“Empecé a boxear soñando con ir a un mundial y a los Olímpicos”: Angie Valdez
Tras hacer historia con su medalla de plata en el Mundial de Boxeo de la India, la pugilista habló con El Espectador sobre su vida, sus inicios y sus próximos objetivos.
Fernando Camilo Garzón
Angie Valdez fue la sensación del Mundial de Boxeo en Nueva Delhi (India), que finalizó el domingo pasado y en el que, como también lo hizo Yeni Arias en los 54 kg, la atlanticense coronó una semana soñada con una medalla de plata histórica en los 60 kg, después de caer en la final ante la brasileña Beatriz Ferreira, número uno del mundo y escogida como la mejor pugilista del torneo.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Angie Valdez fue la sensación del Mundial de Boxeo en Nueva Delhi (India), que finalizó el domingo pasado y en el que, como también lo hizo Yeni Arias en los 54 kg, la atlanticense coronó una semana soñada con una medalla de plata histórica en los 60 kg, después de caer en la final ante la brasileña Beatriz Ferreira, número uno del mundo y escogida como la mejor pugilista del torneo.
No fue una sorpresa. Así responde, tajante, el seleccionador de Colombia, Rafael Iznaga: “Hoy ya no lo es. Venía de ser campeona en los Juegos Bolivarianos y en los Juegos Suramericanos. Todavía tiene muchas cosas que mejorar y las estamos trabajando. Son cuestiones que si mejora, en los próximos Juegos Panamericanos le vamos a ganar a la brasileña que nos quitó el título mundial”.
Mire: Ángel Barajas ganó oro e hizo historia en el Mundial Juvenil de Gimnasia
De vuelta a Barranquilla, una semana después de lo vivido, Angie Valdez descansa en casa, donde comparte con su familia. Está al otro lado del teléfono y al fondo se escucha un niño que corre por los pasillos y a veces grita: “¡Medalla de plata para Angie!”. Lo primero de lo que habla la subcampeona del mundo es de sus hermanas, que la inspiraron a boxear.
Antes de ponerse los guantes, Valdez era atleta en La Playa, corregimiento de Barranquilla donde nació. El sueño era imposible de costear, por eso lo abandonó: “No tenía para comprarme el uniforme ni los tacos. No había plata para los pasajes, entonces iba y a veces no. Y fue duro ver a mis papás, que se mataban trabajando y ni siquiera así tenían plata para comprarme las cosas”.
Con la desilusión de no poder entrenar, Valdez acompañaba a su hermana mayor a practicar boxeo. Le impresionaba, más que los golpes, la danza: la ubicación de los boxeadores y sus movimientos. Tanto que empezó a imitarlos, aunque todos se burlaban de lo mal que lo hacía. Pero no le importaba, buscaba peleas con los otros niños que se acercaban al gimnasio de Luis Villarreal, su primer entrenador, al que considera un segundo padre.
Valdez nunca dejó de admirar las peleas en el ring. “Yo los veía desde lejos y decía ‘ey, bacano’”. Incluso, ya grande, cuando ya era campeona nacional, se seguía impresionando, tenía la aspiración de ser como sus héroes y dice que por eso empezó a boxear, porque quería ir con Colombia afuera: “Me emocionaba pensar que podía ir a un mundial o a unos Olímpicos”. Recuerda una vez que Alberto Torres, presidente de la Federación de Boxeo, se la llevó a ver a la selección de mayores a los Juegos Centroamericanos, que se hicieron en Barranquilla en 2018. Y al ver a los duros en el ring, a Ingrit Valencia, que ese año fue campeona y es su inspiración, Valdez pensó: “Yo quiero ser como ellos”.
También: Liga BetPlay: Millonarios asalta el liderato con los juveniles
El camino era arduo. Lo sabía, pero siempre fue muy dedicada y exigente consigo misma. Dice que nunca abandonó el boxeo, a diferencia del atletismo, porque no le gustaba perder. Lo sintió desde las primeras peleas para las que la preparó Villarreal. Recién empezaba y el entrenador se la llevó un día para probarla con otra niña de su misma edad. Primera pelea y todo controlado, no hubo muchos golpes pero Valdez ganó el asalto. Probaron otra y la cosa fue diferente: perdió. Ahí, sintió la rabia que se le subía por el pecho. Villarreal le dijo que superara la pelea y ella le respondió: “Yo no puedo perder, ahora me tienes que entrenar bien porque yo le tengo que pegar a ella. Ella me pegó y ahora yo la tengo que cascar bien a ella”.
Angie Valdez: su camino a la grandeza
“Hay que perseverar”, Angie Valdez repite esa frase como un mantra. Ya es subcampeona del mundo, el lugar al que se proyectó desde que empezó. Un ascenso vertiginoso que no le nubla la cabeza. Sabe que le falta y todavía es un ápice de todo lo que puede alcanzar.
