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Volver a jugar, si el corazón me lo permite

En medio del desmedido volumen de información, verdades y mentiras detrás del auge de enfermedades cardiovasculares en deportistas de alto rendimiento. ¿Por qué unos volvieron y otros no? ¿Cómo es ser atleta y vivir con una enfermedad cardíaca?

Fernando Camilo Garzón
14 de agosto de 2022 - 02:15 p. m.
Christian Eriksen (i), uno de los casos más nombrados; Braian Angola (c), basquetbolista colombiano en Europa, y Sergio Agüero (d), histórico delantero argentino que se tuvo que retirar por problemas cardíacos.
Christian Eriksen (i), uno de los casos más nombrados; Braian Angola (c), basquetbolista colombiano en Europa, y Sergio Agüero (d), histórico delantero argentino que se tuvo que retirar por problemas cardíacos.
Foto: Agencia AFP
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La pelota se sentía diferente, en sus manos era más pesada. Braian Angola estaba frente al aro, el paisaje de toda su vida, pero se había quedado paralizado por el temor. En el pecho sintió una picada, se sentía fatigado. No era un miedo que le crispara los brazos o le erizara la piel; no, era más silencioso. Como un vacío, como esas veces en las que el estómago quiere comerse a sí mismo. Y ahí se dio cuenta, al respirar y encontrar la calma, de que en cuestión de segundos en su cabeza repasó mil veces la idea de que iba a morirse en esa cancha, sosteniendo la bola con las dos manos, inmóvil en el maderamen.

A pesar de que ya le habían dado el alta médica un par de semanas atrás, todavía tenía miedo. ¿Y si me falla el corazón? ¿Y si se para por unos segundos?, las preguntas le carcomían la cabeza. Cuatro meses antes, después de que se contagió de covid-19, le diagnosticaron una miocarditis leve. “El corazón se te agrandó un poco, Braian”, le alertaron los médicos del equipo, tras las revisiones posteriores al contagio. “Es normal —respondió, tratando de disminuir la gravedad de lo que le habían dicho—, tengo el corazón más grande, me lo diagnosticaron desde que tenía catorce años. Le pasa a la mayoría de los deportistas”. Sin embargo, no era como él decía. La orden: reposo total. No podía hacer una sentadilla ni una flexión. Y en la quietud obligada, llegó la tristeza. ¿Era probable que le tocara abandonar el baloncesto, su gran amor?

Mire: Enfermedades cardíacas en deportistas prenden las alarmas en el mundo

Unas semanas antes, Christian Eriksen se había desplomado en plena cancha, como consecuencia de un paro cardíaco que le ocasionó la muerte súbita. Y Sergio Agüero, que sintió en un partido una molestia en el pecho, tuvo que dejar el fútbol. Se prendieron las alarmas. La información llegaba por todas partes y ponía a la cabeza a dar vueltas. De ahí el miedo a la idea de que se iba a morir corriendo hacia el tablero, mientras le daba botes a la pelota o trataba de encestarla.

¿Volveré a ser el mismo? Antes de su problema en el corazón lo habían contactado grandes equipos como el Maccabi Tel Aviv, de Israel, y el Barcelona, de España. También lo habían llamado de la NBA, para jugar la Liga de Verano. Pero todo se truncó cuando tuvo que parar. Y al volver llegó la promesa de su retorno. La intención de vencer al miedo. “Volver a jugar, si el corazón me lo permite”.

¿Por qué unos volvieron y otros no?

El debate sobre el repentino aumento de enfermedades cardiovasculares en deportistas de alto rendimiento se convirtió en un tema urgente después de la muerte súbita de Eriksen en la pasada Eurocopa. Cuando antes apenas se conocía de algunos casos, a raíz de lo que le sucedió al danés empezaron a surgir diagnósticos de deportistas con problemas similares en más países. No obstante, como advierte la doctora Amelia Carro, coordinadora del grupo de trabajo de cardiología del deporte de la Sociedad Española de Cardiología y fundadora del Instituto Corvilud, hay que ser cuidadosos con el tema, pues cada caso tiene su patología y no analizar las causas y circunstancias de cada persona es, además de irresponsable, impreciso.

