El estigma del dopaje
Tratan de burlar las reglas y lo que hacen, es todo lo contrario. El caso de Fernando Tatis Jr. y otros peloteros que jamás debieron jugar con la credibilidad y se afianzaron en la trampa.
Antonio Andraus Burgos
Qué dolor, que tristeza, da grima tener que presenciar esta clase de sucesos en el béisbol de las Grandes Ligas.
Lo que acaba de ocurrir, hace pocos días, con la sanción contra el pelotero dominicano Fernando Tatis Jr., de los Padres de San Diego, vuelve a colocar en el centro de la mesa la controversia sobre el uso de sustancias prohibidas entre los peloteros que juegan a todos los niveles en el béisbol profesional de los Estados Unidos.
Advertidos como están, nadie se explica porque intentan, una y otra vez, burlar las disposiciones sobre la prohibición del uso de sustancias para mejorar el rendimiento en el campo de juego. Piensan, a lo mejor, que en la primera oportunidad no se les puede comprobar nada, pasan de agache, y consideran que la trampa ya está hecha.
La historia se viene repitiendo desde los años 90, algo más de seis lustros, años más, años menos, y muchos jugadores se han dado a la tarea, inclusive después de jurar que no usaban las sustancias prohibidas, de violar las normas establecidas con las consecuencias que hoy una vez más, se aplican con todo el rigor y dejan un estigma imborrable en su paso por la Gran Carpa.
Nada más que citar aquí los casos de peloteros latinos como el dominicano Manny Ramírez, del cubano Rafael Palmeiro, del dominicano-americano Alex Rodríguez o del reciente caso del también dominicano Robinson Canó, para comprobar que siempre, por mucho que intenten evadir los controles, tarde o temprano, son detectados en los exámenes la presencia de sustancias prohibidas.
Qué lástima
Con una carrera brillante por delante, con juventud, buenos salarios - diríamos nosotros que con fabulosos ingresos -, catapultado como hombre estrella del juego y quizás para ejemplo y émulo de los que aspiran a llegar a las Grandes Ligas, de la noche a la mañana se convierte en un castillo de naipes que se vino abajo.
Lo de Fernando Tatis Jr. no tiene excusa ni presentación alguna. El castillo de azúcar por el cual venía transitando ahora se le convierte en gotas de hiel, que lo acompañaran de por vida, sacándolo de un tajo, de ser un hombre correcto, sin manchas ni mácula alguna durante su permanencia en las Grandes Ligas.
La sanción de 80 partidos para Tatis Jr. obliga a que los Padres no cuenten con tal vez una de las piezas más importantes de la novena, especialmente, pensando en la postemporada de este año. Pero algo nos llama la atención en este caso específico.
El dominicano ha venido de lesión en lesión, algunas deportivas y acontecidas dentro del propio juego, otras no tanto, como bien se conoce. Su rendimiento ha sido afortunado cuando está en competencia con el uniforme, pero sus ausencias han sido notorias.
Hay varias preguntas que nos hacemos, ahora, cuando ha sido suspendido Tatis Jr. por el Comisionado del Béisbol de las Grandes Ligas por el resto de la temporada del presente año y buena parte del comienzo de la próxima.
¿Por qué los Padres se la jugaron con un todo en la adquisición de Juan Soto de los Nacionales de Washington? ¿Tenía temores la organización sobre que algo anormal estaba ocurriendo con Tatis Jr.? ¿Conocieron por anticipado de la posible sanción una vez confirmado el uso del dopaje?
Sin valores
Nadie escarmienta en cabeza ajena, dice el refrán, pero lo cierto de todo es que los ejemplos de anteriores peloteros latinos que cayeron en la desgracia - no lo podemos calificar de otra manera - de utilizar esas sustancias prohibidas, nos impide aceptar cualquier excusa por parte de Tatis Jr., pues él es hijo de un expelotero de la Gran Carpa. Las sanciones recientes a compatriotas suyos, como es el caso de Robinson Canó, no fue de hace una década, sino de unos meses atrás, y las de otros sonados casos, que sabían a conciencia a lo que se arriesgaban.
Lo que se ha notado, desde cuando entró en vigencia el irrestricto control antidopaje en la Gran Carpa, es que la mayoría de los jugadores que han sido sancionados por la violación de la regla, son de República Dominicana, la pequeña isla que más aporta peloteros al mejor béisbol del mundo, después de los Estados Unidos.
¿Será que se ha perdido el sentido del valor deportivo, del juego limpio, de cumplir con las reglas para hacer del béisbol un deporte verdaderamente honesto como todos esperamos?