“Ella en este momento no domina todos los elementos técnicos y tácticos como para enfrentar una competencia de esa envergadura. O sea que ella, con todo lo que hizo, no joda, se sobró en ese mundial, porque realmente todavía tiene mucho que aprender en el boxeo”, explica su entrenador en la selección nacional.
Es el trabajo que desde el Comité Olímpico, el Ministerio del Deporte y la Federación de Boxeo están profundizando con la subcampeona mundial. Un proceso que busca resultados a corto plazo y se empezará a intensificar para la clasificación a París 2024. “Angie todavía no ejecuta bien los golpes rectos, saca mucho los codos, y eso es un elemento fundamental en el boxeo, en general, y más todavía en la rama femenina. También le pasa con los golpes cruzados y los ganchos, y tiene que mejorar muchos aspectos en la defensa, sobre todo en el contraataque. Lo que buscamos es corregir todo eso y armarla bien porque, aun con todas esas deficiencias, mira cómo ha evolucionado”.
Mire más: La dama colombiana en el Clásico Mundial de Béisbol
Angie Valdez llegó tarde a la práctica del boxeo, explica Iznaga, pero era un talento puro, un diamante en bruto, con un físico privilegiado para pelear. “Era una niña que siempre mostró fortaleza, era muy fuerte para su división. Me llamaba la atención su biotipo y su cuerpo, porque tenía una fuerza natural impresionante. Parecía que toda la vida hizo boxeo. Ella dice que hizo atletismo antes, pero no pareciera porque tú le ves su corpulencia y pareciera que hubiese hecho pesas toda la vida”.
Tanto prometía Valdez, que por eso hace un par de años quisieron llevársela para que representara a Azerbaiyán. De hecho, la atlanticense aceptó la propuesta y vivió dos meses en la antigua república soviética, buscando soluciones económicas ante la falta de oportunidades para practicar profesionalmente el boxeo en Colombia. Su familia no vivía un buen momento, pues a su mamá la habían metido en la cárcel y Valdez, quien le había entregado su vida al boxeo, necesitaba ayudar a los suyos.
El que se dio cuenta fue Iznaga, quien en una competencia la vio inscrita como boxeadora azerbaiyana. De inmediato se comunicó con el Comité Olímpico Colombiano, pues no solo se habían llevado a Valdez, sino a otras dos boxeadoras locales. Era necesario adelantar un proceso para mejorar las condiciones de las pugilistas colombianas e impedir la repentina fuga de talento.
Desde la dirigencia se hizo el esfuerzo. Un trabajo que se ha visto reflejado en los últimos mundiales de boxeo, sobre todo en los femeninos. Este año, en la India, Valdez y Yeni Arias ganaron plata, pero Camila Camilo, otra de las grandes sensaciones de Colombia, logró bronce, así como Ingrit Valencia, la capitana, que el año pasado también había conseguido un subcampeonato.
No se pierda: María José Marín, decimocuarta en el Augusta National Women’s Amateur
Ellas son el proyecto a corto plazo de Colombia para París 2024, cupos que el país espera conseguir en las últimas citas del ciclo olímpico: Centroamericanos, Panamericanos y los clasificatorios de la disciplina. El objetivo, en masculino y femenino, es alcanzar clasificados en todas las divisiones, aseguró Iznaga.
Angie Valdez se siente respaldada por ese equipo para alcanzar su anhelo de llegar a los Olímpicos. Todas sus compañeras la apoyaron y aconsejaron en el torneo histórico que hizo. “Llevamos el mejor equipo, por la calidad de las boxeadoras y la experiencia de los entrenadores”, explica la pugilista. De hecho, antes de cada pelea, Valdez hablaba con cada una y les pedía consejos. “¿Sí pegué bien? ¿Tiré la mano bien? ¿Dime qué hice mal?”, cuestionaba a cada una de las boxeadoras cuando las dudas le comían la cabeza. Le pasó antes de la final contra la brasileña, la mejor del mundo, cuando fue a preguntarle a la capitana, Ingrit Valencia, por consejos para llevarse la de oro: “¿La conoces? ¿La has visto? ¿Cómo pelea?”.
Pero en el ring olvidaba las dudas. Y cuando se paró contra la segunda del escalafón mundial, Shia-Yi Wu, de China Taipéi, no importó la diferencia y le ganó. Lo mismo que hizo después, cuando dejó en el camino a la campeona olímpica de Río 2016, la francesa Estelle Mosell. “Cuando ya subía, allá me decía en la cabeza: voy a ganar. Ella no es mejor que yo. Lo repetía una y otra vez”. Eran las réplicas de su instinto, que disipa sus inseguridades y la obliga a nunca rendirse, a seguir soñando porque el techo olímpico que se propuso no lo ha alcanzado y Angie está segura de que pronto podrá traerle otra medalla a Colombia.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador