El reflejo de la reina que forjó el espíritu de Gabriela Bolle
Por primera vez en su historia, Colombia clasificó a dos mujeres al BMX de los Olímpicos. La caqueteña, que representa al Atlántico, creció admirando a Mariana Pajón, dos veces campeona olímpica, y ahora competirá a su lado en las justas.
Gabriela Bolle, en 2012, no sabía lo que era el BMX. Lo descubrió cuando se topó un día en el televisor con la carrera que definía el oro en los Juegos Olímpicos de Londres. Quedó estupefacta al ver los saltos sagaces de la colombiana que dominaba la carrera. Para esa época ya la identificaban como la reina del BMX. Era imbatible, verdaderamente inalcanzable. A sus rivales solo les quedaba mirar, con envidia e impotencia, su estela. ¡Solitaria, única!
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Gabriela Bolle, en 2012, no sabía lo que era el BMX. Lo descubrió cuando se topó un día en el televisor con la carrera que definía el oro en los Juegos Olímpicos de Londres. Quedó estupefacta al ver los saltos sagaces de la colombiana que dominaba la carrera. Para esa época ya la identificaban como la reina del BMX. Era imbatible, verdaderamente inalcanzable. A sus rivales solo les quedaba mirar, con envidia e impotencia, su estela. ¡Solitaria, única!
Bolle, pasmada al ver a aquella mujer tan dominante, sintió una ilusión súbita. Un pálpito en medio del asombro. Pensó de repente en que a lo mejor algún día ella también podía estar en esos escenarios. Inspirada desde esa tarde, empezó entonces su sueño olímpico. Quería ser como Mariana Pajón: la heroína, la del póster, la foto del fondo de pantalla, el ejemplo a seguir. Por ella inició el camino que la llevó hasta París 2024, justas en las que se convertirá en la segunda mujer de la historia que represente a Colombia en el ciclismo BMX.
“Mi primera ilusión, la razón por la que empecé, fue por ver a Mari ganar en 2012. Tenía 11 años en ese momento, y ver a una colombiana triunfar en un deporte en el que, además, no era muy común ver a mujeres, me llevó a pensar que quería practicar BMX. Hoy, estar en las concentraciones, competir juntas en todas las carreras, compartir podios y ahora ir camino a la clasificación a París 2024 es algo muy lindo”, le contó la deportista a este diario.
Aunque es de Caquetá, Gabriela Bolle se crió desde pequeña en Barranquilla. En La Arenosa dio sus primeras pedaladas. Prácticamente hija de la capital del Atlántico, fue allí donde formó el espíritu competitivo que la llevó a ser considerada como una promesa en la disciplina. El auge del BMX, entrada la década pasada, llevó a la urgencia de buscar a la nueva Mariana Pajón y, entonces, con esa mochila encima, la caqueteña apareció fulgurante en 2019, con 18 años, durante su primera temporada en la élite. Llevaba varias campañas fraguando importantes triunfos en las categorías júnior, y en su nuevo estatus rápidamente empezó a cosechar medallas en competencias del ciclo olímpico, campeonatos mundiales y torneos puntuables para llegar a los Juegos de Tokio 2020.
A esa altura ya conocía a Mariana Pajón de sobra. Juntas, maestra y pupila, tenían el anhelo de conseguir los dos cupos para Colombia en las justas olímpicas. “Fue un golpe duro no lograr mi lugar. Quedamos muy cerca, como a 50 puntos, que es prácticamente una carrera. Dolió, pero no quedaba otra que pararse y seguir entrenando”, explica la deportista.
Para Bolle, no obstante, las derrotas solo son un paso añadido a la ruta. No la desmotivan ni la enfurecen, le prenden la mecha: “Esa siempre ha sido mi personalidad. Si a mí algo me da rabia, me enciendo. Me mentalizo en que eso no puede volver a pasar. Al contrario, las derrotas me motivan y, últimamente, he logrado manejarlo. Aprendí a usarlo a mi favor”.
Superada la decepción que significó no ir a Tokio, Gabriela Bolle completó junto a Mariana Pajón un ciclo olímpico brillante, con medallas panamericanas y centroamericanas, además de un excelente circuito mundial, lo que le permitió a Colombia llegar con los puntos suficientes para asegurar los dos cupos en la rama femenina de los Juegos Olímpicos. Clasificación histórica a la que además se sumarán los tres tiquetes en la rama masculina, algo que no se conseguía desde Beijing 2008.
El sueño olímpico está intacto. Las luces de París esperan por Bolle, una de las nuevas integrantes de una delegación que llega con el objetivo de demostrar la renovación de Colombia en sus principales disciplinas. Esa es la ilusión que la joven deportista de 23 años cultivó desde esa tarde en la que vio la carrera que le cambió su historia: “La ilusión de los Olímpicos es algo que, principalmente, hago por mí. Pienso en un jardín y en esa florecita que uno va cultivando y cuidando con el tiempo. Esa soy, y mi prioridad es poder conseguir lo que quiero, lograr las cosas que me propongo. Después, claramente, ahí viene mi familia y las personas que me han apoyado en toda esta carrera deportiva. No quisiera defraudarlos nunca. Muchas veces uno se pone las expectativas muy altas y piensa que el cariño va a depender de nuestros resultados. Sin embargo, las personas que nos aman lo único que quieren es que uno luche por lo que quiere”.
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