Enfermedades cardíacas en deportistas prenden las alarmas en el mundo
Durante los últimos meses el aumento de infartos, muertes súbitas y desmayos en varios campos de juego de diversas disciplinas ha llamado la atención de los expertos en la medicina del deporte. ¿Qué hay detrás de este fenómeno?
Fernando Camilo Garzón
El infarto de Christian Eriksen en la Eurocopa de este año llamó la atención del mundo entero. El danés, del Inter de Milán, estuvo muerto durante unos minutos hasta que el equipo médico de su selección pudo reanimarlo, gracias a una desfibrilación efectiva. Un caso muy sonado, que acaparó la atención del mundo y que estaba lejos de ser aislado.
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Justo unos meses antes, en Colombia, la transferencia frustrada de Andrés Román, de Millonarios a Boca Juniors en febrero, por un supuesto problema cardíaco, puso sobre la mesa el debate de las enfermedades cardiovasculares y la práctica del deporte de alto rendimiento. Cuestionamiento que se repitió, apenas un mes después, cuando otra vez el club xeneize anunció la baja de Edwin Cardona, por unas semanas, tras presentar una miocarditis leve posterior a un contagio que el colombiano tuvo de COVID-19.
La cronología de estos tres casos coincidió con la escalada en los últimos meses de situaciones similares alrededor del mundo y en diversas disciplinas. Según un trabajo de recolección de datos del medio alemán Report24 a lo largo y ancho del mundo, solo tomando en cuenta registros creados desde junio de este año, se registraron en la prensa 75 casos de deportistas con problemas cardíacos. Lo llamativo de ese recuento es el alto volumen de situaciones relacionadas con patologías cardiológicas, como infartos, arritmias y muertes súbitas, en un período de solo cinco meses. Y no solo de deportistas, también de entrenadores, árbitros y demás actores del ámbito deportivo.
Para entender el porqué de esta anomalía, El Espectador habló con Juan Manuel Sarmiento, médico especialista en deporte, coordinador del Centro de Prevención Cardiovascular de la Fundación Clínica Shaio y director del posgrado en Medicina del Deporte de la Universidad del Bosque.
¿Tienen los deportistas una mayor propensión a sufrir enfermedades cardíacas? Según Sarmiento, no. “La posibilidad de sufrir alteraciones cardiológicas depende del esfuerzo físico en algunos deportes. Por ejemplo, un triatleta, por los volúmenes de las cargas que trabaja con el corazón, tiene más posibilidades de sufrir fibrosis —cicatrices, para que se entienda— en la zona derecha del corazón. Y eso aumenta la posibilidad de sufrir arritmias. Sin embargo, el porcentaje de los atletas a los que les sucede eso es bajo, teniendo en cuenta la población total de atletas y la población total, en general. Puede darse, pero no es lo común. El ejercicio, al contrario, disminuye las posibilidades de sufrir ese tipo de alteraciones”.
Según explica Sarmiento, el corazón de un deportista de alto rendimiento se adapta al esfuerzo físico de la disciplina que se practique. Y eso es un proceso normal, que depende de la intensidad y el tiempo que lleve practicando el deportista su modalidad. Hay que saber distinguir entre las enfermedades como la miocarditis, que suele ser de patología hereditaria, y otros procesos de adaptación normal de los órganos. Por ejemplo, en el caso de Román, en Millonarios, el jugador no sufría de un fallo genético sino del llamado “corazón de atleta”, un proceso normal del esfuerzo que conlleva el deporte de alto rendimiento. Por todo esto, dice Sarmiento, la clave está en la prevención y los estudios que los deportistas se realicen a temprana edad. No obstante, es ahí cuándo surge la pregunta: ¿por qué el repentino crecimiento de enfermedades cardiovasculares en deportistas altamente vigilados?
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¿COVID-19, la causa?
Todavía no hay respuesta. Sarmiento explica que la medicina del deporte, en todo el mundo, está estudiando la relación de la práctica deportiva con el contagio del COVID-19 y las enfermedades cardiovasculares. No hay conclusiones. Sí es raro, admite, lo que ha sucedido recientemente en casos como el de Eriksen, de la selección de Dinamarca.
“El COVID puede producir, en personas sanas, que nunca han sufrido problemas, miocarditis, una inflamación del corazón, o, semanas después, así la persona no haya estado en cuidados intensivos, arritmias. Todavía no sabemos si eso le pasó, por ejemplo, a Eriksen, pero sí es muy extraño que una persona que ha hecho deporte de alto rendimiento toda su vida, rodeado de los protocolos cardiológicos más estrictos del mundo, de la nada sufra un infarto sin que le hayan descubierto con anticipación la alteración”.
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Para encontrar la respuesta, Sarmiento asegura que todavía falta mucho estudio al respecto y que este es uno de los temas que más ocupa a los cardiólogos especializados en deporte. Mientras tanto, los casos continúan apareciendo. El más reciente, el de Sergio Agüero que, en medio de un partido de Barcelona, el pasado 30 de octubre, fue retirado del campo tras sufrir una arritmia. El argentino, que esta siendo chequeado en España, no podrá jugar fútbol durante los próximos tres meses.