De hecho, en el caso del danés, advierte la médica española, “ni siquiera sabemos con certeza qué fue lo que sucedió, pues su diagnóstico completo no fue revelado”. Lo que sí se sabe es que, después de casi un año, Christian Eriksen volvió a las canchas gracias a un desfibrilador automático implantable (DAI), un aparato que se pone en el pecho para monitorear el ritmo cardíaco y dar una descarga eléctrica cuando ocurre una anomalía.

¿Qué es el DAI, aparato que tiene Christian Eriksen en el corazón?

Según Carro, el DAI funciona como un compás musical en el que el instrumento lee la partitura e interpreta cada movimiento. “Lo que hace el DAI es leer qué significa cada latido y cuando descubre una anomalía, un golpe fuera del ritmo normal, ¡pum! Da una descarga eléctrica de 28 julios al corazón, como la que se da desde afuera cuando se debe reanimar”.

La médica advierte que el DAI no es una medida preventiva. De hecho, es un aparato que actúa cuando nota una alteración en cualquier situación, puede ser en la mitad de un partido o en acciones tan cotidianas como sacar al perro. “Quien se murió de una arritmia, se volvería a morir de lo mismo. Por eso se implanta este aparato, porque ya no se puede prevenir que suceda, sino que se debe actuar en el momento en el que pase”.

El regreso a las canchas de Eriksen plantea un debate. Por un lado, en Italia, el país en el que jugaba cuando tuvo la afectación, no se le permitió volver a jugar por su condición médica. Mientras que en Inglaterra, que tiene unas medidas más laxas en el tema, sí se autorizó su regreso. Incluso, el mediocampista acaba de llegar a las filas del Manchester United. Basada en su condición médica, Carro opina que el retorno de Eriksen no es acertado, pero explica que los médicos no son policías. “Nosotros damos un diagnóstico, pero no imponemos nada. La decisión de cada quien parte de su responsabilidad. Él puede volver a jugar, pero debe saber que en cualquier momento su corazón puede pararse de nuevo”.

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Las posibilidades de regresar a competir, tras sufrir una enfermedad cardiovascular, dependen en gran medida del tipo de afectación. Y en ese sentido, ahí está la explicación de por qué unos regresaron y otros no. Un buen ejemplo es que mientras en el caso de Eriksen hay una enfermedad ventricular, en la que las cavidades inferiores del corazón laten con mucha rapidez y se puede monitorear el ritmo cardíaco con el DAI, en el caso de Sergio Kun Agüero hay una arritmia supraventricular; es decir, una frecuencia cardíaca más rápida de lo normal que comienza por encima de las dos cavidades inferiores del corazón y necesita otro tipo de tratamiento.

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Para empezar, el riesgo de muerte de cada enfermedad es diferente, pero, sobre todo, la clave está en entender los cuidados que amerita cada situación. Según explica la médica española, en el caso del argentino su enfermedad podría traer otros riesgos como la trombosis, por lo que cualquier situación de juego, como un balonazo en la cabeza, puede ocasionar una hemorragia cerebral.

La mayoría se retira por miedo

A Braian Angola le habían dicho que su enfermedad no era grave, solo ameritaba reposo; sin embargo, las noticias de los futbolistas afectados por enfermedades en el corazón, como Andrés Felipe Román en Millonarios, un caso que finalmente resultó ser el famoso Corazón de atleta, o basquetbolistas en Europa y la NBA, como LaMarcus Aldridge, que tuvo que retirarse temporalmente, tenían al colombiano con los pelos de punta. “Me dijeron que estuviera tranquilo, pero me pararon durante cuatro meses en los que no podía hacer nada. Estaba asustado”. Le pedían que no se preocupara, pero recibía centenares de mensajes que le expresaban solidaridad. Como si ya se hubiera despedido, cuando él lo que más quería era escuchar la pelota entrando en el aro. Ante el temor, llamó a Alphonso Davies, su amigo, lateral de Bayern Múnich, que fue diagnosticado de la misma enfermedad y también le confesó ese temor de no poder volver a tocar un balón.

