“El ministro no está para seleccionar ni entrenar, sino para administrar y apoyar al deporte”
En el año que tiene de gestión, Guillermo Herrera espera dejar una hoja de ruta clara para el desarrollo del sector deportivo en el alto rendimiento, pero también en los aspectos económico y social.
Luis Guillermo Ordoñez
A Guillermo Herrera no le molesta que cuestionen la poca cercanía que ha tenido con el deporte durante su trayectoria profesional. Lleva 20 años trabajando en el sector público y sabe que tiene la experiencia y el conocimiento suficientes para hacer un gran aporte.
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A Guillermo Herrera no le molesta que cuestionen la poca cercanía que ha tenido con el deporte durante su trayectoria profesional. Lleva 20 años trabajando en el sector público y sabe que tiene la experiencia y el conocimiento suficientes para hacer un gran aporte.
Por eso asegura sin titubeos: “Zapatero a tus zapatos. Legalmente, los dirigentes de las federaciones de las diferentes disciplinas son los responsables del alto rendimiento; los entrenadores y seleccionadores, de dirigir; los deportistas, de prepararse y competir; el ministro, de apoyarlos, facilitarles el trabajo y hacer que toda esa estructura funcione de una manera dinámica”.
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Y para eso se ha preparado con rigurosidad, porque es un hombre obsesivo por el trabajo. Hace menos de un mes se posesionó, pero ya tiene un diagnóstico claro de la situación en la que se encuentra el deporte colombiano.
¿Qué metas se ha fijado?
Lo primero que debo decir es que Ernesto Lucena hizo un gran trabajo y dejó la vara alta. Esto es una carrera de relevos y yo llego a rematar. Vengo a administrar, que es lo que sé hacer. Quiero identificar claramente qué es lo que necesita el país en materia deportiva, en consenso con federaciones, institutos departamentales, ligas, clubes y deportistas, cada uno desde su lado y yo como un coequipero. El ministro no viene acá a ser el seleccionador o entrenador. Ese es el trabajo de ellos. El ministerio tiene funciones de apoyo a la formación, el desarrollo y la competición; la organización de eventos y la infraestructura. Quiero dejar un documento que sirva de hoja de ruta para el futuro, a diez años, porque eso no se puede quedar solo en la cabeza de los funcionarios.
¿Cómo encontró el deporte colombiano?
Me sorprendió que no haya cifras, estadísticas ni balances claros. En el Departamento Nacional de Planeación casi no hay nada sobre el sector, que ya tiene ministerio y no se puede pensar solo por el desarrollo deportivo, sino por el impacto social y económico que tiene en el país. Poco a poco, hemos ido evaluando aspectos sobre los que hay algo de información, como el de la infraestructura deportiva. En ese sentido, hay que equilibrar la cancha en Colombia, porque el 48 % de los escenarios están concentrados en cuatro departamentos y esa es una restricción para los atletas y las personas que quieren realizar alguna actividad física, porque no se trata de pensar solo en el alto rendimiento, sino en toda la comunidad. Claro, eso también tiene explicaciones lógicas, como el potencial deportivo de una región o que otra ha sido sede reciente de algún evento y fue beneficiada con obras.
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¿Faltan escenarios?
Claro, en Colombia el promedio es de 16,5 escenarios por cada 10.000 personas; en Holanda, por ejemplo, es de 27. Hay departamentos, como La Guajira, en los que hay solo cuatro escenarios por cada 10.000 habitantes. Eso hay que mirarlo bien y equilibrarlo con la ayuda de las entidades territoriales.
Usted está recién llegado, pero tiene que salir a poner la cara cuando algún deportista o dirigente habla de falta de apoyo.
No es un secreto que la inversión en deporte ha crecido gradualmente y que este Gobierno es el que más recursos ha destinado. Lo han hecho los departamentos a través de las regalías. Hay que articular bien ese sistema y tener la información clara para hacer una política pública en la que el deporte no sea un lujo de unas regiones, sino de todas. Me encontré con el presidente de Fedepesas (William Peña) y le dije que daba por superado el tema de sus declaraciones, pero que nos teníamos que sentar a hablar. No vengo a generar divergencias, sino a armar equipo y si alguien apoya a los deportistas en Colombia es el Gobierno. Así seguirá siendo, aunque sería bueno que llegara más aporte de la empresa privada.
¿Y un año de gestión no es poco para tantas iniciativas?
Hay que detectar cuál es el impacto territorial de la inversión pública y crear una política que sea prioridad en el nuevo plan decenal, que pondrá en marcha el próximo gobierno. Con eso remataremos esta administración, cumpliendo con el propósito de que el deporte sea un factor de equidad en el país. Vamos a arrancar rápido y todo es prioridad, porque hay muchas tareas pendientes.
¿Cómo equilibrar el alto rendimiento con la recreación y el deporte comunitario, tres ejes de la gestión del ministerio?
Acá he sentido que la gente entra pensando en medallas y yo estoy pensando en lo social. Es importante priorizar la inversión en infraestructura recreativa en la población que lo necesita, niños y jóvenes, adultos mayores, comunidades indígenas y apartadas. Hay que fortalecer eso, sin dejar de apoyar a las grandes estrellas.
