Empieza la NBA en la era post Donald Trump
En medio del agitado contexto político que se vive en los Estados Unidos tras la victoria de Joe Biden, la nueva temporada de liga norteamericana de baloncesto empezará el próximo martes 22 de diciembre. ¿Qué tiene que ver Trump?
Fernando Camilo Garzón
En 2017, semanas antes de que Kevin Durant anotara el triple en Cleveland que selló el campeonato de Golden State Warriors contra los Cavaliers, las estrellas de los dos equipos, Lebron James y Stephen Curry, ya habían anunciado que, de vencer a su rival, no asistirían a la tradicional invitación del presidente a la Casa Blanca.
No era la primera vez que el ofrecimiento, que solo se les hace a los campeones de los deportes más populares en Norteamérica, como el básquet, el fútbol americano o el beisbol, era declinado por los deportistas. De hecho, Michael Jordan, el basquetbolista más influyente de la historia, en 1991 dejó plantado al presidente George H. W. Bush para irse a jugar golf, como reveló el documental de Netflix The last dance (El último baile).
No obstante, el caso de los Warriors tenía una trascendencia política más relevante porque el conflicto entre la gran mayoría de las estrellas de la NBA y Donald Trump, nuevo presidente de los Estados Unidos, en ese entonces, había tenido su origen en la campaña electoral, cuando varios jugadores hicieron campaña por Hilary Clinton. Además, en los ocho años anteriores, bajo el mandato de Barack Obama, ninguno de los campeones de la liga de baloncesto más importante del mundo había rechazado la invitación del máximo mandatario del Estado norteamericano.
Trump, como era de esperarse, no se quedó callado frente a las acciones de los jugadores de la liga y emprendió un guerra abierta y verbal contra las estrellas de la NBA. En los cuatro años de su gobierno ninguno de los campeones (Warriors, Toronto Raptors, Ángeles Lakers) fue a la Casa Blanca. Durante toda su administración el presidente del partido republicano lanzó pullas contra la liga y los jugadores, especialmente contra Lebron James, uno de sus opositores más férreos.
Los agravios de Trump hacía el jugador fueron de todo tipo. Contrario al clamor popular de quienes comparan a James con Jordan como uno de los mejores de la historia, para el presidente la estrella de los Lakers es un jugador común y corriente porque se dedica más a hacer propaganda política que a jugar básquet. Un día, entre líneas, el mandatario llamó estúpido al basquetbolista a través de su cuenta de Twitter luego de una entrevista con el periodista Don Lemon. Trump comentó: “Lebron James acaba de ser entrevistado por el hombre más tonto de la televisión, Don Lemon. Él hizo ver inteligente a Lebron, lo cual no es fácil”. Las palabras del presidente despertaron la solidaridad de gran parte de la liga y, de esta manera, el rechazo hacía Trump cada día aumentaba más.
La gota que derramó el vaso ocurrió este año, en medio de plena pandemia, cuando estalló por todo el país el movimiento Black lives matter (Las vidas negras importan). La NBA se sumó a las protestas por los asesinatos de los ciudadanos afroamericanos a manos de la
fuerza pública y casi todos los jugadores entraron en una guerra abierta con el presidente. Hubo actos muy sonados como el boicot del jugador más valioso de la liga, el griego Giannis Antetokounmpo, que, junto con su equipo los Milwaukee Bucks, se negó a jugar un partido de playoffs contra Orlando Magic, después de que un policía abaleó a un ciudadano llamado Jacob Blake en frente de su propio hijo.
La tensión entre la liga y Trump no hizo otra cosa que ir en aumento y, en declaraciones para medios de su país, el mandatario afirmó que la NBA: “se [convirtió] en una especie de organización política y no creo que eso sea bueno para el deporte ni para el país”. Incluso, el presidente instó a las demás ligas, como la NFL (fútbol americano) y la MBL (béisbol), a no seguir el ejemplo de los basquetbolistas porque, según él, la actividad política de los jugadores va a llevar a la liga a su ruina ya que nadie querrá ver un deporte donde los jugadores en lugar de competir hacen política.
De hecho, uno de los argumentos que usó el mandatario para afirmar su postura fue la baja audiencia televisiva que registró la última temporada del baloncesto gringo y que, en el tercer partido de la final, que fue uno de los más importantes de la serie, apenas a logró 5,9 millones de espectadores, la peor cifra desde 1984, año en que se empezaron a contabilizar los televidentes de la NBA.
