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Final de la NBA: Denver fue un terremoto para Miami en el primer juego

Los Nuggets le ganaron al Heat en el inicio de las finales. La sociedad de Jamal Murray y Nikola Jokic, la pareja explosiva de los locales, fue demasiado para los visitantes.

Fernando Camilo Garzón
02 de junio de 2023 - 02:53 a. m.
Nikola Jokic (der.) ataca el aro frente a Bam Adebayo.
Nikola Jokic (der.) ataca el aro frente a Bam Adebayo.
Foto: Agencia AFP

Denver está ubicado en un valle rodeado por las Montañas Rocosas, al este de la Cordillera Front en el Estado de Colorado. Es una ciudad levantada a 1609 metros sobre el nivel del mar, a la que los forasteros conocen como Mile-High City (la ciudad a una milla de altura) y en la que casi 700.000 habitantes se han acostumbrado a vivir con escasez de oxígeno. Allí se jugó el primer partido de la final de la NBA este jueves, una fiesta para celebrar el triunfo de los locales, los Nuggets, en el inicio de la serie que definirá el título contra Miami Heat.

En las tribunas, antes de iniciar el juego, un letrero advertía a la banda de Jimmy Butler del peligro: “¡Alerta de altitud, por falta de oxígeno!”. Presagio fatal del terremoto que los Nuggets, frescos por el prolongado descanso que se ganaron tras barrer a los Lakeres, serían en los minutos posteriores para el Heat, demasiado desgastado por la infartante serie que superaron en Boston.

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El resultado fue más apretado de lo que aparentó el juego, marcador de 104 a 93 para la victoria de la casa, con una superioridad del local que mostró a dos equipos en diferentes tónicas. Miami, sin aire, nunca pudo igualar el paso, el ritmo frenético que desde los primeros minutos Denver buscó imponer a través de su físico apabullante.

Y mientras Jimmy Butler, que confesó antes del partido arrastrar dolores en su tobillo, no fue factor, Nikola Jokic y Jamal Murray, con actuación estelar de Michael Porter Jr. y Aaron Gordon, dieron una nueva exhibición sobre la pista. La máquina, aceitada en todas sus partes, aprovechó la tranquilidad de los días previos y asfixió a un Heat que, a 1609 metros de altura, todavía tiene que aguantar otro partido el domingo entre las montañas antes de llevar la serie a su casa, a orillas del mar en las playas de South Beach.

Desde el primer salto, Denver impuso su fuerza

Ya desde los primeros minutos se veía la diferencia de ritmos. Los Nuggets iban a otra marcha y en el primer cuarto, entre penetraciones a la pintura, juego en el poste bajo y acciones debajo del aro, la diferencia antes del primer descanso marcaba un 29-20 con Denver arriba.

Heat salió con la estrategia de alejar a Nikola Jokic del aro. Algo que no fue problema para el serbio, que, sin ser avasallador desde los puntos, rompió una marca desde las asistencias. Al llegar el descanso, tras los dos primeros cuartos, la estrella de Denver completó 10 asistencias y cero pérdidas, algo que no se había visto en un debutante en las finales de la NBA en las últimas veinticinco temporadas.

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Y como si no fuera demasiado cruel la impotencia de no poder parar al Joker, Denver también contó con una noche mágica de su otra estrella: Jamal Murray, que tomó los tiros que le negaron al serbio y se fue al descanso con 18 puntos.

El barco de Miami hacía agua por todas partes, porque además cuando Jokic no estaba pasando la pelota o Murray no estaba encestándola, Michael Porter Jr. protagonizaba su show de volcadas y Aaron Gordon era demasiado intenso en el juego de la pintura. Una diferencia abismal que dejó el partido, tras los dos primeros cuartos, en un apabullante 59 a 42.

Miami, entre el mareo, encontró un poco de aire

En el tercer cuarto la historia tomó un giro. Nikola Jokic encontró espacios que al principio no veía y por un momento parecía que los Nuggets iban a propinar una paliza de antología.

El serbio, ya acostumbrado a marcar triples dobles en cada juego, terminó la noche con 10 rebotes, 14 asistencias y 27 puntos, la mayor racha anotadora de la noche con un punto más que Jamal Murray, que convirtió 26, los mismos que Adebayo en Miami.

Pero el baile que se vio en la cancha, al final, mostró un partido más cerrado de lo que parecía. Erik Spoelstra ajustó sus fichas y las rotaciones de Miami, mareado por el terremoto que le pasó por encima en los primeros cuartos, empezaron a tomar más sentido.

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Buen augurio para el resto de la serie, pues Heat tampoco se mostró como un rival dócil y en el último cuarto remontó una diferencia que parecía que iba a ser mucho mayor.

Las Montañas Rocosas recibirán la final de la NBA de nuevo este domingo en la segunda salida de la serie. Miami ya tendrá que estar más aclimatado a la altura y el partido será, seguramente, mucho más cerrado. Pero, eso si el Heat descubre la fórmula mágica para secar a Jokic, la gran figura de la NBA que en este momento parece intratable. La clave para que Miami pueda soñar con igualar las cargas.

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