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A propósito, ¿qué balance hace de la participación en Tokio 2020?
Esos deportistas que nos representaron son los mejores de Colombia y para mí todos son campeones. He hablado con varios de ellos, tienen una energía diferente y el nivel de entrega y compromiso de esos muchachos es tremendo, no solo con su reto deportivo, sino con el país. Esa es la mejor medalla de todas. No se tuvo el mismo rendimiento de Río 2016 y Londres 2012, pero hubo factores que influyeron. La pandemia nos dio duro a todos. No es disculpa, pero se cancelaron muchos eventos clasificatorios y de fogueo para subir el nivel. Aún así, me parece que el balance fue positivo y la presentación muy digna, de la que nos sentimos orgullosos.
¿Qué hay que corregir para el nuevo ciclo olímpico?
Hay que hablar con la dirigencia deportiva, que presentará próximamente su informe de gestión. Hay que poner atención en el recambio generacional, porque de los setenta deportistas que llevamos, unos veinte ya estaban en su edad de transición, ya pasaron su pico de rendimiento. Hay que ver dónde viene la próxima Caterine. Tuvimos siete deportistas del programa Altius, diez de Élite y el resto eran de Desarrollo, todos atletas de excelencia.
Habrá que invertir más en la base
El Gobierno destinó más de $114.000 millones en preparación y participación en eventos de los últimos años, a través del Comité Olímpico y las federaciones. Tenemos un programa como Talentos Colombia, en el que hay unos 5.000 niños, 2.180 de ellos ya seleccionados porque tienen proyección. Y en siete disciplinas están los PAD (Proyectos Avanzados de Desarrollo). El Talentos hay que consolidarlo a través de las gobernaciones y los PAD con las federaciones. Están los Juegos Intercolegiados Supérate, con 600.000 niños, 1.200 en las finales nacionales cada año. De ahí salieron Andrea Ramírez y Luis Javier Mosquera, entre otros. Tal vez ahí nos falta hacer más minería deportiva, como digo yo, o scouting, como dicen los especialistas. El ministerio tiene un programa de 312 escuelas de iniciación deportiva en todo el país, la idea es dejar por lo menos 600, para identificar y apoyar a los medallistas de oro, plata y bronce desde chiquitos. Ahí la clave es promover esos proyectos en zonas idóneas, escoger los deportes de acuerdo con los biotipos y fortalezas de la gente de cada región, saber dónde me concentro territorialmente, que es una labor de los expertos en detección del talento deportivo.
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¿Qué hay pendiente en temas de infraestructura?
Ya hay compromisos adquiridos que vamos a cumplir, como los Juegos Bolivarianos en Valledupar, los Nacionales en el Eje Cafetero y el Mundial de Atletismo sub-20 y los Panamericanos Junior en Cali.
En el aspecto personal, ¿qué espera de este reto en Mindeporte?
Disfrutar, a uno le va bien cuando hace las cosas con cariño, con amor, y yo he tenido la fortuna en la vida de hacer lo que me gusta. Aquí estoy haciendo lo que me gusta y aprendiendo mucho, lo digo con humildad, quiero ser un gregario para los deportistas y dejar una marca en el tema social.
¿En dónde se ve en un par de años?
Por ahora me veo cerrando este ministerio, estoy casado con el deporte. Mi satisfacción va a ser cumplir la tarea. Ya veremos cuál es el próximo peldaño que me depara la vida.
¿Le seduce la política?
No, no me meta en eso. Yo nunca me he sacado un voto en la vida, no soy político, aunque he tenido jefes que me han dicho que me meta. A la gente que trabaja conmigo le pido compromiso, que trabaje, nada más.
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¿Hizo o hace deporte?
Cuando niño tenía problemas serios de asma, mi mamá sufría mucho porque me daban paros respiratorios y tocaba salir corriendo para el hospital, entonces me pusieron a hacer varias cosas, natación, yoga, taekwondo, karate y tenis, pero lo que más me sirvió fue caminar y correr. Todavía lo hago, tres o cuatro veces a la semana, aunque en la pandemia no se pudo y me dio muy duro.
¿Qué tan aficionado ha sido al deporte?
Digamos que un aficionado promedio. En la juventud seguí el fútbol y la Fórmula Uno, porque a mi mamá le encantaban las carreras, trasnochaba o madrugaba para ver a Niki Lauda.
¿Y jugó fútbol?
Sí, algo, pero era muy malo, me ponían adelante porque corría los 100 metros, pero claramente no fue mi deporte.
¿Alguna vez imaginó llegar a Mindeporte?
Mi tema siempre ha sido el sector público, y es de vocación. Hay gente que decide ser deportista, yo decidí ser servidor público, me gusta relacionarme con la gente, salir, compartir con la comunidad. Este ministerio tiene muchos programas sociales y eso siempre me llamó la atención. Recuerdo unas palabras de Mariana Pajón que me inspiraron. Ella dijo que cualquier peso que se invierta en el deporte aleja a un niño de los vicios, de las malas compañías, le da un propósito a la vida. Y tiene toda la razón.