Sin embargo, Adam Silver, gerente de la competición, aunque mostró sorpresa por los datos, aseguró que la caída de espectadores no estaba relacionada al activismo político de sus estrellas. Más bien, dijo el empresario, la pandemia y la reprogramación de las finales a octubre, por causa de la Covid, fueron las causas principales en el descenso de la audiencia, además de la apertura del negocio hacía otras plataformas de emisión en línea (streaming) y de pago por ver (PPV).
Por otra parte, expertos en la materia adjudican que la constante pérdida de interés, por parte de los consumidores de baloncesto, se debe a la disminución de la competitividad de los últimos años. Fenómeno que se acentuó con la conformación de varios súper equipos como, por ejemplo, los Golden State Warriors de San Francisco, que reunieron hasta cuatro jugadores All-Star en su quinteto y se llevaron la competición prácticamente sin oposición.
A pesar de ello, para Donald Trump y sus seguidores, como fue característico a lo largo de gobierno, las razones que varios analistas pusieron sobre la mesa para explicar el creciente desinterés del rating hacia el baloncesto no fueron suficientes. Hasta el día de hoy Trump se mantiene en su posición de que el posible descalabro de la NBA será causa, exclusivamente, de la oposición que la liga le hizo a su mandato.
¿Y dónde queda el espectáculo?
Al mismo tiempo que será interesante observar qué repercusiones tendrá sobre el baloncesto norteamericano la salida de Trump de la presidencia, también se espera una temporada emocionante con muchos contendores al título, que se empezará a disputar desde mañana y cuyas rondas finales se jugarán desde el 22 de mayo del 2021.
A priori Los Ángeles Lakers, vigentes campeones, nuevamente son los favoritos gracias de la renovación de Anthony Davis y la continuidad de Lebron James, su máxima estrella. Los
Lakers supieron suplir las considerables bajas Rajon Rondo, Danny Green y Dwight Howard y sumaron jugadores, como Wesley Matthews y el español Marc Gasol, para darle profundidad a su plantilla.
También tendremos que estar atentos de equipos que tendrán que revalidar sus campañas anteriores como el Miami Heat, sorpresivo subcampeón de este año con Jimmy Butler a la cabeza, el Utah Jazz de Donovan Mitchell, los Boston Celtics de Jayson Tatum y Kemba Walker, los Clippers de Kawhi Leonard y Paul George, y los Milwaukee Bucks que, con Antetokounmpo en el equipo, siempre serán candidatos a llevarse el anillo.
No hay que descartar posibles sorpresas como la de los Dallas Mavericks donde juega Luka Doncic, el joven estrella de la liga, o la de los Brooklyn Nets que cuenta en sus filas con Steve Nash, un ícono del baloncesto que debuta en la dirección técnica y que tendrá en sus manos un dúo que ilusiona: Kyrie Irving y Kevin Durant, que se ha recuperado de su lesión en el talón de Aquiles tras más de un año de para. Y, tampoco hay que olvidarse de Stephen Curry, Draymond Green y los Golden State Warriors que, además de recuperar a su gran estrella y a pesar de perder nuevamente a Klay Thompson por lesión, logró contratar a James Wiseman, el segundo joven más valioso del último draft.
Queda mucho para definir el nuevo rey del baloncesto mundial. Seguro en las primeras semanas de acción habrá movimientos importantes en la bolsa de jugadores con pesos pesados que quieren cambiar de aires como Ben Simmons, DeMar DeRozan, LaMarcus Aldridge y, el más importante de todos, James “la barba” Harden, que ha declarado sus ganas de formar una triada de ensueño con Irving y Durant en los Nets de Nueva York, un movimiento que decantaría las apuestas por cuál será el nuevo campeón de la NBA.
Lo cierto es que, por lo pronto, la nueva temporada de la liga de baloncesto estadounidense marcará una nueva época a partir de la presidencia de Joe Biden, un candidato apoyado abiertamente por las grandes figuras de la NBA. El tiempo dirá si Trump tenía razón y el papel político de los deportistas, contrario a sus posturas, realmente influyó en los registros negativos de la audiencia o si estamos ante un panorama qué necesita medir las audiencias de otras plataformas y desde otros mercados de forma diferente. Un cuestionamiento que no solo se están preguntando los altos ejecutivos de la NBA, sino también los grandes empresarios de las industrias del entretenimiento.