Tanto los peloteros del equipo, como el capataz Bob Melvin y hasta la propia gerencia de los Padres, mostraron su enojo, su decepción. La novena seguirá adelante, como lo ha hecho todo este año, sin la presencia de Tatis Jr., quien estaba en la lista de lesionados, al fracturarse una muñeca como consecuencia de un accidente que sufrió en una moto en su país.
‘’La confianza con Tatis Jr. es algo que nunca hemos podido tener’', expresó el gerente general A.J. Preller al Union-Tribune de San Diego, y con esa frase, lo dijo todo. Pero para el remache, el estratega Bob Melvin sentenció que ‘’si hemos llegado hasta aquí en la temporada, pues seguiremos adelante sin él’'. Más claro no canta el gallo.
Malos ejemplos
Todos recordarán cuando el cubano Rafael Palmeiro, con méritos suficientes para estar encumbrado en un ‘nicho’ de los inmortales, juró que nunca había ingerido sustancias prohibidas ante la comisión del Congreso de los Estados Unidos, y más rápido cae un embustero que un cojo, cuando seguidamente se le comprobó que sí las utilizaba en busca de mejorar su rendimiento deportivo.
Ni que decir de Alex Rodríguez, un pelotero que, como lo hemos dicho tantas veces, no tenia necesidad de llegar a esos alcances extra-deportivos, con cuyas actuaciones en la Gran Carpa debiera estar en la cumbre del Rey de los Deportes, también fue penalizado por una temporada completa, tras comprobársele que usaba sustancias no permitidas dentro del béisbol y cuya imagen, de por vida, quedó con el estigma de la trampa en el juego.
Y ante la duda, peloteros como el gigante, Mark McGwire, el toletero dominicano Sammy Sosa, el lanzador de quilates y de muchos pergaminos y marcas, Roger Clemens, el controvertido bateador Barry Bonds, el sin par dominicano Manny Ramírez, para apenas citar a unos pocos, han perdido la credibilidad con la que alguna vez contaron, y el más reciente caso, la del segunda base dominicano, Robinson Canó, cuya carrera concluye por la puerta de atrás, algo que nunca debió suceder, hacen parte de una larga lista de jugadores del béisbol nada recomendable.
Daño moral y deportivo
Y se dice que Fernando Tatis Jr. está muy arrepentido. Pero es que después del agua derramada, sobran las excusas y los actos de contrición, tratando de enmendar un acto que jamás debió suceder en su vida deportiva.
Para algunos sicólogos, siquiatras y sociólogos, a los cuales les hemos consultado el caso de Tatis Jr., todos coinciden que es la carencia absoluta de ‘tener los pies sobre la tierra’ y de entender que ‘tales decisiones producen unos daños morales irreparables y otros tantos deportivos, económicos y de simpatía, porque inclusive, se pueden llegar a ganar el desprecio de sus compañeros de equipo y de la propia afición, no sólo de la sede de su club sino del resto de la afición del béisbol’.
La organización de los Padres de San Diego ha expresado que está sorprendida y decepcionada ‘’por el comportamiento del pelotero’', quien para muchos, era la nueva cara del béisbol de las Grandes Ligas y de la franquicia, especialmente en busca de ganar la primera Serie Mundial, luego de confeccionar una nómina que ciertamente puede pretender la corona del Clásico de Otoño ahora sin Tatis Jr., pero con la presencia de Juan Soto, el valioso dominicano que acaba de ser contratado por el equipo y quien puede ayudar a cumplir con esas aspiraciones.
Las pruebas del dopaje contra Tatis Jr. confirmaron el uso de Clostebol, un esteroide anabólico androgénico de rápida absorción en los seres humanos que integra un proceso químico para mejorar el rendimiento deportivo, de manera lenta y con pocos efectos secundarios científicamente comprobado.
Firmado por los Padres por 14 años y un multimillonario contrato de US$340 millones de dólares, Tatis Jr. deja una inmensa estela de duda sobre su comportamiento como deportista, tanto en su vida personal o privada como en la deportiva, pues echar por la borda semejante convenio contractual y dejar en el camino a su novena, que este año busca llegar a la postemporada y aspirar al título del Clásico de Otoño y ganarlo por primera vez en la historia de la franquicia.
‘’Estoy totalmente devastado’', dijo Tatis Jr. ¡Pero ya es tarde!
El daño moral, deportivo y económico ya está hecho. No hay nada que hacer. Fernando Tatis Jr. de por vida tendrá el estigma del dopaje y su rehabilitación, ojalá la haga a conciencia, no será lo suficiente para revertir la inmensa mancha que deja para su hoja deportiva. Y él es el único responsable de sus hechos.
