Estas son las figuras que hay que ver en Tokio 2021
En medio de la incertidumbre por el creciente número de casos positivos en la Villa Olímpica, los mejores deportistas del mundo se preparan para las competencias, que comenzarán este miércoles, aunque la inauguración de las justas será el viernes. Simone Biles, Caeleb Dressel y Novak Djokovic encabezan la lista de estrellas.
Los Juegos Olímpicos reúnen cada cuatro años a las grandes figuras del deporte mundial, personajes admirados y reconocidos en todos los rincones del mundo.
De hecho, la mayoría esas superestrellas, a diferencia de sus compatriotas, no se hospedan en la Villa Olímpica con el resto de la delegación, sino en hoteles alejados de ella, pues incluso allí, entre los 11.900 mejores atletas del mundo, son idolatrados. Y para poder concentrase en las competencias, y evitar el asedio de personas pidiendo autógrafos o fotos, tienen que aislarse.
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Les pasó al nadador estadounidense Michael Phelps y al atleta jamaiquino Usain Bolt en Río de Janeiro 2016 y Londres 2012, en donde fueron las principales atracciones. El tiburón de Baltimore cerró su palmarés olímpico con 28 medallas en cuatro ediciones, con 23 oros, tres platas y dos bronces. El rayo completó ocho títulos en tres Juegos.
Alcanzar o superar sus registros será cada vez más complicado por la creciente especialización en el alto rendimiento. Si bien hace algunas décadas era común que un deportista participara en varias pruebas, la enorme exigencia moderna los ha obligado a escoger solamente un par y enfocarse en ganar alguna medalla en las competencias en las que son más fuertes.
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Sin embargo, en Tokio hay gran expectativa por ver al nadador estadounidense Caeleb Dressel, quien logró un oro en los 4x100 metros libres en Río de Janeiro y ahora, con 24 años, aspira a subirse en el trono que dejó libre Phelps. En el Complejo Acuático de la capital japonesa pretende ganar ocho medallas de oro, como lo hizo su ídolo Phelps en Pekín 2008, una hazaña que parece muy difícil de igualar, aunque con su talento el reto no suena del todo absurdo. En los pasados Mundiales de Gwangju 2019 se colgó ocho medallas, seis de ellas doradas.
En la natación femenina el duelo será entre la estadounidense Katie Ledecky, quien aspira a llevarse cinco títulos, y la húngara Katinka Hosszú, una de las figuras en las justas de Brasil.
Simone Biles, la sensación
Pero sin duda todos los focos están puestos en la estadounidense Simone Biles, la reina indiscutida de la gimnasia, uno de los deportes de mayor prestigio en los Juegos Olímpicos, al lado de la natación y el atletismo.
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La talentosa deportista posee un total de 30 medallas (23 de oro) entre los Juegos Olímpicos y los Campeonatos del Mundo, y solo necesita cuatro más para superar al bielorruso Vitaly Scherbo como el gimnasta, en categoría masculina o femenina, más laureado de la historia en estas grandes competiciones.
Cinco medallas de oro en Tokio, una hazaña que ya logró en el Mundial de Stuttgart 2019, la empatarían con Larisa Latynina en el récord de nueve triunfos olímpicos.
Biles competirá en sus segundos Juegos como una veterana de apenas 24 años, la mayor edad para una gimnasta olímpica estadounidense desde 2004, después de un complejo trayecto personal marcado por el escándalo de abusos sexuales en la federación nacional de esa disciplina, del que fue una de las decenas de víctimas.
Desde su difícil infancia, la gimnasta ha saltado sobre numerosos obstáculos hasta convertirse en una poderosa voz contra los abusos en el deporte y asumir sin complejos su dimensión histórica como atleta, al punto de lucir en sus camiseta la silueta de una cabra (GOAT, en inglés, las iniciales de La mejor de todos los tiempos).
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Nacida en 1997 en Columbus (Ohio), la pequeña Simone y sus tres hermanos tuvieron que ser enviados a un centro de acogida ante los problemas de alcohol y drogas de su madre, quien pasó temporadas en la cárcel. “Nunca pude contar con mi madre biológica. Recuerdo que siempre tenía hambre, miedo”, relató la gimnasta en una entrevista televisiva en 2017.
“Mis abuelos me salvaron”, afirmó sobre Nellie y Ron Biles, a quienes considera sus padres y que cambiaron el destino de su vida, adoptándola junto a su hermana pequeña, mientras los otros dos fueron recibidos por otros miembros de la familia.
Biles descubrió la gimnasia a los seis años por casualidad durante una excursión escolar. En una visita a un centro de gimnasia comenzó a imitar a las atletas llamando inmediatamente la atención de una de las entrenadoras, que le entregó una carta para solicitar a su familia que le permitieran inscribirse.