Por: Fernando Camilo Garzón - @FernandoCGarzon
En 2017, semanas antes de que Kevin Durant anotara el triple en Cleveland que selló el campeonato de Golden State Warriors contra los Cavaliers, las estrellas de los dos equipos, Lebron James y Stephen Curry, ya habían anunciado que, de vencer a su rival, no asistirían a la tradicional invitación del presidente a la Casa Blanca.
No era la primera vez que el ofrecimiento, que solo se les hace a los campeones de los deportes más populares en Norteamérica, como el básquet, el fútbol americano o el beisbol, era declinado por los deportistas. De hecho, Michael Jordan, el basquetbolista más influyente de la historia, en 1991 dejó plantado al presidente George H. W. Bush para irse a jugar golf, como reveló el documental de Netflix The last dance (El último baile).
No obstante, el caso de los Warriors tenía una trascendencia política más relevante porque el conflicto entre la gran mayoría de las estrellas de la NBA y Donald Trump, nuevo presidente de los Estados Unidos, en ese entonces, había tenido su origen en la campaña electoral, cuando varios jugadores hicieron campaña por Hilary Clinton. Además, en los ocho años anteriores, bajo el mandato de Barack Obama, ninguno de los campeones de la liga de baloncesto más importante del mundo había rechazado la invitación del máximo mandatario del Estado norteamericano.
Trump, como era de esperarse, no se quedó callado frente a las acciones de los jugadores de la liga y emprendió un guerra abierta y verbal contra las estrellas de la NBA. En los cuatro años de su gobierno ninguno de los campeones (Warriors, Toronto Raptors, Ángeles Lakers) fue a la Casa Blanca. Durante toda su administración el presidente del partido republicano lanzó pullas contra la liga y los jugadores, especialmente contra Lebron James, uno de sus opositores más férreos.
Los agravios de Trump hacía el jugador fueron de todo tipo. Contrario al clamor popular de quienes comparan a James con Jordan como uno de los mejores de la historia, para el presidente la estrella de los Lakers es un jugador común y corriente porque se dedica más a hacer propaganda política que a jugar básquet. Un día, entre líneas, el mandatario llamó estúpido al basquetbolista a través de su cuenta de Twitter luego de una entrevista con el periodista Don Lemon. Trump comentó: “Lebron James acaba de ser entrevistado por el hombre más tonto de la televisión, Don Lemon. Él hizo ver inteligente a Lebron, lo cual no es fácil”. Las palabras del presidente despertaron la solidaridad de gran parte de la liga y, de esta manera, el rechazo hacía Trump cada día aumentaba más.
La gota que derramó el vaso ocurrió este año, en medio de plena pandemia, cuando estalló por todo el país el movimiento Black lives matter (Las vidas negras importan). La NBA se sumó a las protestas por los asesinatos de los ciudadanos afroamericanos a manos de la
fuerza pública y casi todos los jugadores entraron en una guerra abierta con el presidente. Hubo actos muy sonados como el boicot del jugador más valioso de la liga, el griego Giannis Antetokounmpo, que, junto con su equipo los Milwaukee Bucks, se negó a jugar un partido de playoffs contra Orlando Magic, después de que un policía abaleó a un ciudadano llamado Jacob Blake en frente de su propio hijo.
La tensión entre la liga y Trump no hizo otra cosa que ir en aumento y, en declaraciones para medios de su país, el mandatario afirmó que la NBA: “se [convirtió] en una especie de organización política y no creo que eso sea bueno para el deporte ni para el país”. Incluso, el presidente instó a las demás ligas, como la NFL (fútbol americano) y la MBL (béisbol), a no seguir el ejemplo de los basquetbolistas porque, según él, la actividad política de los jugadores va a llevar a la liga a su ruina ya que nadie querrá ver un deporte donde los jugadores en lugar de competir hacen política.
De hecho, uno de los argumentos que usó el mandatario para afirmar su postura fue la baja audiencia televisiva que registró la última temporada del baloncesto gringo y que, en el tercer partido de la final, que fue uno de los más importantes de la serie, apenas a logró 5,9 millones de espectadores, la peor cifra desde 1984, año en que se empezaron a contabilizar los televidentes de la NBA.
