El sueño cumplido de la selección de fútbol para amputadas
El domingo, tras vencer a Estados Unidos, Colombia logró el título en el mundial. Entrevista con la entrenadora, Kelis Peduzine, sobre la hazaña en Barranquilla.
Fernando Camilo Garzón
Eran los últimos días de octubre. Kelis Peduzine tenía casi completa la nómina de la selección que unas semanas después se coronaría —el pasado domingo— campeona del primer Mundial Femenino de Amputados que organizó la WAFF (Federación Mundial de Fútbol Amputado, por su sigla en inglés). Durante meses, después de una intensa búsqueda por distintas regiones de Colombia, la entrenadora dio con un grupo de jugadoras, algunas deportistas y otras no, que se entusiasmaron con la idea de recibir en Barranquilla la primera Copa del Mundo Femenina de esta modalidad de fútbol adaptado.
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Eran los últimos días de octubre. Kelis Peduzine tenía casi completa la nómina de la selección que unas semanas después se coronaría —el pasado domingo— campeona del primer Mundial Femenino de Amputados que organizó la WAFF (Federación Mundial de Fútbol Amputado, por su sigla en inglés). Durante meses, después de una intensa búsqueda por distintas regiones de Colombia, la entrenadora dio con un grupo de jugadoras, algunas deportistas y otras no, que se entusiasmaron con la idea de recibir en Barranquilla la primera Copa del Mundo Femenina de esta modalidad de fútbol adaptado.
A Peduzine su designación como directora técnica de la selección nacional le cayó de sorpresa. Lo confiesa, no se lo esperaba. La invitó Édgar Blanco, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol Amputado, que fue quien montó al país en la idea de organizar el Mundial. Hasta este año, bajo el mandato de la WAFF, solo se había hecho el torneo en la rama masculina, en 2022, con título para Turquía. No obstante, fue el dirigente el que insistió en la idea de que el primer campeonato de mujeres debía hacerse en Colombia, y en la Federación Internacional le siguieron la cuerda. Con la promesa en el bolsillo, el directivo empezó a mover las fichas para crear la selección y puso a cargo a la entrenadora, novata en la materia, pero con amplia experiencia en el fútbol formativo en Barranquilla y en la dirección técnica de varios equipos universitarios, no solo en fútbol 11, sino también en fútbol sala.
La exfutbolista, retirada hace años, conoce a Blanco desde su infancia, cuando en las selecciones del Atlántico el dirigente era uno de los que más la apoyaba en su intento por llegar a ser una futbolista profesional. Su carrera despegó, Peduzine llegó, incluso, hasta la selección femenina de Colombia y el contacto nunca se perdió. Fue precisamente por esa confianza que le confió la tarea de reunir la selección para afrontar la gesta de la Copa del Mundo. El reto era armar el equipo, con el poco apoyo económico que disponían. El sueño era ser campeonas mundiales.
Durante semanas, Kelis Peduzine viajó principalmente por Boyacá, Antioquia y Atlántico, organizando microciclos a partir del voz a voz, de las redes sociales y de las jugadoras que se iban uniendo al equipo, mujeres que conocían a otras futuras futbolistas y que las invitaban para que se probaran en el equipo. “Empezamos a trabajar, a buscar a las chicas. No es fácil conformar una selección. No todas las que llegaban eran deportistas. Algunas eran amas de casa, por ejemplo. Otras no hacían deporte. Fue un trabajo complejo, pero gratificante”, le dijo en entrevista a El Espectador.
Fueron casi cinco microciclos hasta que la selección fue cogiendo forma: “Analizamos a todas las jugadoras y elegimos a las de mejor condición y rendimiento. No todas hacían deporte y priorizamos a las que sí, sobre todo a las que jugaban fútbol. Sin embargo, también hubo otras que no hacían deporte, pero se esforzaron, se enamoraron de esto y se ganaron su lugar”.
La tarde que más recuerda la entrenadora fue en uno de los primeros entrenamientos formales, cuando el equipo ya estaba casi definido. Ese día se sentaron en una ronda para conocerse. Cada una se presentó y contó su historia. Unas perdieron sus piernas por malos procedimientos médicos y otras, la mayoría, en accidentes de tránsito, sobre todo de moto. Algunas nacieron con cáncer, por lo que desde que eran niñas les habían amputado sus extremidades.
Particularmente, una de las historias que más la conmovió fue la de la arquera del equipo. Cuando tenía 12 años, en una excursión de su colegio, el bus que las llevaba se volcó. Ella no supo nada, pero cuando ese despertó en el hospital ya no tenía un brazo.
“Eran historias tristes, pero que nos inspiraron. Nos unieron como grupo. Lloramos juntas al hablar de eso, pero entendimos que la oportunidad de estar en la selección era un motivo de superación”, le explicó a este diario Kelis Peduzine.
Al último microciclo la estratega llegó con la certeza de que el equipo estaba armado. No obstante, había la sensación de que faltaba una última pieza. Una jugadora extraordinaria que moviera la balanza y le diera al combinado nacional la puntada que le faltaba para garantizar el título. Ahí fue cuando se unió al equipo, a solo una semana de empezar el torneo, Yady Fernández. Exitosa paraciclista colombiana, que fue compañera de Peduzine en la selección femenina de fútbol. Un accidente de tránsito en 2014, en el que además murió su primo, la hizo perder su pierna izquierda. Después de meses de batalla y de entender lo que le había sucedido, en el paraciclismo encontró un nuevo camino. No había vuelto al fútbol, hasta que recibió la llamada de Peduzine y Édgar Blanco. La querían en el equipo, querían ser campeonas del mundo.
Con el equipo a pleno, Colombia hizo un Mundial brillante. La selección ganó invicta. En la fase de grupos hizo los nueve puntos, en cuartos le ganó a Perú, en semifinales a Kenia y en la final, desde los penaltis, venció a Estados Unidos. Fernández, la última en unirse al grupo de soñadoras, fue la goleadora de la Copa, con cuatro tantos en cinco partidos.
“Jugar fútbol con bastones es complejo. Desde el desplazamiento para entrenar o para los partidos. Ellas sufren mucho con los moretones que les dejan los bastones, las lesiones por el esfuerzo, las dobladuras de tobillo, las caídas o los tropezones. En la cancha tampoco es sencillo, aunque ellas lo hagan ver fácil. Sin embargo, nuestra selección juega al fútbol. Y como ellas juegan a la pelota, hacen que parezca algo fácil. Es un equipo que abre la cancha y trabaja la presión desde el dominio de la pelota. Son mujeres inspiradoras y haber logrado esa Copa, jugando a ese nivel, fue una alegría inmensa”, explica la estratega.
El futuro es incierto. Habrá Mundial en dos años, en Polonia, y el equipo espera mantenerse hasta entonces. “Queremos ir a defender el título”, advierte la entrenadora. No obstante, el apoyo escasea. Este título se logró con las uñas y, tras el campeonato, la Federación reclamó que por parte del Gobierno no hubo ni siquiera una felicitación. La selección femenina de fútbol para amputadas puso su deporte en el panorama, una disciplina poco conocida en Colombia, pero que ya tiene campeonas mundiales.
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