El superequipo de Estados Unidos superó a la Serbia de Jokic en su debut olímpico
Con Kevin Durant como protagonista, la selección de LeBron James y Stephen Curry empezó de forma triunfal su camino en París 2024.
Fernando Camilo Garzón
Fernando Camilo Garzón, enviado especial a París
En medio de la impresionante constelación de estrellas que pisaron la cancha de Lille este domingo, Kevin Durant fue el que brilló con más fuerza. El legendario alero guió al superequipo de Estados Unidos, liderado por jugadores como LeBron James o Stephen Curry, en su primera victoria en el baloncesto de los Juegos Olímpicos de París 2024.
En un partido de primerísimo nivel, una final adelantada en la fase de grupos con el rival más difícil que se podría encontrar en las justas, el equipo norteamericano, el mejor que se ha visto en mucho tiempo, superó sin mayores problemas a la Serbia de Nikola Jokic, uno de los mejores basquetbolistas del mundo.
Era un compromiso ideal para medir el aceite de los estadounidenses, uno de los conjuntos que más expectativa han despertado de cara a los Juegos Olímpicos. Y no fue en vano tanta especulación, como lo demostró el brillante equipo norteamericano, un conjunto que desbordó talento en la cancha.
Ni siquiera el Joker fue suficiente para hacerle oposición a la gran nómina de estrellas del equipo estadounidense (los Vengadores), que se mostró muy sólido sobre la pista y despejó las dudas que despertaba el engranaje del conjunto. Cuando algunos dudaban que tanta estrella pudiera jugar junta, este domingo Estados Unidos acabó el runrún y se impuso con jerarquía.
Kevin Durant, el diferencial
Por supuesto, Serbia, una de las mejores selecciones del mundo, no puso las cosas fáciles. De hecho, en los primeros minutos salió a dominar el juego.
Fuertes, sobre todo en la zona pintada, los europeos arrollaron con un ritmo supremamente físico a los norteamericanos durante los primeros minutos. Con un quinteto inicial sorprendido, pasados los primeros minutos, Kevin Durant entró desde la banca para cambiar la ecuación. Solo unos instantes duró el dominio serbio, pues los balcánicos terminarían sucumbiendo ante el poderío del jugador de los Phoenix Suns.
Brutal desde la línea de tres, fino en la ejecución y brutalmente efectivo, Durant fue el más brillante de la primera mitad. Junto a LeBron James, los dos jugadores promediaron 33 puntos. El rey con 12 puntos y la gran estrella del partido, con 21.
En la segunda parte, aunque cuando se reinició había una diferencia mínima, el partido se convirtió en un trámite. Serbia, uno de los mejores equipos olímpicos del panorama, fue reducido completamente por los estadounidenses, que empezaron a divertirse con jugadas imposibles y triples terriblemente lejanos en la tercera mitad.
El último cuarto terminó siendo un trámite para Estados Unidos, que ya piensa en la siguiente ronda. Sus siguientes partidos en la fase de grupos no tendrán la dificultad del primero con Serbia, pues serán contra Puerto Rico y Sudán del Sur, así que desde ya el equipo norteamericano se alista para buscar la final y llevarse el oro de Francia. Esa es la exigencia para un equipo de este talante. Cualquier otra cosa, considerando su nivel superlativo, será un fracaso.
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En medio de la impresionante constelación de estrellas que pisaron la cancha de Lille este domingo, Kevin Durant fue el que brilló con más fuerza. El legendario alero guió al superequipo de Estados Unidos, liderado por jugadores como LeBron James o Stephen Curry, en su primera victoria en el baloncesto de los Juegos Olímpicos de París 2024.
En un partido de primerísimo nivel, una final adelantada en la fase de grupos con el rival más difícil que se podría encontrar en las justas, el equipo norteamericano, el mejor que se ha visto en mucho tiempo, superó sin mayores problemas a la Serbia de Nikola Jokic, uno de los mejores basquetbolistas del mundo.
Era un compromiso ideal para medir el aceite de los estadounidenses, uno de los conjuntos que más expectativa han despertado de cara a los Juegos Olímpicos. Y no fue en vano tanta especulación, como lo demostró el brillante equipo norteamericano, un conjunto que desbordó talento en la cancha.
Ni siquiera el Joker fue suficiente para hacerle oposición a la gran nómina de estrellas del equipo estadounidense (los Vengadores), que se mostró muy sólido sobre la pista y despejó las dudas que despertaba el engranaje del conjunto. Cuando algunos dudaban que tanta estrella pudiera jugar junta, este domingo Estados Unidos acabó el runrún y se impuso con jerarquía.
Kevin Durant, el diferencial
Por supuesto, Serbia, una de las mejores selecciones del mundo, no puso las cosas fáciles. De hecho, en los primeros minutos salió a dominar el juego.
Fuertes, sobre todo en la zona pintada, los europeos arrollaron con un ritmo supremamente físico a los norteamericanos durante los primeros minutos. Con un quinteto inicial sorprendido, pasados los primeros minutos, Kevin Durant entró desde la banca para cambiar la ecuación. Solo unos instantes duró el dominio serbio, pues los balcánicos terminarían sucumbiendo ante el poderío del jugador de los Phoenix Suns.
Brutal desde la línea de tres, fino en la ejecución y brutalmente efectivo, Durant fue el más brillante de la primera mitad. Junto a LeBron James, los dos jugadores promediaron 33 puntos. El rey con 12 puntos y la gran estrella del partido, con 21.
En la segunda parte, aunque cuando se reinició había una diferencia mínima, el partido se convirtió en un trámite. Serbia, uno de los mejores equipos olímpicos del panorama, fue reducido completamente por los estadounidenses, que empezaron a divertirse con jugadas imposibles y triples terriblemente lejanos en la tercera mitad.
El último cuarto terminó siendo un trámite para Estados Unidos, que ya piensa en la siguiente ronda. Sus siguientes partidos en la fase de grupos no tendrán la dificultad del primero con Serbia, pues serán contra Puerto Rico y Sudán del Sur, así que desde ya el equipo norteamericano se alista para buscar la final y llevarse el oro de Francia. Esa es la exigencia para un equipo de este talante. Cualquier otra cosa, considerando su nivel superlativo, será un fracaso.
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