto por la crisis que provocó la revelación en 2015 de un sistema de dopaje institucionalizado en Rusia y la existencia de un sistema de corrupción en la Federación Internacional de Atletismo (IAAF).
"Somos fuertes, el público no ha dado la espalda al atletismo", declaró en octubre Coe. Aunque el edificio se mantiene, el británico, que llegó en 2015 a la cabeza de la IAAF, sabe que tiene que trabajar los cimientos para restaurar la credibilidad de una federación marcada por los casos de corrupción. Adidas rompió su compromiso con la IAAF antes de lo previsto por el escándalo ruso y fue reemplazada por la marca japonesa Asics.
Coe, antiguo doble campeón olímpico de 1500 metros y exdiputado del partido conservador (1992-1997), reaccionó rápido y como experimentado animal político inició un carrusel de reformas para calmar los ánimos y tranquilizar al resto de patrocinadores.
En 2016 la IAAF aprobó la creación de una unidad independiente encargada del dopaje y de la integridad (AIU), otorgándole la responsabilidad de realizar los controles y las investigaciones para todos los atletas de nivel internacional. Una herramienta "que ningún otro deporte posee", subraya Coe orgulloso.
¿Reintegración en noviembre?
La AIU tuvo su primera actuación en el Mundial de Londres, en agosto: 1.513 muestras sanguíneas y de orina fueron recogidas justo antes y durante la prueba. En los 10 meses precedentes al Mundial, más de 2.000 tests sanguíneos y cerca de 3.000 muestras de orina fuera de competición, según los datos ofrecidos por el propio organismo.La estrategia para reconducir el caso de Rusia, suspendida de todas las competiciones internacionales desde noviembre de 2015, se basa en un principio similar, con la puesta en marcha de una 'task force' independiente para evaluar los progresos del país en la lucha contra el dopaje.
El próximo informe de la 'Task Force' será estudiado a finales de noviembre en Mónaco por el consejo mundial de la IAFF. Se evaluará si las medidas tomadas por Rusia son suficientes para permitir su reintegración. "No sé cuándo Rusia será reintegrada. Lo que sé es que hay cosas que me han devuelto confianza en los últimos meses. Se han hecho progresos en el camino de cumplir los criterios", explicó Coe, recordando las "disculpas" pedidas por el nuevo presidente de la Federación Rusa Dmitry Shlyakhtin en el congreso de la IAAF a finales de agosto.
A pesar de todos los esfuerzos, el clima permanece viciado. Así lo prueban las últimas revelaciones acerca de Sergueï Bubka, vicepresidente de la IAAF sospechoso de haber efectuado ingresos a uno de los principales protagonistas del escándalo de corrupción en la atribución de los Juegos de 2016 a Rio, o la suspensión provisional decretada por la AIU al antiguo velocista Frankie Fredericks como miembro del consejo mundial de la IAAF, también por presunta corrupción.
El éxito popular del último Mundial no puede ocultar la imagen desastrosa que supuso la victoria en los 100 metros de Justin Gatlin, suspendido en dos ocasiones por dopaje antes de protagonizar un controvertido y exitoso regreso. Cuestionado por el público, el estadounidense dio al traste con el homenaje previsto para la leyenda del esprint Usain Bolt. Como reconoce Sebastian Coe: "La confianza en el atletismo no regresará en una noche".