Un estudio de la junta de revisión institucional de la Clínica Mayo en Minnesota (Estados Unidos) reveló, tras estudiar casos entre en un período de quince años (2000-2015), que el 40 % de los deportistas que sufrieron alteraciones cardíacas y abandonaron la práctica deportiva lo hicieron por miedo. Más allá de las probabilidades médicas de volver a sufrir una afectación, los atletas desistieron de la actividad deportiva por temor a morir en una cancha. Así se sentía Angola. “Yo ya estoy bien, eso me dicen los médicos, pero no es fácil convencer a mi cabeza de que el corazón no se me va a parar en cualquier momento. Estoy en ese proceso”.

Amelia Carro dice que es normal y que uno de los aspectos más importantes de la recuperación de los deportistas es el acompañamiento psicológico. Muchos de sus pacientes también creen que, de repente, están sufriendo una arritmia, pero no, es el cuerpo que se ha hecho más consciente del corazón, de sus latidos y su ritmo.

No es fácil. Ante el bombardeo constante de información relacionada con las afectaciones cardíacas y el deporte, se ha creado una distopía en la que todas las enfermedades cardiovasculares se empacan en la misma maleta.

Juan Manuel Sarmiento, coordinador del Centro de Prevención Cardiovascular de la Fundación Clínica Shaio y director del posgrado en Medicina del Deporte de la Universidad del Bosque, alertó a El Espectador de que una de las causas del auge de casos está relacionada con el flujo de información. “No es que antes no sucediera, es que ahora lo sabemos al instante”.

Y ese panorama, sumado a las noticias falsas que han girado alrededor de la relación de las vacunas contra el coronavirus y la práctica deportiva, ha contribuido al pánico generalizado de muchos deportistas, que, no obstante, se debe analizar según cada contexto.

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No significa que el contagio del covid-19 no pueda estar relacionado con los casos de afectación cardíaca. De hecho, Sarmiento explica que esa es una de las investigaciones más importantes que están realizando deportólogos de todo el mundo. No obstante, el médico afirma que es algo que apenas inicia y falta todavía mucho tiempo para aportar conclusiones válidas en ese debate.

En esto concuerda Carro, quien asegura que es lo mismo que pasó cuando apareció el VIH o el herpes, virus que, en principio, se creía que eran enfermedades con una afectación considerable y que, después de un tiempo, se comprendieron en su total complejidad. “Lo mismo pasa con el covid. Ya conocemos el virus, pero hay muchas fases que todavía desconocemos y que con el tiempo empezaremos a comprender”.

Según la española, uno encuentra en donde mira y es apenas normal que, al ser tan estudiado, el contagio de covid-19 arroje afectaciones al corazón. “Es lo mismo que pasaría si se analizara a cada deportista que se contagia de gripa. Ahí también hay alteraciones cardiovasculares, sin que eso signifique que tengamos que prender todas las alarmas”.

Carro indica que la clave para atacar esta situación está en llamar la atención sobre los hábitos saludables y la educación deportiva. El foco no debe estar en el suepuesto riesgo que signfica hacer deporte, sino en saber cómo se hace. Lo que mata no es la actividad física, sino la enfermedad o el ejercicio mal hecho. Y agrega una arista más al problema y es la alerta sobre la atención inmediata en los eventos deportivos.

Recientemente, en el Campeonato Mundial de Natación que se celebró en Budapest (Hungría), Anita Álvarez, del equipo estadounidense de natación artística, perdió el conocimiento en plena piscina. Aunque su diagnóstico no ha sido publicado, Carro advierte que Álvarez pudo haber sufrido una alteración cardíaca, debido a la falta de oxigenación, y lo que quedó en evidencia es la precaria atención médica de los socorristas. De no haber sido por la entrenadora de la nadadora, quien saltó a rescatarla, habría podido ocurrir una tragedia. Algo parecido a lo que sucedió con Eriksen o al temor constante de lo que Braian Angola imaginaba que podía pasarle. Atención que reclaman las enfermedades cardiovasculares en el mundo del deporte. Una problemática real, mal enfocada por la infoxicación y el pánico generalizado.

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