Sin embargo, Adam Silver, gerente de la competición, aunque mostró sorpresa por los datos, aseguró que la caída de espectadores no estaba relacionada al activismo político de sus estrellas. Más bien, dijo el empresario, la pandemia y la reprogramación de las finales a octubre, por causa de la Covid, fueron las causas principales en el descenso de la audiencia, además de la apertura del negocio hacía otras plataformas de emisión en línea (streaming) y de pago por ver (PPV).
Por otra parte, expertos en la materia adjudican que la constante pérdida de interés, por parte de los consumidores de baloncesto, se debe a la disminución de la competitividad de los últimos años. Fenómeno que se acentuó con la conformación de varios súper equipos como, por ejemplo, los Golden State Warriors de San Francisco, que reunieron hasta cuatro jugadores All-Star en su quinteto y se llevaron la competición prácticamente sin oposición.
A pesar de ello, para Donald Trump y sus seguidores, como fue característico a lo largo de gobierno, las razones que varios analistas pusieron sobre la mesa para explicar el creciente desinterés del rating hacia el baloncesto no fueron suficientes. Hasta el día de hoy Trump se mantiene en su posición de que el posible descalabro de la NBA será causa, exclusivamente, de la oposición que la liga le hizo a su mandato.
¿Y dónde queda el espectáculo?
Al mismo tiempo que será interesante observar qué repercusiones tendrá sobre el baloncesto norteamericano la salida de Trump de la presidencia, también se espera una temporada emocionante con muchos contendores al título, que se empezará a disputar desde mañana y cuyas rondas finales se jugarán desde el 22 de mayo del 2021.
A priori Los Ángeles Lakers, vigentes campeones, nuevamente son los favoritos gracias de la renovación de Anthony Davis y la continuidad de Lebron James, su máxima estrella. Los
Lakers supieron suplir las considerables bajas Rajon Rondo, Danny Green y Dwight Howard y sumaron jugadores, como Wesley Matthews y el español Marc Gasol, para darle profundidad a su plantilla.
También tendremos que estar atentos de equipos que tendrán que revalidar sus campañas anteriores como el Miami Heat, sorpresivo subcampeón de este año con Jimmy Butler a la cabeza, el Utah Jazz de Donovan Mitchell, los Boston Celtics de Jayson Tatum y Kemba Walker, los Clippers de Kawhi Leonard y Paul George, y los Milwaukee Bucks que, con Antetokounmpo en el equipo, siempre serán candidatos a llevarse el anillo.
No hay que descartar posibles sorpresas como la de los Dallas Mavericks donde juega Luka Doncic, el joven estrella de la liga, o la de los Brooklyn Nets que cuenta en sus filas con Steve Nash, un ícono del baloncesto que debuta en la dirección técnica y que tendrá en sus manos un dúo que ilusiona: Kyrie Irving y Kevin Durant, que se ha recuperado de su lesión en el talón de Aquiles tras más de un año de para. Y, tampoco hay que olvidarse de Stephen Curry, Draymond Green y los Golden State Warriors que, además de recuperar a su gran estrella y a pesar de perder nuevamente a Klay Thompson por lesión, logró contratar a James Wiseman, el segundo joven más valioso del último draft.
Queda mucho para definir el nuevo rey del baloncesto mundial. Seguro en las primeras semanas de acción habrá movimientos importantes en la bolsa de jugadores con pesos pesados que quieren cambiar de aires como Ben Simmons, DeMar DeRozan, LaMarcus Aldridge y, el más importante de todos, James “la barba” Harden, que ha declarado sus ganas de formar una triada de ensueño con Irving y Durant en los Nets de Nueva York, un movimiento que decantaría las apuestas por cuál será el nuevo campeón de la NBA.
Lo cierto es que, por lo pronto, la nueva temporada de la liga de baloncesto estadounidense marcará una nueva época a partir de la presidencia de Joe Biden, un candidato apoyado abiertamente por las grandes figuras de la NBA. El tiempo dirá si Trump tenía razón y el papel político de los deportistas, contrario a sus posturas, realmente influyó en los registros negativos de la audiencia o si estamos ante un panorama qué necesita medir las audiencias de otras plataformas y desde otros mercados de forma diferente. Un cuestionamiento que no solo se están preguntando los altos ejecutivos de la NBA, sino también los grandes empresarios de las industrias del entretenimiento.
Por: Fernando Camilo Garzón - @FernandoCGarzon