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“A rey muerto, rey puesto”. En 1977 Pelé se retiró del fútbol y nació Alessandro Rosa Vieira, o simplemente “Falcao”. Uno que como el eterno 10 de Brasil, como pocos, podría llevar sobre sus hombros el mote de “O rey”. Y su corona es indiscutida. Incluso, mientras cada vez que se dice que su compatriota ha sido el mejor futbolista de todos los tiempos, hay quienes refutan mencionando a Maradona, Cruyff o Messi. Cuando alguien dice que Falcao es el mejor jugador del futsal, nadie lo discute. (Conozca las cinco figuras a seguir en el Mundial de fútsal)
Su fútbol es hipérbole. Un tiro libre: frente al balón, a tres pasos del punto penalti. Barrera de cuatro jugadores y el portero que sale de los tres palos para reducir el ángulo. El árbitro pita y su compañero, con una especie de rabona le toca suavemente el balón. Falcao inicia la corrida.
La jugada que hace a continuación no tiene nombre. A lo que más se parece es a una bicicleta, una extraña. Da un giro en el aire y la pelota sale con sutileza de entre sus piernas, pasa por encima de la barrera y el arquero y choca contra la malla. Gol inolvidable. Tal vez una de las osadías que mejor han salido en el fútbol. Era un partido amistoso, hay que decirlo. Pero ha hecho cosas similares en mundiales, en los momentos definitivos.
Falcao empezó como tanta leyenda brasileña. Jugaba en los barrios pobres del norte de Sao Paulo, hasta que, apenas con 16 años, encantó al Corinthians, equipo que lo fichó para su división de futsal en 1993. Desde entonces lo ha ganado todo. Con su selección: dos copas mundiales, cinco copas América y el Grand Prix de futsal, cinco veces. También ganó todos los trofeos posibles con sus clubes desde 1995: Sorocaba, Intelli/Orlandia, Santos, Malwee/Jaraguá, Sao Paulo, Banespa, Atlético Mineiro y Corinthians.
Falcao le apuesta al espectáculo. Es consciente de la superioridad de su técnica y la emplea sin timidez. Algo que, junto a su carácter, suele causarle roces con los rivales. Pero él prefiere el aplauso de la gradería que la cortesía con el contrincante. El número 12 juega de ala. Se adueña de una banda del campo, va y vuelve entre el ataque y la defensa. Su velocidad y su desparpajo técnico suelen terminar en desbordes definitivos.
Pero ese talento descarado, tan eficaz en el maderamen del futsal, no le funcionó en la grama del futbol. Intentó ser parte de un onceno con el Sao Paulo. No tuvo muchos minutos y nunca terminó de adaptarse. Eso sí, la hinchada lo pedía. Su director técnico en el 2005, Emerson Leao, se despachó contra él en una entrevista con ESPN: “Falcao ya había probado en fútbol de campo unas tres veces, no anduvo en ningún club. Él es el 'Pelé' del Futsal (…) No encajaba, él quería tirar la chilena desde afuera del área". Sin embargo, la victoria está signada a su nombre y en su paso por el fútbol de campo agregó a su palmarés una Copa Libertadores (2005) y un Campeonato Paulista.
En el mundial de Tailandia, en 2012, logró la hazaña. Sufrió una lesión en el muslo durante el primer partido del torneo. Su participación quedó en duda pero volvió en el encuentro contra Panamá. Entró para hacer el último gol. Ganaron 16 – 0. Pero ese tanto valió más que los quince que lo precedieron. Fue el gol número 337 de Falcao con la selección de Brasil, el que lo convirtió en el máximo goleador con una camiseta carioca en cualquiera de las vertientes del fútbol. Superó a Nenem, histórico del fútbol playa.
Para este mundial también estuvo en duda. Un escándalo de corrupción y las millonarias deudas de la confederación de futsal de su país, lo llevaron, junto a medio centenar de jugadores, a marginarse de la selección. “Es importante jugar las eliminatorias y el Mundial, pero mucho más importante es tener la cabeza erguida y hacer las cosas bien”, le dijo al portal Pasión Futsal. Pero los líos se resolvieron y Falcao volvió a ponerse la camiseta de su país. Y ahora, con esposa, dos hijos y 39 años, espera despedirse del futsal en Colombia. Dice que viene en su mejor forma y que quiere hacer el mejor mundial de su vida. Todo un placer para los hinchas del país anfitrión, que verán las últimas batallas de "O Rey".