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Un año después conoció a Aimee Boorman, la entrenadora que la llevó hasta la cima y a quien consideró su “segunda madre”. Bajo su orientación irrumpió como un vendaval en su primer Mundial, el de 2013 en Amberes (Bélgica), instaurando su dominio casi absoluto de este deporte con sus dos primeras medallas de oro.
Tres años después asombró en los Juegos de Río con una portentosa actuación que le valió cuatro oros (equipos, general, salto y suelo) y un bronce (barra), y con su nombre en la lista de leyendas olímpicas reconocidas alrededor del mundo.
“No soy la próxima Usain Bolt o Michael Phelps: soy la primera Simone Biles”, afirmó entonces, rehuyendo a las comparaciones. Prodigio atlético, elástica y elegante, la menuda y sonriente gimnasta (1,46 metros y 47 kg) ha dejado su sello en este deporte bautizando incluso con su nombre cuatro acrobacias, dos en suelo, una en la viga de equilibrio y otra en salto.
Su éxito olímpico cautivó a millones de estadounidenses que pasaron a seguirla en sus competiciones y en redes sociales, donde se celebran con furor sus acrobacias en los entrenamientos. Una de ellas, el doble salto Yourchenko, no había sido vista en una competición oficial hasta que Biles la ejecutó con éxito el pasado mayo en su regreso estelar tras la pandemia de coronavirus.
Tras Río 2016, Biles se tomó un año sabático en el que estalló el escándalo de agresiones sexuales a gimnastas en el seno de la Federación estadounidense. En enero de 2018 la propia Biles reveló que fue una de las alrededor de 200 víctimas, la mayoría menores de edad, del médico del equipo nacional Larry Nassar, condenado a una pena de entre 40 y 125 años de prisión.
El “Golden Slam” de Nole
Después de haber ganado este año el Abierto de Australia, Roland Garros y Wimbledon, el tenista serbio Novak Djokovic busca ganar el oro olímpico y el US Open para completar el Golden Slam, los cinco grandes en una misma temporada, algo que solo ha ganado la alemana Steffi Graf en 1988. Además, superaría en títulos de Grand Slam al suizo Roger Federer y al español Rafael Nadal, con quienes está empatado en 20 coronas. Al menos en las estadísticas sería el mejor de la historia.
Valdrá la pena seguir también a la velocista jamaiquina Shelly-Ann Fraser-Pryce, la atleta holandesa Sifan Hassan, el estadounidense Trayvon Bromell y el saltador sueco Armand Duplantis.
En los deportes de conjunto, como siempre, la expectativa está en si hay un equipo capaz de vencer al Dream Team del baloncesto masculino de Estados Unidos, liderado por Kevin Durant. Su país es el gran candidato para quedarse además con el primer lugar en la tabla general de medallería.
Los Juegos Olímpicos reúnen cada cuatro años a las grandes figuras del deporte mundial, personajes admirados y reconocidos en todos los rincones del mundo.
De hecho, la mayoría esas superestrellas, a diferencia de sus compatriotas, no se hospedan en la Villa Olímpica con el resto de la delegación, sino en hoteles alejados de ella, pues incluso allí, entre los 11.900 mejores atletas del mundo, son idolatrados. Y para poder concentrase en las competencias, y evitar el asedio de personas pidiendo autógrafos o fotos, tienen que aislarse.
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Les pasó al nadador estadounidense Michael Phelps y al atleta jamaiquino Usain Bolt en Río de Janeiro 2016 y Londres 2012, en donde fueron las principales atracciones. El tiburón de Baltimore cerró su palmarés olímpico con 28 medallas en cuatro ediciones, con 23 oros, tres platas y dos bronces. El rayo completó ocho títulos en tres Juegos.
Alcanzar o superar sus registros será cada vez más complicado por la creciente especialización en el alto rendimiento. Si bien hace algunas décadas era común que un deportista participara en varias pruebas, la enorme exigencia moderna los ha obligado a escoger solamente un par y enfocarse en ganar alguna medalla en las competencias en las que son más fuertes.
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Sin embargo, en Tokio hay gran expectativa por ver al nadador estadounidense Caeleb Dressel, quien logró un oro en los 4x100 metros libres en Río de Janeiro y ahora, con 24 años, aspira a subirse en el trono que dejó libre Phelps. En el Complejo Acuático de la capital japonesa pretende ganar ocho medallas de oro, como lo hizo su ídolo Phelps en Pekín 2008, una hazaña que parece muy difícil de igualar, aunque con su talento el reto no suena del todo absurdo. En los pasados Mundiales de Gwangju 2019 se colgó ocho medallas, seis de ellas doradas.
En la natación femenina el duelo será entre la estadounidense Katie Ledecky, quien aspira a llevarse cinco títulos, y la húngara Katinka Hosszú, una de las figuras en las justas de Brasil.
Simone Biles, la sensación
Pero sin duda todos los focos están puestos en la estadounidense Simone Biles, la reina indiscutida de la gimnasia, uno de los deportes de mayor prestigio en los Juegos Olímpicos, al lado de la natación y el atletismo.
