El éxodo de los deportistas ucranianos a la guerra con Rusia
Futbolistas, técnicos, boxeadores y atletas de distintas disciplinas dejaron sus carreras para enfilarse en el ejército y defender a su país con las armas.
Andrés Osorio Guillott
Dice en el poema “Y sin embargo algunas noches”, del poeta ucraniano Ilya Kaminsky: “Años más tarde alguien dirá que nada de esto sucedió; las tiendas estaban abiertas, éramos felices e íbamos a ver el teatro de títeres en el parque”.
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Dice en el poema “Y sin embargo algunas noches”, del poeta ucraniano Ilya Kaminsky: “Años más tarde alguien dirá que nada de esto sucedió; las tiendas estaban abiertas, éramos felices e íbamos a ver el teatro de títeres en el parque”.
Años más tarde alguien dirá que nada de esto sucedió, que los hinchas del fútbol o los aficionados al atletismo o al boxeo dejaron de ir a los estadios, a los complejos deportivos o dejaron de sintonizar en televisión a sus deportistas favoritos porque varios de ellos dejaron un balón de fútbol, unos guantes o sus tenis para correr porque decidieron empuñar un arma y defender desde el frente de batalla a Ucrania. La bandera nunca se la quitaron, porque siempre la llevaron puesta en las grandes gestas de sus disciplinas, pero ahora habría el riesgo de que murieran bajo sus colores, de que el amarillo y el azul se mancharan del rojo de la sangre que pusieron para proteger a su gente y mantener en firme la libertad de su territorio.
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“Y sin embargo algunas noches la gente del pueblo apaga las luces y enseña a sus hijos lenguaje de signos. Nuestro país es el escenario: cuando desfilan las patrullas nos sentamos sobre las manos. No tengas miedo, le dice en signos un niño a un árbol, a una puerta”, dice el poema. Y sin embargo, algunas noches, cuando todo haya vuelto a la normalidad, se hablará de los casos de Vasyl Lomachenko (boxeador), Yaroslav Amosov (luchador), Oleksandr Usyk (boxeador), Oleh Luzhny (exfutbolista), Oleksandr Aliyev (selección de Ucrania), Vitali Klitschko (exboxeador y alcalde de Kiev), Vladimir Klitschko (exboxeador), Vitaliy Mandzyuk (preparador físico de la liga ucraniana), Andrei Tchmil (exciclista), Dmytro Pidruchnyi (excampeón de biatlón), Anastasia Merkushina (biatleta), Serhiy Stakhovsky (tenista), Alex Dolgopolov (extenista), Andrei Medvedev (extenista), Georgy Timoshenko (ajedrecista), Aleksandr Volkov (exjugador de baloncesto), quienes desde el 23 de febrero del año pasado y hasta hoy se han unido a las tropas ucranianas con la convicción de seguir defendiendo a su país.
“Ucrania es ahora la frontera entre la paz y la guerra. Estoy orgullosa de ser teniente sénior. Gloria a Ucrania”, dijo en un video la biatleta Merkushina.
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Según Vadym Huttsait, excampeón olímpico y ministro del Deporte, a lo largo de este año han muerto 220 deportistas en la guerra; además, cerca de 340 instalaciones deportivas han quedado destruidas.
La destrucción de las instalaciones ha obligado a quienes quieren seguirse entrenando -pese a estar en la guerra-, a hacerlo en lugares que no tienen las condiciones necesarias para hacerlo de manera óptima, o incluso, quienes no se han unido a las tropas ucranianas también han tenido que prepararse en centros de refugiados. Uno de esos casos es el de Dmytro Pidruchnyi, biatleta con medallas de oro en el Campeonato Mundial de 2019 y en los campeonatos europeos de biatlón, que aunque es parte de la Guardia Nacional, ha podido entrenar y competir. En los dos frentes defiende su bandera, aun cuando resulta difícil, pues una de las verdades generales para los ucranianos es que ninguno ha podido volver a dormir tranquilo, pues cada día viene con la angustia de tener malas noticias sobre sus familias o seres queridos.
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Otro caso conocido es el de la boxeadora de 18 años Tanya Dovgal, quien no ha abandonado su sueño de representar a su país en los Juegos Olímpicos. La pugilista estuvo un tiempo en Italia, pero decidió volver a su país y entrenar desde allí, en un gimnasio que se convirtió en un centro de acopio para los refugiados. Las sirenas interrumpen su descanso, y la constante incertidumbre a veces hace que su cabeza flaquee, pero lo cierto es que hay anhelos que la guerra no puede destruir.
Otro de los casos más sonados fue el de Yuri Vernydub, quien fue técnico del Sheriff Tiraspol, equipo que unos asocian con Moldavia y otro con un país que “no existe” llamado Transnitria. El entrenador de la escuadra en la que jugaron los colombianos Danilo Arboleda y Frank Castañeda logró ganar la Liga de Moldavia en la temporada 2020-2021 y jugó la Champions en ese año, logrando un día inolvidable para su hinchada al ganarle en el estadio Santiago Bernabéu al Real Madrid por 2-1. Era una carrera de varias épicas, pero el estratega cambió el pizarrón de la cancha para llevarlas a la guerra, pues también decidió enlistarse en el ejército ucraniano.
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En “Tiempos de paz”, otro poema de Kaminsky, se lee: “El nuestro es un país en el que un muchacho tiroteado por la policía yace en el asfalto durante horas. Vemos su boca abierta / la desnudez / de toda la nación”. Que esos versos resuman una de las tragedias del siglo XXI. Que sean cada vez menos los muertos, que los profesores vuelvan a las aulas, que todos vuelvan a donde corresponden, que los deportistas vuelvan a los estadios, a los gimnasios, que la gloria sea con una medalla y un podio, no con un enemigo abatido y un grito de victoria en la guerra. Que no se desnude más ninguna nación y que estas páginas hablen de lo que nos corresponde, de la competencia, no del éxodo de quienes dejaron colgados los guantes, los guayos o los cascos para empuñar las armas; que se hable de defender la patria en las carreras y los partidos, no en trincheras.
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