El extraño caso de Peng Shuai: Abuso, denuncia y negación

Peng Shuai había hecho las denuncias de abuso sexual a través de weibo, red social china.

Foto: Agencia AFP

Shuai Peng se dio a conocer ante el mundo en 2013 cuando, junto a su compañera Su-Wei Hsieh, ganaron Wimbledon, el grand slam más importante del tenis, en la categoría de dobles. Un año más tarde, la dupla china se llevaría también el título en Roland Garros, asumiendose como una de las parejas con mayor futuro del tenis femenino.

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Con el tiempo, la proyección de las chinas no colmó las expectativas e incluso una sanción de seis meses en 2018, después de que Peng fue juzgada por intentar sobornar a la tenista belga Alison Van Uytvanck, llevó la carrera de la tenista al ocaso.

Este año, Shuai Peng volvió al primer plano de los reflectores cuando el 4 de noviembre publicó a través de Weibo, una plataforma china similiar a Twitter, una carta en la que acusaba al ex viceprimer ministro de China, Zhang Gaoli, de haberla abusado sexualmente.

La publicación fue borrada en cuestión de minutos por la red social, alegando un reclamo de un usuario, aunque no se dieron muchas explicaciones.

En medio del escándalo que generaba la noticia, fue todavía más preocupante el hecho de que cuando ocurrió la publicación, el paradero de la tenista era desconocido. Nadie sabía de ella. A través de redes sociales inició una campaña con el título #WhereIsPengShuai (¿Dónde está Peng Shuai?) e incluso la WTA (Asociación Femenina de Tenis) tomó cartas en el asunto y decidió suspender todos los torneos que se organizaban por esas fechas en la China.

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Y aunque se creía que la tenista había desaparecido y la duda estuvo circulando por internet durante varios días, desde Beijing se notificó a la WTA, con imágenes anexadas en el reporte, que la tenista estaba perfectamente y que, de hecho, se encontraba participando en un torneo organizado por el gobierno. Incluso, la misma tenista envió un correo a la asociación explicando que “todo está bien” y que ella no corría ningún tipo de peligro.

Sin embargo, estas explicaciones para la WTA no fueron suficientes y por esta razón decidieron abrir una investigación para esclarecer lo sucedido y determinar si realmente la tenista estaba fuera de peligro y no estaba siendo coartada por el gobierno chino para decir lo que ellos querían que dijera.

Y mientras el mundo manifestaba su apoyo a Shuai Peng, incluídos la ONU, el Comité Olímpico Internacional y varias estrellas del tenis mundial, la deportista china empezó a salir en los medios de comunicación para calmar las aguas y asegurar que no corría ningún tipo de peligro.

El último giro de tuerca en esta historia ocurrió el pasado 19 de diciembre cuando Liane Zaobao, un diario de Singapur, logró entrevistar a Peng en un evento deportivo en Shanghai en el que se vio a la tenista compartir con la estrella del baloncesto Yao Ming y otras dos figuras deportivas chinas, la campeona olímpica de vela Xu Lijia y el jugador retirado de tenis de mesa Wang Liqin.

En un primer momento, la entrevistadora le pregunta a la tenista que si está segura y tranquila en su casa o si alguien la está siguiendo y está en peligro, a lo que la Peng responde con mucha incredulidad que no entiende la pregunta porque ella siempre ha tenido la “libertad” de andar y hacer lo que ha querido. Sin ningún tipo de peligro.

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La conversación continua y en un punto, frente a las preguntas de la publicación eliminada y las acusaciones de abuso sexual, la tenista fue enfática en afirmar que: “Yo nunca dije o escribí nada acusando a alguien de asaltarme sexualmente. Quiero dejar muy claro ese punto”.

Un giro inesperado en una historia en la que, hasta el momento, no se había tenido el testimonio directo de la principal victima de las agresiones.

Es más, al ser preguntada sobre si ella había escrito el correo que recibió la WTA, Peng aseguró que ella sí lo había hecho y se lo había enviado al CEO de la asociación tenística en China.

No obstante, a pesar del pronunciamiento de la deportista, las dudas sobre la posible censura que habría en este caso empezaron a pulular. Sobre todo, teniendo en cuenta la carta inicial que había escrito Peng Shuai, en la que aseguraba que el ex viceprimer ministro había sostenido relaciones sexuales con ella sin su consentimiento después de un encuentro que la tenista tuvo con él y con su esposa.

“Después de que terminé de jugar, tú y tu esposa Kang Jie me llevaron a su casa. Cené contigo y con Kang. Me llevaste a tu habitación y, como sucedió en Tianjin hace más de diez años, querías tener sexo conmigo. Estaba muy asustada esa tarde, no esperaba que las cosas fueran así”.

El relato de Peng Shua continuaba de la manera más escabrosa, haciendo una clara acusación a Zhang Gaoli: “¿Por qué viniste a buscarme de nuevo? Me llevaste a tu casa y me obligaste a tener sexo. No tengo pruebas y me sería imposible conservar ninguna prueba. Dijiste que en esos siete años nunca te olvidaste de mí y que me tratarías bien. Dijiste mucho más que eso, y el propósito era básicamente persuadirme para que bajara la guardia (...) Negaste todo después. Esa tarde originalmente no consentí y lloré todo el tiempo”.

Ahora, a pesar de la acusación inicial, la tenista ha negado todo lo dicho, afirmando que todo se trató de un malentendido: “La carta era un asunto privado sobre el que hay muchos malentendidos”, aseguró sin querer entrar en más detalles.

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Los ojos del mundo siguen puestos sobre este caso en el que se sospecha que puede haber un claro acto de censura, como también que puede ser parte de la estrategía geopolítica de sabotaje a los próximos Juegos Olímpicos de Invierno que se organizarán en 2022 en la capital china.

No hay que olvidar que en las últimas dos semanas Estados Unidos anunció un boicot contra las justas invernales, estrategia a la que se sumaron países como Canadá y el Reino Unido. Todos alegando violaciones a los derechos humanos cometidas en el gigante asiático.

Una tensión de poderes entre el eje político occidental y China, principal dominador del mundo en los últimos años y potencia que pelea cabeza a cabeza con los norteamericanos el pulso del dominio global.

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Y en medio de esa disputa apareció este caso de abuso, denuncia y después negación. Todo en medio de una incertumbre en la que a la victima no se le cree en ninguna de las dos partes. Ni en la denuncia del abuso, ni en la rectificación de sus palabras. ¿Censura o pulso político?