¡Qué lástima que cayera como un castillo de naipes!
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Qué dolor, que tristeza, da grima tener que presenciar esta clase de sucesos en el béisbol de las Grandes Ligas.
Lo que acaba de ocurrir, hace pocos días, con la sanción contra el pelotero dominicano Fernando Tatis Jr., de los Padres de San Diego, vuelve a colocar en el centro de la mesa la controversia sobre el uso de sustancias prohibidas entre los peloteros que juegan a todos los niveles en el béisbol profesional de los Estados Unidos.
Advertidos como están, nadie se explica porque intentan, una y otra vez, burlar las disposiciones sobre la prohibición del uso de sustancias para mejorar el rendimiento en el campo de juego. Piensan, a lo mejor, que en la primera oportunidad no se les puede comprobar nada, pasan de agache, y consideran que la trampa ya está hecha.
La historia se viene repitiendo desde los años 90, algo más de seis lustros, años más, años menos, y muchos jugadores se han dado a la tarea, inclusive después de jurar que no usaban las sustancias prohibidas, de violar las normas establecidas con las consecuencias que hoy una vez más, se aplican con todo el rigor y dejan un estigma imborrable en su paso por la Gran Carpa.
Nada más que citar aquí los casos de peloteros latinos como el dominicano Manny Ramírez, del cubano Rafael Palmeiro, del dominicano-americano Alex Rodríguez o del reciente caso del también dominicano Robinson Canó, para comprobar que siempre, por mucho que intenten evadir los controles, tarde o temprano, son detectados en los exámenes la presencia de sustancias prohibidas.
Qué lástima
Con una carrera brillante por delante, con juventud, buenos salarios - diríamos nosotros que con fabulosos ingresos -, catapultado como hombre estrella del juego y quizás para ejemplo y émulo de los que aspiran a llegar a las Grandes Ligas, de la noche a la mañana se convierte en un castillo de naipes que se vino abajo.
Lo de Fernando Tatis Jr. no tiene excusa ni presentación alguna. El castillo de azúcar por el cual venía transitando ahora se le convierte en gotas de hiel, que lo acompañaran de por vida, sacándolo de un tajo, de ser un hombre correcto, sin manchas ni mácula alguna durante su permanencia en las Grandes Ligas.
La sanción de 80 partidos para Tatis Jr. obliga a que los Padres no cuenten con tal vez una de las piezas más importantes de la novena, especialmente, pensando en la postemporada de este año. Pero algo nos llama la atención en este caso específico.
El dominicano ha venido de lesión en lesión, algunas deportivas y acontecidas dentro del propio juego, otras no tanto, como bien se conoce. Su rendimiento ha sido afortunado cuando está en competencia con el uniforme, pero sus ausencias han sido notorias.
Hay varias preguntas que nos hacemos, ahora, cuando ha sido suspendido Tatis Jr. por el Comisionado del Béisbol de las Grandes Ligas por el resto de la temporada del presente año y buena parte del comienzo de la próxima.
¿Por qué los Padres se la jugaron con un todo en la adquisición de Juan Soto de los Nacionales de Washington? ¿Tenía temores la organización sobre que algo anormal estaba ocurriendo con Tatis Jr.? ¿Conocieron por anticipado de la posible sanción una vez confirmado el uso del dopaje?
Sin valores
Nadie escarmienta en cabeza ajena, dice el refrán, pero lo cierto de todo es que los ejemplos de anteriores peloteros latinos que cayeron en la desgracia - no lo podemos calificar de otra manera - de utilizar esas sustancias prohibidas, nos impide aceptar cualquier excusa por parte de Tatis Jr., pues él es hijo de un expelotero de la Gran Carpa. Las sanciones recientes a compatriotas suyos, como es el caso de Robinson Canó, no fue de hace una década, sino de unos meses atrás, y las de otros sonados casos, que sabían a conciencia a lo que se arriesgaban.
Lo que se ha notado, desde cuando entró en vigencia el irrestricto control antidopaje en la Gran Carpa, es que la mayoría de los jugadores que han sido sancionados por la violación de la regla, son de República Dominicana, la pequeña isla que más aporta peloteros al mejor béisbol del mundo, después de los Estados Unidos.
¿Será que se ha perdido el sentido del valor deportivo, del juego limpio, de cumplir con las reglas para hacer del béisbol un deporte verdaderamente honesto como todos esperamos?