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La talentosa deportista posee un total de 30 medallas (23 de oro) entre los Juegos Olímpicos y los Campeonatos del Mundo, y solo necesita cuatro más para superar al bielorruso Vitaly Scherbo como el gimnasta, en categoría masculina o femenina, más laureado de la historia en estas grandes competiciones.
Cinco medallas de oro en Tokio, una hazaña que ya logró en el Mundial de Stuttgart 2019, la empatarían con Larisa Latynina en el récord de nueve triunfos olímpicos.
Biles competirá en sus segundos Juegos como una veterana de apenas 24 años, la mayor edad para una gimnasta olímpica estadounidense desde 2004, después de un complejo trayecto personal marcado por el escándalo de abusos sexuales en la federación nacional de esa disciplina, del que fue una de las decenas de víctimas.
Desde su difícil infancia, la gimnasta ha saltado sobre numerosos obstáculos hasta convertirse en una poderosa voz contra los abusos en el deporte y asumir sin complejos su dimensión histórica como atleta, al punto de lucir en sus camiseta la silueta de una cabra (GOAT, en inglés, las iniciales de La mejor de todos los tiempos).
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Nacida en 1997 en Columbus (Ohio), la pequeña Simone y sus tres hermanos tuvieron que ser enviados a un centro de acogida ante los problemas de alcohol y drogas de su madre, quien pasó temporadas en la cárcel. “Nunca pude contar con mi madre biológica. Recuerdo que siempre tenía hambre, miedo”, relató la gimnasta en una entrevista televisiva en 2017.
“Mis abuelos me salvaron”, afirmó sobre Nellie y Ron Biles, a quienes considera sus padres y que cambiaron el destino de su vida, adoptándola junto a su hermana pequeña, mientras los otros dos fueron recibidos por otros miembros de la familia.
Biles descubrió la gimnasia a los seis años por casualidad durante una excursión escolar. En una visita a un centro de gimnasia comenzó a imitar a las atletas llamando inmediatamente la atención de una de las entrenadoras, que le entregó una carta para solicitar a su familia que le permitieran inscribirse.
Lea también: Mariana Pajón y su equipo ya entrenan en Tokio
Un año después conoció a Aimee Boorman, la entrenadora que la llevó hasta la cima y a quien consideró su “segunda madre”. Bajo su orientación irrumpió como un vendaval en su primer Mundial, el de 2013 en Amberes (Bélgica), instaurando su dominio casi absoluto de este deporte con sus dos primeras medallas de oro.
Tres años después asombró en los Juegos de Río con una portentosa actuación que le valió cuatro oros (equipos, general, salto y suelo) y un bronce (barra), y con su nombre en la lista de leyendas olímpicas reconocidas alrededor del mundo.
“No soy la próxima Usain Bolt o Michael Phelps: soy la primera Simone Biles”, afirmó entonces, rehuyendo a las comparaciones. Prodigio atlético, elástica y elegante, la menuda y sonriente gimnasta (1,46 metros y 47 kg) ha dejado su sello en este deporte bautizando incluso con su nombre cuatro acrobacias, dos en suelo, una en la viga de equilibrio y otra en salto.
Su éxito olímpico cautivó a millones de estadounidenses que pasaron a seguirla en sus competiciones y en redes sociales, donde se celebran con furor sus acrobacias en los entrenamientos. Una de ellas, el doble salto Yourchenko, no había sido vista en una competición oficial hasta que Biles la ejecutó con éxito el pasado mayo en su regreso estelar tras la pandemia de coronavirus.
Tras Río 2016, Biles se tomó un año sabático en el que estalló el escándalo de agresiones sexuales a gimnastas en el seno de la Federación estadounidense. En enero de 2018 la propia Biles reveló que fue una de las alrededor de 200 víctimas, la mayoría menores de edad, del médico del equipo nacional Larry Nassar, condenado a una pena de entre 40 y 125 años de prisión.
El “Golden Slam” de Nole
Después de haber ganado este año el Abierto de Australia, Roland Garros y Wimbledon, el tenista serbio Novak Djokovic busca ganar el oro olímpico y el US Open para completar el Golden Slam, los cinco grandes en una misma temporada, algo que solo ha ganado la alemana Steffi Graf en 1988. Además, superaría en títulos de Grand Slam al suizo Roger Federer y al español Rafael Nadal, con quienes está empatado en 20 coronas. Al menos en las estadísticas sería el mejor de la historia.
Valdrá la pena seguir también a la velocista jamaiquina Shelly-Ann Fraser-Pryce, la atleta holandesa Sifan Hassan, el estadounidense Trayvon Bromell y el saltador sueco Armand Duplantis.
En los deportes de conjunto, como siempre, la expectativa está en si hay un equipo capaz de vencer al Dream Team del baloncesto masculino de Estados Unidos, liderado por Kevin Durant. Su país es el gran candidato para quedarse además con el primer lugar en la tabla general de medallería.