Y aunque la relación entre ese caso y los expuestos en este artículo, además de los que han ocurrido en otras disciplinas, todavía no está clara, el aumento de estas situaciones en los deportistas de todo el mundo ya tiene prendidas las alarmas.
El infarto de Christian Eriksen en la Eurocopa de este año llamó la atención del mundo entero. El danés, del Inter de Milán, estuvo muerto durante unos minutos hasta que el equipo médico de su selección pudo reanimarlo, gracias a una desfibrilación efectiva. Un caso muy sonado, que acaparó la atención del mundo y que estaba lejos de ser aislado.
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Justo unos meses antes, en Colombia, la transferencia frustrada de Andrés Román, de Millonarios a Boca Juniors en febrero, por un supuesto problema cardíaco, puso sobre la mesa el debate de las enfermedades cardiovasculares y la práctica del deporte de alto rendimiento. Cuestionamiento que se repitió, apenas un mes después, cuando otra vez el club xeneize anunció la baja de Edwin Cardona, por unas semanas, tras presentar una miocarditis leve posterior a un contagio que el colombiano tuvo de COVID-19.
La cronología de estos tres casos coincidió con la escalada en los últimos meses de situaciones similares alrededor del mundo y en diversas disciplinas. Según un trabajo de recolección de datos del medio alemán Report24 a lo largo y ancho del mundo, solo tomando en cuenta registros creados desde junio de este año, se registraron en la prensa 75 casos de deportistas con problemas cardíacos. Lo llamativo de ese recuento es el alto volumen de situaciones relacionadas con patologías cardiológicas, como infartos, arritmias y muertes súbitas, en un período de solo cinco meses. Y no solo de deportistas, también de entrenadores, árbitros y demás actores del ámbito deportivo.
Para entender el porqué de esta anomalía, El Espectador habló con Juan Manuel Sarmiento, médico especialista en deporte, coordinador del Centro de Prevención Cardiovascular de la Fundación Clínica Shaio y director del posgrado en Medicina del Deporte de la Universidad del Bosque.
¿Tienen los deportistas una mayor propensión a sufrir enfermedades cardíacas? Según Sarmiento, no. “La posibilidad de sufrir alteraciones cardiológicas depende del esfuerzo físico en algunos deportes. Por ejemplo, un triatleta, por los volúmenes de las cargas que trabaja con el corazón, tiene más posibilidades de sufrir fibrosis —cicatrices, para que se entienda— en la zona derecha del corazón. Y eso aumenta la posibilidad de sufrir arritmias. Sin embargo, el porcentaje de los atletas a los que les sucede eso es bajo, teniendo en cuenta la población total de atletas y la población total, en general. Puede darse, pero no es lo común. El ejercicio, al contrario, disminuye las posibilidades de sufrir ese tipo de alteraciones”.
Según explica Sarmiento, el corazón de un deportista de alto rendimiento se adapta al esfuerzo físico de la disciplina que se practique. Y eso es un proceso normal, que depende de la intensidad y el tiempo que lleve practicando el deportista su modalidad. Hay que saber distinguir entre las enfermedades como la miocarditis, que suele ser de patología hereditaria, y otros procesos de adaptación normal de los órganos. Por ejemplo, en el caso de Román, en Millonarios, el jugador no sufría de un fallo genético sino del llamado “corazón de atleta”, un proceso normal del esfuerzo que conlleva el deporte de alto rendimiento. Por todo esto, dice Sarmiento, la clave está en la prevención y los estudios que los deportistas se realicen a temprana edad. No obstante, es ahí cuándo surge la pregunta: ¿por qué el repentino crecimiento de enfermedades cardiovasculares en deportistas altamente vigilados?
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¿COVID-19, la causa?
Todavía no hay respuesta. Sarmiento explica que la medicina del deporte, en todo el mundo, está estudiando la relación de la práctica deportiva con el contagio del COVID-19 y las enfermedades cardiovasculares. No hay conclusiones. Sí es raro, admite, lo que ha sucedido recientemente en casos como el de Eriksen, de la selección de Dinamarca.
“El COVID puede producir, en personas sanas, que nunca han sufrido problemas, miocarditis, una inflamación del corazón, o, semanas después, así la persona no haya estado en cuidados intensivos, arritmias. Todavía no sabemos si eso le pasó, por ejemplo, a Eriksen, pero sí es muy extraño que una persona que ha hecho deporte de alto rendimiento toda su vida, rodeado de los protocolos cardiológicos más estrictos del mundo, de la nada sufra un infarto sin que le hayan descubierto con anticipación la alteración”.
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Para encontrar la respuesta, Sarmiento asegura que todavía falta mucho estudio al respecto y que este es uno de los temas que más ocupa a los cardiólogos especializados en deporte. Mientras tanto, los casos continúan apareciendo. El más reciente, el de Sergio Agüero que, en medio de un partido de Barcelona, el pasado 30 de octubre, fue retirado del campo tras sufrir una arritmia. El argentino, que esta siendo chequeado en España, no podrá jugar fútbol durante los próximos tres meses.
Y aunque la relación entre ese caso y los expuestos en este artículo, además de los que han ocurrido en otras disciplinas, todavía no está clara, el aumento de estas situaciones en los deportistas de todo el mundo ya tiene prendidas las alarmas.