Tanto los peloteros del equipo, como el capataz Bob Melvin y hasta la propia gerencia de los Padres, mostraron su enojo, su decepción. La novena seguirá adelante, como lo ha hecho todo este año, sin la presencia de Tatis Jr., quien estaba en la lista de lesionados, al fracturarse una muñeca como consecuencia de un accidente que sufrió en una moto en su país.
‘’La confianza con Tatis Jr. es algo que nunca hemos podido tener’', expresó el gerente general A.J. Preller al Union-Tribune de San Diego, y con esa frase, lo dijo todo. Pero para el remache, el estratega Bob Melvin sentenció que ‘’si hemos llegado hasta aquí en la temporada, pues seguiremos adelante sin él’'. Más claro no canta el gallo.
Malos ejemplos
Todos recordarán cuando el cubano Rafael Palmeiro, con méritos suficientes para estar encumbrado en un ‘nicho’ de los inmortales, juró que nunca había ingerido sustancias prohibidas ante la comisión del Congreso de los Estados Unidos, y más rápido cae un embustero que un cojo, cuando seguidamente se le comprobó que sí las utilizaba en busca de mejorar su rendimiento deportivo.
Ni que decir de Alex Rodríguez, un pelotero que, como lo hemos dicho tantas veces, no tenia necesidad de llegar a esos alcances extra-deportivos, con cuyas actuaciones en la Gran Carpa debiera estar en la cumbre del Rey de los Deportes, también fue penalizado por una temporada completa, tras comprobársele que usaba sustancias no permitidas dentro del béisbol y cuya imagen, de por vida, quedó con el estigma de la trampa en el juego.
Y ante la duda, peloteros como el gigante, Mark McGwire, el toletero dominicano Sammy Sosa, el lanzador de quilates y de muchos pergaminos y marcas, Roger Clemens, el controvertido bateador Barry Bonds, el sin par dominicano Manny Ramírez, para apenas citar a unos pocos, han perdido la credibilidad con la que alguna vez contaron, y el más reciente caso, la del segunda base dominicano, Robinson Canó, cuya carrera concluye por la puerta de atrás, algo que nunca debió suceder, hacen parte de una larga lista de jugadores del béisbol nada recomendable.
Daño moral y deportivo
Y se dice que Fernando Tatis Jr. está muy arrepentido. Pero es que después del agua derramada, sobran las excusas y los actos de contrición, tratando de enmendar un acto que jamás debió suceder en su vida deportiva.
Para algunos sicólogos, siquiatras y sociólogos, a los cuales les hemos consultado el caso de Tatis Jr., todos coinciden que es la carencia absoluta de ‘tener los pies sobre la tierra’ y de entender que ‘tales decisiones producen unos daños morales irreparables y otros tantos deportivos, económicos y de simpatía, porque inclusive, se pueden llegar a ganar el desprecio de sus compañeros de equipo y de la propia afición, no sólo de la sede de su club sino del resto de la afición del béisbol’.
La organización de los Padres de San Diego ha expresado que está sorprendida y decepcionada ‘’por el comportamiento del pelotero’', quien para muchos, era la nueva cara del béisbol de las Grandes Ligas y de la franquicia, especialmente en busca de ganar la primera Serie Mundial, luego de confeccionar una nómina que ciertamente puede pretender la corona del Clásico de Otoño ahora sin Tatis Jr., pero con la presencia de Juan Soto, el valioso dominicano que acaba de ser contratado por el equipo y quien puede ayudar a cumplir con esas aspiraciones.
Las pruebas del dopaje contra Tatis Jr. confirmaron el uso de Clostebol, un esteroide anabólico androgénico de rápida absorción en los seres humanos que integra un proceso químico para mejorar el rendimiento deportivo, de manera lenta y con pocos efectos secundarios científicamente comprobado.
Firmado por los Padres por 14 años y un multimillonario contrato de US$340 millones de dólares, Tatis Jr. deja una inmensa estela de duda sobre su comportamiento como deportista, tanto en su vida personal o privada como en la deportiva, pues echar por la borda semejante convenio contractual y dejar en el camino a su novena, que este año busca llegar a la postemporada y aspirar al título del Clásico de Otoño y ganarlo por primera vez en la historia de la franquicia.
‘’Estoy totalmente devastado’', dijo Tatis Jr. ¡Pero ya es tarde!
El daño moral, deportivo y económico ya está hecho. No hay nada que hacer. Fernando Tatis Jr. de por vida tendrá el estigma del dopaje y su rehabilitación, ojalá la haga a conciencia, no será lo suficiente para revertir la inmensa mancha que deja para su hoja deportiva. Y él es el único responsable de sus hechos.
¡Qué lástima que cayera como un castillo de naipes!
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador